Nora
Cada vez que tengo más claro que lo peor que puedes hacer el primer día que empiezas de becaria es llamar a tu mejor amiga. Pensaba que era una idea genial, pero cada vez estoy más convencida de que ha sido una idea totalmente descabellada.
–Te he llamado para que me tranquilizaras, no para que me pongas más nerviosa –le digo a Selena, mi mejor amiga, quien me mira desde la pantalla de mi móvil.
–Estoy siendo realista –ella se encoge de hombros–. ¿Seguro que vas con tiempo? Ten en cuenta que a esta hora suele haber mucho tráfico, y lo peor que te puede pasar es llegar tarde a tu primer día y…
–Selena, para o te cuelgo –la interrumpo.
Ella sonríe divertida mientras yo me muevo de un lado a otro de la habitación. Tengo el móvil colocado sobre la mesita de noche de mi habitación, enfocando parte de ésta, mientras yo termino de preparar mis cosas.
Llaves –tanto de casa como del coche–, cartera, tarjeta para poder entrar al estudio, los documentos que tengo que llevar con mis datos… sí, creo que lo llevo todo.
–Vale, creo que no me olvido nada –comento en voz alta, girándome hacia mi móvil.
Mi mejor amiga me está mirando sonriente, con su melena rizada desordenada y sus ojos color miel mirándome atentos.
–¿Seguro? –sonríe, divertida.
–Dios, te juro que te voy a pegar la próxima vez que te vea –suelto un suspiro, exasperada, mientras me acerco a coger el móvil–. Voy a colgar ya. Tengo que irme.
–¡Vale! Mucha, mucha, mucha suerte. Aunque sé que no la necesitas. Todo el mundo te adora, así que te irá genial. Quiero que me cuentes todos los detalles después. Y que me mandes muchas fotos de los actores, ¿vale? Sobre todo de Tyler Wayne, sabes que tengo mucha debilidad con él.
–¿Ah, sí? Creo que sólo me lo has repetido veinte veces esta última semana.
–Pues me parecen pocas… –murmura, pensativa–. Bueno, ¡vete ya! Hablamos cuando puedas.
Asiento rápidamente y me despido de mi amiga, colgando la llamada al mismo tiempo que lo hace ella. Me quedo mirando la pantalla un momento, asegurándome de la hora. Vale, voy con tiempo. Así que me aseguro de que tengo batería suficiente y ya, por fin, me cuelgo el bolso al hombro.
No me quedo mucho más en mi pequeño piso. Sé que como lo haga, volveré a revisar mi bolso y perderé minutos valiosos de mi tiempo. Entonces, mi amiga tendrá razón y llegaré tarde.
Así que salgo rápidamente del piso, cierro con llave al salir y bajo por las escaleras para no entretenerme a esperar en el ascensor. Vivo en un tercero, así que tampoco me importa bajar por las escaleras.
Siento el aire fresco al salir, cosa que agradezco, y respiro profundamente antes de acercarme a mi coche, el cual está aparcado en la calle de enfrente, esperando a que lo monte y comience a conducir hacia el estudio.
Hoy comienzo de becaria en una de las compañías de cine más famosas del país –y una de las más conocidas mundialmente–, y me es inevitable sentirme algo nerviosa. Después de cuatro años de carrera, me dieron la oportunidad de hacer las prácticas allí gracias a la recomendación que hizo uno de mis profesores debido a mis buenas notas. Y, claramente, no dudé en aceptar. No me pagan mucho, pero tampoco me importa.
Va a ser una gran experiencia empezar en una compañía tan grande como esa.
Introduzco la dirección en el GPS del móvil, para asegurarme de ir en el camino correcto, y cuando carga completamente, comienzo a conducir de una vez. Veinte minutos. Perfecto. De momento, todo va sobre ruedas.
Enciendo la radio y dejo que ésta suene de fondo durante todo el trayecto mientras tarareo muchas de las canciones que suenan. Conforme me voy acercando, siento que los nervios van aumentando cada vez más. Tengo que relajarme. No puedo llegar el primer día temblando. Así que respiro profundamente en repetidas ocasiones. No sirve de mucho, pero me mentalizo de lo contrario para sentirme mejor.
Al llegar a la entrada del gran estudio, disminuyo la velocidad y conduzco hacia el señor que hay en una cabina. Me detengo a su lado y bajo la ventanilla. Él me mira con curiosidad.
–Hola, eh… soy Nora. Nora White. Hoy empiezo como becaria –le digo, aclarándome la garganta y le enseño la tarjeta que lleva mi nombre.
El señor –un hombre de unos cincuenta años, pelo canoso y rostro simpático– revisa la tarjeta unos segundos hasta que, instantes más tarde, me la devuelve con una sonrisa.
–Bienvenida, Nora. Pasa –y pulsa un botón que hace levantar la gran barra de metal que impedía el paso.
–Gracias.
Vuelvo a subir la ventanilla y, de nuevo, conduzco lentamente por el aparcamiento del gran estudio. Apenas me detengo a mirar a mi alrededor, me limito a buscar un sitio libre y, cuando por fin lo encuentro, no dudo en aparcarlo ahí.
Al bajar, me cuelgo el bolso del hombre y, ahora sí, me detengo a mirar a mi alrededor. Hay diferentes sets de grabación por todo el espacio, multitud de camerinos y mucha gente caminando de un lado a otro. Sólo he estado una vez en un sitio así, cuando fui con la universidad, y era una compañía mucho más pequeña que ésta pero que aun así me sorprendió bastante. Y estar ahora aquí… es increíble.
Tras un momento ahí parada, decido ir de una vez hacia el edificio donde me dijeron que fuese. Miro la dirección en uno de los folios que he sacado del bolso y miro cada letrero que hay en las diferentes puertas por las que cruzo, buscando algo que me indique el lugar que estoy buscando.
Pero no lo encuentro.
Así que tras unos minutos dando vueltas, me acerco a una mujer que hay cerca de mí.
–Perdona –la llamo y me mira rápidamente–. Eh… soy nueva, y no me guío muy bien por aquí. ¿Me puedes decir dónde está el edificio en el que trabaja el señor Jones?
–Sí, claro –se sitúa a mi lado y señala al frente–. Ve en esa dirección y, a la derecha, se encuentra el set donde estará. Lo encontrarás fácilmente. En la entrada hay escrito Impacto: El desenlace. Es el set de grabación principal de esa película.