Nora
Cuando pensé que la cosa cambiaría conforme pasaran los días y que haría algo más que servir unos cuantos cafés a varias personas, estaba completamente equivocada. Fui una completa idiota. Llevo ya casi una semana aquí, en las prácticas, y lo único interesante que he hecho ha sido ayudar en ciertas ocasiones con el tema de las cámaras.
En cinco días. Y yo he estudiado para hacer algo más.
¿Seguro que no me equivoqué de carrera?
Menos mal que hoy salimos antes y, al menos, podré despejarme y divertirme con Selena. Hemos quedado para ir a cenar juntas y luego salir las dos por donde sea. Lo único que queremos es pasarlo bien. Y las horas se me están haciendo eternas.
Ahora me encuentro a un lado de la calle –cerca del estudio– donde estamos grabando ahora. Se está grabando una escena de acción en la que un coche explota y Tyler, el protagonista, tiene que salir a tiempo, rodando por el suelo, para salvarse de esa explosión. Con varias personas caminando por la calle como si no ocurriese nada. Y sólo tiene una oportunidad.
El sol da de lleno y yo me tengo que poner la mano en la frente para conseguir ver sin que el sol me moleste. Miro a mi alrededor y Tyler ya está preparado dentro del coche, hablando con uno de los encargados de los efectos. Parece concentrado en lo que le explica.
Mantengo mi mirada ahí un momento hasta que me sobresalto cuando escucho la voz contundente de Marcus.
–¿Alguien me puede decir dónde cojones está Arthur? ¡Le necesito en la cámara 6! –se levanta de la silla con su nombre, mirando a su alrededor.
–Se tuvo que ir, Marcus. Le llamaron porque su hija se puso mala y tenía que ir a recogerla –comenta un persona que ahora no logro identificar debido al sol que me da de frente.
–Joder… –se pasa las manos por el pelo.
Vale, es mi oportunidad.
–Marcus, yo podría hacerlo. Me decís el recorrido y… –comienzo a decir, pero no tardo en ser interrumpida.
–Nora, te dije que aquí las cosas no las ibas a hacer así.
–Pero… estoy en prácticas y… puedo hacerlo –insisto, algo cohibida por su mirada seria y por todas las personas que ahora me miran.
–No –dice con rotundidad y mira a otra persona–. Tú, ocúpate de la cámara 6. Y tú –señala a otra persona–, encárgate de estas dos. ¿Podrás hacerlo?
Ella asiente rápidamente y Marcus asiente conforme, volviendo a sentarse en su silla.
Yo me quedo de nuevo ahí, de pie, cada vez más cabreada. Puedo llegar a entender que el primer día no me dejase coger una cámara o sentarme a su lado para dirigir la película, pero… ¡llevo aquí cinco días! ¡Sé cómo coger una cámara! ¡Para algo lo he estudiado!
Cansada de que me trate como si no supiese hacer nada para lo que estoy aquí, suspiro y me acerco a un lado donde hay más sombra. Cosa que mis ojos agradecen al instante. Vuelvo a mirar a mi alrededor y ya todo el mundo está preparado. Pero mi mirada se detiene en una persona en concreto.
En Tyler.
Me está mirando fijamente, sin ninguna expresión en sus ojos, y le mantengo la mirada unos segundos hasta que Marcus indica la cuenta atrás y él cierra los ojos, metiéndose en el papel.
–¡Acción!
Y todo se desarrolla casi a la velocidad del rayo.
Tyler comienza a actuar y las cámaras se mueven a su alrededor. Cuando dan la señal para llevar a cabo el efecto de explosión, él abre la puerta del coche y sale de un salto, rodando por suelo justo un segundo antes de que el coche explote y él se quede en el suelo un momento, boca abajo, y con la respiración agitada.
Normalmente, estas cosas las suele hacer un doble, pero hasta Tyler es capaz de ello. Normal que tenga locas a miles de chicas que le siguen a diario.
–Y… ¡corten! ¡Estupendo, Tyler! –Marcus se levanta de su asiento, con una sonrisa orgullosa.
–Gracias, Marcus –dice él mientras se levanta del suelo casi de un salto, sacudiéndose la ropa–. Tampoco era tan complicado.
Pongo los ojos en blanco y me acerco a ayudar a recoger lo que hemos tenido que sacar y preparar fuera. Porque sí, ahora también limpio y recojo. Las prácticas perfectas.
–¡Seguimos grabando dentro! ¡Daos prisa! –vuelve a gritar Marcus.
Un rato más tarde, suelto un suspiro de alivio cuando estamos entro del set y no hace tanto calor aquí dentro. Dejo varias cosas que había recogido en un armario, junto a un par de personas más, y me acerco a donde ya están los dos actores que tienen que grabar la última escena del día. Tyler y Bonnie.
Al primero le están maquillando, como si estuviese malherido, mientras Bonnie espera a un lado. Le está contando algo a Tyler, pero él no parece estar escuchándola.
Ni siquiera me doy cuenta de que me he quedado embobada mirándoles hasta que Tyler se levanta y se acerca a la habitación donde se grabará la escena. De nuevo, todo el mundo se coloca en su posición y yo miro, atenta.
La grabación comienza y Tyler entra en la habitación malherido, consiguiendo asustar a Bonnie y que ésta actúe preocupada por él. pero, de repente, la grabación se interrumpe.
–¡Corten! –Marcus se quita los cascos que llevaba puestos–. Los libros de las estanterías. Colocadlos como es debido, ¡por Dios! ¡Y bajad la luz de la habitación! –y, de repente, me mira–. Nora, ve tú.
Sorprendida, tardo un segundo en reaccionar y acercarme a donde están los dos actores. Voy hacia la estantería y me pongo de puntillas para intentar llegar a los libros que el perfeccionista de Marcus quiere ordenados.
Pero… hay un problema.
Soy demasiado bajita. Y la estantería es demasiado alta. Y no llego.
–Eh… ¿podéis traerme una silla o algo? Es que… no llego –murmuro, algo avergonzada, mirando a los demás.
–Madre mía… –escucho murmurar a Marcus–. Llevadle una silla. O que lo haga otra persona. Pero que se haga ya.