Tal vez es ahora

Capítulo 5

Nora

–¡Esta noche tenemos que grabar! ¡Os quiero a todos en el Puente Vicent Thomas a las 22.30! –Marcus alza la voz, mirándonos a todos desde su sitio–. ¡No lleguéis tarde!

Y, claro, esa última frase la dice mirándome a mí.

Asiento con la cabeza para mostrarle que me he enterado y él se macha, llamando a alguien por teléfono. Yo, por mi parte, me acerco a coger mi bolso y, al revisar la hora, me doy cuenta de que tengo poco más de tres horas para llegar a mi casa, cenar, ducharme, vestirme e ir hacia ese puente.

Y no sé si me dará tiempo.

Con prisas, salgo del set de grabación y llamo a la compañía de taxis mientras me apresuro a llegar lo antes posible a la salida. Por suerte, un taxi pasará a recogerme en cinco minutos. Aumento la velocidad de mis pasos cuando estoy llegando a la entrada, guardando mi móvil en el bolso, y me arrepiento al instante de hacerlo ya que, al bajar la mirada a mi bolso durante apenas dos segundos, me choco con alguien.

Ese alguien es, ni más ni menos, Bonnie.

–Mira por dónde vas –dice al instante, girándose hacia mí.

–Perdona, no te había visto –me disculpo rápidamente.

–Eso ya lo he visto. Así que ten más cuidado la próxima vez.

–Oye, que ya te he pedido perdón, no hace falta que te pongas así.

–¿Me vas a decir tú a mí cómo tengo que ponerme o qué? –da un paso hacia mí–. Te lo digo una última vez: ten más cuidado la próxima vez.

–Bonnie –Tyler se pone a su lado de repente. Ni siquiera me he dado cuenta de que se estaba acercando–. ¿Qué pasa?

–Esta chica, que no mira por dónde va –me señala con un gesto despectivo–. Me voy a ir ya, no voy a perder más mi tiempo con ella. ¿Vienes?

–Ve tú, ahora voy yo.

Bonnie se queda mirándole esperando a que vaya con ella, pero tras ver como no es así, suspira y se gira, dándome la espalda –no sin antes mirarme con desprecio de nuevo, y se marcha hacia el aparcamiento. Supongo que irá a por su coche.

Yo me quedo ahí un momento más, parada, y mi mirada se vuelve a encontrar con la de Tyler. Él ahora me está mirando y yo le sostengo la mirada también unos segundos, pero la aparto cuando me llega un mensaje. Es el taxi avisándome de que ya está esperando.

Vuelvo a guardar el móvil y mirar a Tyler, que sigue ahí parado frente a mí.

–Bueno, yo… me tengo que ir. El taxi me está esperando –murmuro y paso por su lado.

–¿Sigues sin tener coche? –me dice, de repente, y me detengo.

–Me tienen que avisar cuando arreglen la batería.

Él asiente y no dice nada más, así que aprovecho ese silencio para irme de allí y coger mi taxi.

Al llegar a mi piso, me apresuro a entrar en el cuarto de baño y darme una ducha lo más rápido que puedo. Después, me visto con unos vaqueros de tiro alto, una camiseta ancha de media manga y mis Converse de siempre. Me dejo el pelo mojado suelto, me pongo desodorante y las gafas, y vuelvo a la cocina.

Vale, aún falta poco menos de dos horas para tener que salir de nuevo. Voy con tiempo.

Me preparo algo rápido y ligero para cenar, como todas las noches, y me siento en la pequeña mesa de la cocina mirando mi móvil. Como siempre, contesto los mensajes que tengo pendientes de mi mejor amiga, ya que no he podido cogerlo mucho hoy tampoco, y leo también los mensajes que tengo de mi padre.

Papá: Mañana tendrás parte del dinero en tu cuenta.

Me ha escrito hace media hora.

Nora: Vale. Muchas gracias, papá.

Papá: De nada, cariño.

Papá: Por cierto, ¿has hablado con tu madre?

Me quedo mirando la pantalla unos minutos antes de responder:

Nora: No.

Papá: Tu madre quiere que vengas a cenar este fin de semana. ¿Puedes hacer el esfuerzo de venir? No hace falta que te quedes a dormir si no quieres.

Vuelvo a quedarme mirando la pantalla un momento. Sinceramente, lo que menos me apetece hacer este fin de semana es ir a cenar a casa de mis padres. Prefiero quedarme en mi piso sin hacer nada.

Pero sé que mi padre quiere que vaya. Y Olivia también. Y ya llevo meses sin pasarme por allí, así que… iré.

Nora: Vale, iré a cenar.

Recibo una respuesta alegre por su parte y me despido de él, quedando en hablar estos días y avisándole de que tengo que ir a las prácticas. Tras eso, reviso de nuevo la hora. Aún voy con tiempo.

Termino de cenar, recojo todo y vuelvo a llamar a la compañía de taxis para pedir uno que me venga a buscar en, como muy tarde, 20 minutos. Mi piso está a casi media hora de ese puente, y prefiero ir con mucho tiempo de antelación a volver a llegar tarde. Me avisan de que en 15 minutos estará un taxi frente a mi edificio, y aprovecho el tiempo que queda para peinarme un poco, con el pelo ya seco.

Nunca me suelo maquillar; de hecho, las veces que he salido con Selena alguna noche apenas me he maquillado, así que hoy tampoco lo hago. Tampoco me pongo las lentillas. De haberlas estado utilizando todo el día, al igual que la última semana, los ojos se me acaban enrojeciendo.

Así que en pocos minutos ya estoy esperando a que llegue el taxi, parada en la entrada de mi edificio con la espalda apoyada en la pared.

Por fin, veo aparecer el que creo que es mi taxi y, cuando se detiene frente a mí, confirmo que es así. Me acerco y entro en la parte trasera.

–Al Puente Vicent Thomas, por favor –le pido mientras me abrocho el cinturón.

El conductor asiente con la cabeza, arranca y yo miro por la ventanilla. Como muy tarde, en media hora debería llegar, así que espero que no haya mucho tráfico como lo ha habido esta mañana.



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En el texto hay: romance, amor, cine

Editado: 04.01.2021

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