Tal vez es ahora

Capítulo 22

Tyler

Salgo de mi habitación y me quedo un momento parado en mitad del salón antes de ir a la habitación de invitados. Me asomo con cuidado y veo como Nora aún sigue durmiendo, casi en la misma posición en la que la dejé anoche.

Sí, ha dormido en mi casa. Estábamos viendo la película y no llegó a la mitad cuando me di cuenta de que estaba dormida. La dejé durmiendo hasta que la película terminó y esperaba que ya para ese entonces se despertara, pero siguió durmiendo. Por un momento me quedé mirándola sin saber si despertarla o que siguiese durmiendo hasta que, al final, me decanté por la primera opción y, con cuidado, la levanté del sofá y la llevé a la cama, donde siguió durmiendo tranquilamente.

Yo, por supuesto, me fui a dormir a mi habitación después de eso. No me iba a meter en la cama con ella y dormir a su lado.

Pero te hubiese gustado.

Ag, no empieces.

Me quedo mirándola unos segundos de más hasta que vuelvo a cerrar la puerta y me encamino ahora a la cocina. Me preparo un café rápido y me apoyo en la encimera de la cocina, bebiendo el café tranquilamente.

Admito que cuando anoche recibí una respuesta suya a la foto que subí, la vi porque justo estaba yo dentro de la conversación. Se me pasó por la cabeza el pensamiento de escribirle, pero no me decidí hasta que fue ella quien habló. Cosa que me alivió y me alegró bastante ya que tuve una excusa perfecta para poder verla de nuevo.

Luego la vi ahí, sentada en la arena y con la mirada perdida al frente mientras hablaba por teléfono, y vi que había hecho bien en ir donde estaba ella. Por supuesto, no tenía en mente invitarla venir a mi casa y que viésemos una película, pero cuando dijo que no quería ir a su casa, parecía incluso más perdida que antes. Y de nuevo me guie por el impulso de decirle que viniera.

Últimamente me estoy dejando llevar por más de un impulso con ella, y no sé si debería controlarme un poco más o seguir así, a la espera de lo que pueda ocurrir. Porque aún recuerdo el beso del otro día. Y claro que quiero volver a repetirlo.

Vuelvo a la realidad cuando escucho como llaman al timbre y frunzo el ceño. ¿Quién será ahora? Dejo el café sobre la encimera y me acerco lentamente a la puerta. Ni siquiera miro antes de abrir, aunque igual debería haberlo hecho.

–Oh, ¡buenos días! –saluda Bonnie con una gran sonrisa–. Temía pillarte dormido.

–Buenos días –murmuro y pongo los ojos en blanco cuando pasa por mi lado con total confianza–. ¿Necesitas algo, Bonnie?

–Quería verte –dice simplemente, girándose hacia mí–. He quedado con Cayden, Karly y Mica. Vamos a ir al barco de Karly y pasaremos el día allí. ¿Quieres venir?

–No, tengo planes.

Vale, no es del todo verdad. Pero es que no quiero ir. Y tengo que buscarme una buena excusa para que no siga insistiendo.

–Venga, ¿qué vas a tener que hacer? Ven con nosotros, seguro que nos lo pasamos bien.

–No, Bonnie. Tengo otras cosas que hacer.

Ella pone los ojos en blanco.

–Pues tú te lo pierdes –suspira y pasa por mi lado. Casi canto de alegría cuando veo que se dirige a la puerta, pero se detiene con la mirada fija en el salón–. ¿Estuviste anoche con alguien?

–¿Qué? ¿Por qué lo dices?

–Hay dos cervezas en la mesa –la señala–. Y una está casi entera.

Mierda, las cervezas. Cuando dejé a Nora en la habitación, yo fui directamente a la mía y no recogí. Tenía pensado hacerlo ahora por la mañana. Debería haberlo hecho entonces, pero… ¿en serio se ha fijado en eso?

–Son mías –me encojo de hombros, aparentando tranquilidad–. Me la dejé entera porque salí un momento a fumar y después me fui a la habitación. Se me olvidó.

Por supuesto, no le voy a decir que tengo a otra chica durmiendo en la habitación que está a unos metros de nosotros y que esa chica es Nora. Ya me he dado cuenta de que no le cae especialmente bien –cosa que no entiendo el por qué–, y no quiero darle una razón para que la odie más.

–Vale –dice finalmente, girándose hacia mí–. Escríbeme si cambias de opinión.

Asiento con la cabeza como única respuesta y Bonnie, por fin, abre la puerta y sale de la casa, dejándome solo. Bueno, casi solo.

No me importa lo que piense Bonnie de mí; no me importa cómo pueda reaccionar si se entera de que Nora ha dormido aquí, aunque sea en otra cama. Lo que me importa es cómo pueda reaccionar contra ella si lo hace y si se entera de que, además de dormir aquí, el otro día estuvimos a punto de hacerlo en la mesa del salón.

Vale, creo que ahora no me conviene pensar en eso.

Cambio de pensamiento al instante y me acerco a coger los botellines de cerveza. Los tiro a la basura nada más llegar a la cocina y es justo en ese instante cuando escucho un ruido proveniente de la habitación donde está Nora. Dudo un momento antes de volver a ir hacia allí.

Me vuelvo a asomar con cuidado y ahora, en lugar de verla dormida como hace un rato, la veo sentada en la cama de espaldas a mí. La veo tocar con su mano la mesilla de noche que hay al lado como buscando algo, y creo que lo busca son sus gafas, sólo que éstas se encuentran en la otra mesa en lugar de en la que ella está tocando.

Sonrío divertido tras ver su frustración y me aclaro la garganta.

–¿Necesitas ayuda? –pregunta y ella da un pequeño respingo.

–Joder, qué susto –murmura, ahora mirándome–. ¿Me puedes decir donde dejaste las gafas? No las encuentro.

Entro por completo en la habitación y cojo las gafas de la mesita, dándoselas después.

–No sabía que veías tan poco –comento, divertido, mientras se las pone.

–Es una mierda. Apenas veo de lejos y de cerca tiene que estar muy cerca para que consiga verlo –se encoge de hombros, suspirando, mirando la habitación–. ¿Y las muletas?

–¿Ya te quieres ir? –enarco una ceja, bromeando–. Están en el salón. Espera, te las traigo.



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En el texto hay: romance, amor, cine

Editado: 04.01.2021

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