Nora
–¿Estás mejor? –Selena me mira desde su altura, frente a mí. Ha llegado hace 10 minutos y apenas se ha separado de mí, sólo para traerme el vaso de agua del que acabo de beber.
–Sí, gracias.
Me inclino para dejar el vaso de agua sobre la mesita de café, pero me detengo al verla destrozada a unos metros de mí. Me quedo parada y es Selena quien coge el vaso de mis manos y me sonríe débilmente, compasiva.
–Nora –aparece mi padre, entrando en casa de nuevo–. Tengo que ir a comisaría con tu madre, ¿quieres…?
–No voy a ir –le interrumpo, decidida–. Me quedo aquí con Olivia y espero a que vuelvas.
–Está bien –se acerca y deja un beso en mi cabeza. Después, me mira y baja un poco la voz–: Siento no haber estado aquí antes.
–No es culpa tuya. Es de mamá.
Se queda mirándome un instante hasta que suspira y asiente casi imperceptiblemente. Él también está decepcionado con todo lo que ha pasado. Me da un suave apretón en el hombro y, finalmente, se gira para salir de la casa. Escucho como Selena se despide de él, murmurando un adiós, Josh, yo también me quedaré aquí, y nos quedamos las tres solas. Olivia baja de su habitación –había subido a hacer algo que, sinceramente, no he escuchado– y viene conmigo.
Hay un momento de silencio ensordecedor que nos rodea. Yo vuelvo a mirar mi móvil y espero encontrarme con algún mensaje de Tyler. Pero no lo encuentro. ¿Qué está haciendo? Me dijo que me llamaría y aún no lo ha hecho. ¿Seguirá con Jessica? ¿Está tan entretenido y ocupado con ella que no es capaz ni de mandarme un maldito mensaje diciendo que no puede hablar?
Cabreada, dejo el móvil sobre el sofá y me paso las manos por la cara, suspirando.
–¿No te ha contestado? –me pregunta Olivia, a mi lado.
–No. Tiene que estar muy entretenido con su ex –cierro los ojos un momento, echando la cabeza hacia atrás–. Voy un momento al baño. No quiero volver a mirar más el móvil.
Las dos chicas me miran preocupadas, pero no digo nada más y me encierro en el baño. Me quedo mirando mi reflejo y me doy cuenta de que no tengo el mejor aspecto del mundo. Tengo los ojos hinchados y rojos de llorar, la nariz también un poco roja y una expresión que ni yo misma sé identificar. La mezcla de sentimientos que tengo ahora mismo es demasiado confusa.
Me quito las gafas y me mojo la cara con un poco de agua fría a pesar del frío que hace, intentando así bajar el hinchazón de mis ojos. Pero, en cuanto vuelvo a ponerme las gafas y veo con claridad mi reflejo de nuevo, tampoco ha servido de mucho. Supongo que será por las ganas de llorar que aún sigo teniendo.
Decido quedarme un rato ahí más, sola. Así que me siento en el borde de la bañera y me tapo de nuevo la cara con las manos.
Mi madre ha vuelto a hacerlo. Lo que me prometió en su día que dejaría de hacerlo, no lo ha cumplido. Claro que aún la veía tomando alcohol cada vez que nos veíamos, incluso vino a mi casa borracha, pero… pero no quería pensar que había recaído en las drogas. Y mucho menos que volvería a hacer lo que ha hecho esta noche.
Seguía –y por supuesto, sigo– teniendo rencor hacia ella, simplemente esperaba una disculpa por su parte de lo que pasó hace años. Un maldito perdón. Nada más. Pero nunca llegó. En cambio, me hacía sentir mal una y otra vez con la excusa de que sólo quería lo mejor para mí. Y me prometió algo que no ha vuelto a cumplir. Promesas que, viniendo de ella, ya no valen nada.
Aunque me haya enfrentado a ella y a esos hombres, la presión estaba y continúa en mi pecho. Constante. Agobiante. Una lágrima corre por mi mejilla, pero me apresuro a limpiarla rápidamente y respirar profundamente.
Paso un rato más allí hasta que, de repente, escucho a mi mejor amiga hablando con alguien. Me levanto lentamente y frunzo el ceño. ¿Ya ha vuelto mi padre? Me miro una última vez en el espejo y, sin ganas de volver a intentar arreglar, salgo del baño.
Aunque desearía no haberlo hecho cuando veo a Tyler ahí parado, en medio del salón.
–¿Qué haces aquí? –le pregunto directamente.
¿Después de todo el día intentando ponerme en contacto con él, aparece aquí como si nada? Vale que quería que fuese eso lo que hiciera, pero al menos podría haber dado señales de vida antes.
–He leído tus mensajes. Estaba preocupado –se acerca a mí–. ¿Estás bien?
–¿De verdad te interesa? Porque llevo todo el día y parte de la noche intentando hablar contigo –le suelto, cabreada, pasando por su lado.
–Lo siento, estaba ocupado y…
–¿Ocupado? ¿Haciendo qué? –me giro hacia él–. ¿Dónde estabas?
Veo a mi mejor amiga a un lado del salón y, con una mueca de disculpa, murmura un estaré en la cocina antes de marchase hacia allí, supongo que con mi hermana.
Vuelvo a mirar a Tyler, quien se ha quedado callado, así que me apresuro a hablar yo de nuevo:
–¿Quieres saber lo que ha pasado? Pues que mi madre ha vuelto a recaer en las malditas drogas y había aquí tres hombres pidiendo dinero. Mi hermana me llamó pidiendo que viniese. Y yo necesitaba que dieses señales de vida para que estuvieses conmigo –le digo rápidamente–. Ahora, dime tú. ¿Dónde estabas?
–Yo…
–Y ni se te ocurra mentira, Tyler. No lo vuelvas a hacer.
El silencio que se forma entre nosotros me deja claro lo que estaba pensando hasta hace un rato. No sabe qué decir. No sabe qué excusa decirme. Y yo me vuelvo a sentir traicionado.
–Estabas con Jessica, ¿verdad? –hablo, bajando un poco la voz–. Te vi hace unas horas tomando algo con ella. Sí, cuando me dijiste que estabas ocupado con cosas de trabajo. ¿Seguías con ella?
–Sí –confiesa finalmente–. Pero yo…
Le interrumpo cuando me doy cuenta de un detalle. El detalle más insignificante y tonto de la historia, pero que me llama bastante la atención. Lleva la camiseta del revés y el pelo bastante revuelto. Eso puede significar dos cosas: estaba durmiendo o se ha…