Nora
Ojalá poder dormir durante el resto del año y no despertarme hasta que las cosas vayan bien. U ojalá despertarme y ver que todo lo que pasó fue un simple sueño. Una pesadilla.
Pero no.
Abro los ojos, los cuales siento totalmente hinchados y pesados, y me doy cuenta de que todo ha sido real. Las imágenes de lo sucedido anoche, de las palabras de Tyler y de pensar que ayer se acostó con Jessica cuando yo estaba intentando ponerme en contacto con él, vuelven a mí como si de una tortura se tratase.
Las chicas siguen una a cada lado de mi cama –yo en medio– y la miro un momento antes de arrastrarme por la cama y levantarme de ésta con cuidado, intentando no despertarlas. Al ponerme las gafas y fijarme en la hora, veo que son las 10 de la mañana.
Suspiro y entro directamente en el baño, donde me quedo unos minutos. Me miro en el espejo y me doy cuenta del mal aspecto que tiene mi rostro a pesar de haber dormido del tirón. Es como si necesitase infinitas horas de sueño para sentirme más descansada. Me mojo la cara con agua fría repetidas veces y, al mirarme de nuevo, veo como el hinchazón de los ojos parece haber disminuido un poco.
Nunca te dije que te quería, resuena en mi mente una y otra vez.
Cierro los ojos con fuerza, sintiendo como mi corazón se aprieta en un puño, antes de sentir de nuevo las lágrimas inundar las cuencas de mis ojos. No quiero llorar otra vez. Ya suficiente lo hice anoche.
Pero esas palabras y, en general, el resto de la conversación, se repiten durante el siguiente minuto. Y, al final, no puedo contenerlas más y mi rostro vuelve a estar repleto de lágrimas que recorren mis mejillas sin parar. Me apoyo en el lavabo bajando la cabeza, e intento no hacer ruido para no despertar a mi mejor amiga o a mi hermana.
Aunque apenas unos minutos más tarde alguna de las dos llama a la puerta.
–¿Nora? –pregunta Selena al otro lado de la puerta, en voz baja–. ¿Puedo entrar?
No contesto. Y eso parece ser suficiente para ella cuando, segundos más tarde, abre la puerta lentamente y se asoma al interior del cuarto de baño.
En cuanto nuestras miradas se cruzan, su expresión cambia a una totalmente compasiva, preocupada, y entra rápidamente en el baño. Cierra la puerta tras ella y llega a mí.
–Nora…
–Ya, sí. Lo sé –me seco las lágrimas y sorbo por la nariz–. Sé que no merece la pena y, bla, bla, bla… pero yo… –hago una pausa–. Selena, yo le quiero.
–No es que no merece la pena que llores por él, es que no te lo mereces tú –agarra mis manos–. Eres mi mejor amiga… no, eres más que eso, eres de mi familia, y no quiero verte así. No cuando hasta hace dos días parecías la chica más feliz del mundo.
–Hasta que me enteré de que Tyler me ha engañado y mi madre ha vuelto a las drogas.
–¿Y de verdad piensas que quedándote aquí, así –me señala– vas a conseguir superar algo? Porque ya te adelanto yo que no.
Un silencio se forma entre nosotras. Sólo es interrumpido por mis hipidos cada pocos segundos hasta que yo, finalmente, vuelvo a hablar.
–¿Sabes? Ya no es que dos de las personas a las que he querido en mi vida me hayan engañado con chicas dignas de pases de modelo y yo tenga la autoestima por los suelos, es… todo lo que me dijo Tyler para que olvidase eso y confiase en mí, como tú siempre me decías. Es… como creía que me miraba, las palabras que me decía… es todo lo que hizo para que, de repente, su ex vuelva y ya decida olvidarse de mí –cojo aire–. Es cierto. Nunca me dijo que me quería. Pero… quería pensar que lo hacía. Nunca me dijo nada para demostrarme lo contrario cuando se lo dije, al contrario, y… –me interrumpo, negando con la cabeza–. Y encima mi madre vuelve a todo lo que en su día nos hizo sufrir a todos muchísimo, cuando prometió que no lo haría. ¿Sabes lo que pensé cuando me llamó Olivia anoche? Que con ella podrían terminar lo que conmigo no hicieron porque mi padre no estaba en casa.
–Pero está bien. Al final, las dos lo estáis.
–No, Selena. Yo no estoy bien –me encojo de hombros–. No cuando siento que mi vida vuelve a ir hacia atrás cuando yo pensaba que todo me iría bien. Supongo que he sido una ilusa todo este tiempo.
–No lo has sido, Nora –niega con la cabeza y se queda mirándome unos segundos sin decir nada hasta que, al final, continúa–: Mira, te voy a decir unas palabras que me dijiste tú hace unos días, en el entierro de mi vida. Y es que no va a ser fácil, te has ilusionado y tu madre te ha vuelto a fallar, así que te va a resultar difícil. Pero… sé que terminarás olvidando esto y seguirás con tu vida. No será fácil, pero lo conseguirás –sonríe compasiva–. No es comparable esto con lo de mi madre, pero… esas palabras me sirvieron a mí para seguir adelante y no recordarla siempre llorando. Así que aplícate los consejos que siempre me das, y sigue adelante con tu vida sin pensar en las personas que te han fallado.
–El problema es que seguiré viendo a Tyler en el trabajo. Y a mi madre… –niego con la cabeza, suspirando–, me va a costar mucho volver a verla como si nada.
Se vuelve a quedar mirándome unos segundos de más callada, aun agarrando mi mano con suavidad.
–Mira, eres una chica increíble. Y no te lo digo sólo porque seas mi mejor amiga. Es la verdad. Y a las personas como tú, siempre le acaban llegando cosas buenas. Tarde o temprano pasará. Y, ¿sabes qué? –hace una pequeña pausa–. Yo me voy a encargar de que esas cosas buenas empiecen ahora, porque no quiere verte llorando por un imbécil ni por tu madre tampoco. Así que te vas a lavar la cara, vamos a ir a la cocina, vamos a preparar un desayuno enorme y vamos a desayunar con tu hermana. Así que… venga –señala el lavabo–. Empieza ya.
Suspiro, pero le hago caso y me inclino de nuevo sobre el lavabo, mojándome la cara con agua fría. Al volver a mirarla, ella me hace un gesto para salir de allí, pero antes de que lo hagamos, la abrazo con fuerza.