Tal vez, para Siempre (bilogía) Libro 1

CAPÍTULO 9

Me detuve agitado frente a la puerta de la clase de química. Apoyé mis manos sobre mis rodillas porque ya no podía respirar bien. Entre que me reía y corría, todo el aire había abandonado mis pulmones.

No sabía si ella me seguiría, pero lo mejor era alejarse de ahí. Quise entrar a la clase, pero el profesor no me dejó hacerlo. Me senté en el pasillo, ya sabía que no me dejaría entrar; y necesitaba relajarme. No era la primera vez que me quedaba afuera, pero no me gustaba hacerlo. Todas esas acciones me bajaban la nota y podían dejarme fuera del equipo. Ahora más que nunca debía tener cuidado con eso, con el antiguo director no me hacía muchos problemas, pero el papá de Amalia era igual o peor que ella.

 

El rato me había hecho olvidar lo de Irina, pero sabía que al final debía decidir qué hacer. El timbre volvió a sonar y la última clase del día ya estaba ahí. Pensé en reportarme enfermo, esa sería una excusa perfecta para evitarla. «No lucas, no puedes ser un cobarde, ¿qué tan difícil puede ser?» Me dije a mí mismo, yo era un hombre, no podía tenerle miedo a eso, y mucho menos a una mujer.

Me puse en pie y me dirigí a la clase de Biología. Diego ya se encontraba sentado en el mesón, levantó la cabeza como un gesto de saludo.

—¡Qué hay! —Chocamos los puños y me senté a su lado.

—Todo bien. —Mentí. La verdad es que era un caos completo. Estaba preocupado por Amalia. Esperaba que no se me hubiera pasado la mano con la broma, temía que en cualquier momento su padre apareciera por la puerta para expulsarme; y por otro lado, tenía pánico por lo de Irina.

La clase empezó sin más, concentré toda mi atención, pero no paraba de mirar a la puerta esperando a que se apareciera el director Brown. En el fondo deseaba que así fuera para poder librarme de mi novia.

 

—Lucas…Lucas…. ¡Lucas! —Gritó Diego zarandeándome. No supe en qué momento de la clase me había quedado dormido. El cansancio al final me había agotado.

—¿¡Qué!? —Pregunté atontado.

—Ya terminó la clase.

—¡No!

—No te preocupes, no dijo nada importante —él pensó que mi reacción había sido por perderme la clase.

—Diego, dime que necesitas que te acompañe a algún lado.

—¿De qué hablas?

—De nada —dije soltando un suspiro—. Nos vemos.

No iba a quedar como un cobarde, fuera lo que fuera, tenía que hacerle frente. Los estudiantes empezaron a salir, aglomerándose en el pasillo. Escuché risas y murmullos en la dirección hacia donde iba. No quise formarme especulaciones, pero estaba bastante seguro de qué era que se reían.

Tenía un poco de miedo, pero al mismo tiempo curiosidad por verla. No me equivoqué al pensar el motivo de las risas. Amalia tenía puesta la camisa gigante pero ahora estaba hecha tiras. Se podía entrever la ropa que llevaba debajo. No pude evitar reírme igual que los demás. Se veía chistosa, pero de inmediato me arrepentí de lo que había hecho.

Me di cuenta de que varios chicos comenzaron a verla de otra forma, ellos no se reían, sino que la miraban con ojos de lascivia. ¿Cómo se atrevían a mirarla así? Unas ganas intensas de romperles la cara se apoderaron de mí.

—¿Qué piensas hacer? —Me preguntó Eric, no supe en qué momento se puso detrás de mí, se había dado cuenta de mis intenciones.

—¿No ves cómo la están mirando? —Dije lleno de furia.

—Apuesto a que tú le hiciste eso en la ropa ¿me equivoco?

—No.

—Entonces ¿qué es lo que te molesta? Tú lo provocaste, ahora te aguantas —. Me jaló hacia atrás, haciendo que lo mirara—Irina me dijo que te espera donde quedaron.

Esa bocona no podía quedarse callada, seguramente se lo había dicho a todos. Eric no me insinuó nada, pero por su mirada supe que sabía a qué lugar se refería Irina.

Me quedé mirando a Amalia unos segundos más, deseaba que volteara a verme si quiera para que notara que estaba ahí. Pero no lo hizo, en cambio supo sacarle provecho a la situación. Ella no era como me lo había imaginado, no era la típica chica nerd y tímida, parecía ser bastante popular en su grupo de clases, era bonita y extrovertida, ella era definitivamente todo lo opuesto a lo que una vez pensé.




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