Tal vez, para Siempre (bilogía) Libro 1

CAPÍTULO 24

El día de la cena había llegado; y me sentía particularmente nervioso, el papá de Amalia era el director de mi escuela y un militar retirado; según ella, él era un hombre estricto y anticuado, así que ya me estaba preparando mentalmente para lo que venía.

Aun así, me parecía extraño que aquel hombre hubiera accedido a conocerme. Por nuestros primeros encuentros, me había imaginado que Robert Brown era un tipo bastante serio y decente; pero jamás imaginé que terminaría siendo algo así como mi suegro.

Le conté a mi madre sobre la cena. Ella parecía bastante entusiasmada con la situación, mi padre; por el contrario, no. Seguía sin agradarle Amalia o su familia y no me quedaba demasiado claro el por qué.

—Te va a ir muy bien, hijo —decía mi madre mientras me acomodaba la corbata. Al principio me negaba rotundamente a vestir de traje para ir a cenar con los padres de Amalia, pero mi mamá insistió en que debía ir bien vestido, pues era una familia bastante pudiente. Incluso mi padre también la secundó.

—Conozco a la mamá de esa niña, créeme, les gusta la gente que se viste bien. —Comentó.

Tragué saliva, a pesar de que había tomado ya como seis litros de agua, seguía sintiendo mi garganta seca. Creo que los nervios me la ponían así.

Me despedí de mis padres y tomé el auto, al menos eso sí iba a poder hacer. Amalia ya sabía que era de esas personas que llegan tarde a todo, así que me dio una hora diferente para asegurarse de que llegara a tiempo.

Estacioné frente a su casa y la contemplé. Nadie había salido a recibirme todavía y estaba considerando seriamente salir corriendo, el traje me daba calor, a pesar de que las temperaturas ya habían empezado a descender bastante.

La luz del pórtico se encendió y ella salió a recibirme. La vi soltar una risita nerviosa mientras caminaba hacía mí.

—¡Ja, ja, ja! ¿Qué te pusiste? —Preguntó aguantando la carcajada que quería soltar. No pude evitar sonrojarme hasta el límite.

—¿Qué tiene de malo?

—¿Acaso vas a cenar con la reina de Inglaterra? —No la contuvo más y se echó a reír.

—Pensé que debía vestir elegante —dije apenado.

—No importa —dijo secándose las lágrimas de tanto reír—, igual te ves muy guapo —se puso de puntitas y me dio un ligero beso en los labios.

—Espero que tu papá piense eso y no se ría, ya estoy bastante nervioso.

—Relájate, lo peor que puede pasar es que te expulse del colegio.

Abrí los ojos como platos—¿¡Qué!?

—¡Ja, ja, ja! ¡Estoy bromeando, Lucas!

—No me estás ayudando —dije nervioso. Los seis litros de agua estaban empezando a surtir efecto, y ahora; tenía ganas de ir al baño.

—Vamos —Amalia tomó mi mano y eso me hizo sentir mejor. Entramos a la casa y lo primero que vi fue una enorme sala de estar, era bastante amplia, con sillones y muebles muy finos; pero para mi sorpresa, no había nadie.

—¿Dónde está tu familia?

—En la cocina.

—Amalia, antes de conocerlos, necesito ir al baño.

—Está bien, ven conmigo —me jaló del brazo y comenzó a subir las escaleras. En otra situación eso no me hubiera incomodado para nada; pero tenía pánico de que su padre apareciera de la nada y me viera a solas con ella en alguna habitación; seguramente me mataría.

Atravesamos un largo pasillo para llegar a otra pequeña estancia, esta era circular. Había dos puertas a cada lado y en el centro un pequeño sillón acomodado con almohadones, una lámpara y una planta decorativa.

—Ahí es el baño —dijo señalando la puerta a mi izquierda.

Entré donde me indicaba y me puse en marcha rápidamente; después de todo, seis litros de agua no se expulsaban tan rápido.

Me miré al espejo mientras me lavaba las manos, se notaba a kilómetros que estaba muy tenso y nervioso. Tomé aire profundamente para intentar calmarme.

—Tú puedes con esto —me dije a mí mismo—, solo es una cena.

Cuando salí de la habitación Amalia no estaba en la salita, imaginé que había bajado a la sala del primer piso. Me sorprendía lo calmada que ella parecía a comparación de mí. Bajé rápido las escaleras y; efectivamente, ahí estaban.




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