El año nuevo estaba cada vez más cerca; y esta vez, la íbamos a pasar juntos sí o sí. Habíamos organizado con mis amigos y los de ella; para pasarla en la casa del lago de Ian.
Las nevadas habían cesado, pero todavía se mantenía la nieve y el frío.
—Hagamos una fogata —sugirió Daniel.
—Definitivamente haremos una —le respondió Diego.
Al final seríamos nueve personas pasando el año nuevo juntas. Mis amigos y yo; Amalia, Janet, Camila y Víctor. Estos últimos tres, amigos de Amalia. A las dos chicas ya las conocía porque iban al mismo colegio. Pero Víctor era un vecino y su “mejor amigo”. Me sentía un poco celoso de este supuesto mejor amigo, pero intenté no hacerme expectativas.
Me había comprometido a esperarlos en mi casa; Daniel y los demás se irían a parte en otro auto, porque éramos demasiada gente para caber en uno solo.
Cuando llegaron me relajé por completo. El mejor amigo de Amalia no era nada por lo qué preocuparme. Podía notar desde donde estaba; incluso antes de que se bajara del auto; que era gay.
—Pulga —le dije, la tomé de la cintura y le di un enorme beso en los labios.
—¡Ay! Me muero de ternura —dijo el amigo—. Mucho gusto —, me extendió la mano y yo se la di—Soy Víctor.
—He oído de ti —le dije.
—Y yo de ti —quizá fueron cosas mías, pero sentí que me hacía ojitos.
Saludé a Janet y a Camila; y terminé de ayudarles a bajar las cosas para poder irnos.
—Esto será emocionante —dijo Amalia entusiasmada.
Nos subimos todos al auto y emprendimos el viaje. Debíamos salir temprano en la mañana para poder llegar a buena hora. Por suerte las vías no estaban tan congestionadas como habíamos pensado.
Al llegar, el paisaje que había vislumbrado la última vez que estuve ahí, había cambiado por completo. Los árboles se encontraban cubiertos de nieve; y el lago estaba totalmente congelado. El techo de la casa se encontraba cubierto de nieve también; y en un todo, el lugar se veía espectacular.
Víctor exhaló un suspiro cuando vio el lugar, la otra chica; Camila, también.
—¡Wow! Este lugar es increíble, siento que estoy en Arendele —dijo el chico.
—¿Arendele? —pregunté confundido.
—Frozen, querido, ¿libre soy? ¿Ana, Elsa? ¿Nada? —lo miré con la confusión pintada en el rostro, no tenía idea de qué estaba hablando.
—Ama las películas de Disney, no le hagas caso —me dijo Amalia.
Diego, Daniel y los demás ya habían llegado, tan solo por unos cuantos minutos de diferencia.
Entramos las cosas a la casa y nos pusimos manos a la obra. Estaba haciendo mucho frío y teníamos planeado hacer una fogata enorme para antes de la media noche.
—¿Dónde vamos a dormir? —preguntó Camila.
—No vamos a dormir —dijo Ian haciendo bailar una botella de ron frente a ellos, mientras se reía—pero bueno, si quieren una habitación, aquí hay varias. Síganme.
Hasta ese momento no me había puesto a pensar dónde iba a dormir Amalia, ¿querría dormir conmigo de nuevo? Estando aquí las cosas eran diferentes, podríamos tener una habitación solo para nosotros y eso me ponía nervioso.
No iba a negar que la veía de esa forma, y muchas veces había sentido entre los dos una fuerte pasión difícil de controlar; pero me seguía sintiendo inseguro, además no sabía qué pasaba por su mente, tal vez ella no estaba pensando en eso conmigo.
Volteó a mirarme como si pudiera seguir el hilo de mis pensamientos; y no pude evitar sonrojarme por pensar en ella sin ropa. Se echó a reír de la nada y realmente me preocupé pensando que quizá si podía adivinar mis pensamientos.
—Janet, Camila y yo dormiremos en el mismo cuarto si es posible —dijo de pronto. Una parte de mí se decepcionó.
—Pensé que dormirías con él —dijo Ian señalándome. Hubiera preferido pasar desapercibido en ese momento.
—No es necesario —respondí pasando una mano por detrás de mi cabeza.
—Lo siento Lucas, es que no las quiero dejar solas —dijo excusándose.
—Está bien —le sonreí porque no quería que pensara que eso me molestaba.