Tal vez, para Siempre (bilogía) Libro 1

CAPÍTULO 38

AMALIA

 

Un mes había pasado desde que Lucas se había ido y mi corazón había perdido una parte de sí.

Mi cerebro todavía no procesaba cómo había sucedido todo tan rápido. Hacía dos meses él y yo estábamos bien, habíamos viajado a la playa, habíamos tenido nuestra primera vez juntos, y ahora; estaba a tres mil kilómetros de mí, en una Universidad donde seguramente ya me había olvidado.

Hablar con Janet era lo único que me distraía de la tortura de no verlo.

—¿Has sabido algo de Lucas? —me preguntó.

Nos encontrábamos en una cafetería ya bien entrada la tarde tomando un café.

—Siempre hablamos, pero hace dos días que no me responde los mensajes —le dije intentando sonar despreocupada.

—¿Crees que ya te olvidó? —preguntó sin anestesia.

—No lo sé —aunque me moría por negarlo, la realidad era que no tenía idea de lo que estuviera pasando allá, y tampoco de lo que pasaba por su mente. Lucas a veces era una hoja en blanco, imposible de leer.

—Amiga, te dije que no debiste hacerlo —dijo refiriéndose a lo que había pasado en la playa.

—No me arrepiento de eso Janet, ya te lo dije. Yo quería hacerlo, él ni siquiera lo insinuó, fui yo la que lo buscó.

—Eres increíble, yo nunca lo haría —tomó un sorbo de su café.

—Y es por eso por lo que somos como el día y la noche, pero no puedo estar sin ti.

—¡Ja, ja, ja! Ni yo sin ti, necesito de tu perversión —dijo riendo.

—Y yo de tu inocencia para que me mantengas controlada —le guiñé un ojo y soltamos una carcajada.

—¿Crees que Eric me engañe por eso? —preguntó llena de dudas. Ella y Eric, habían empezado a salir. Todavía me preguntaba cómo.

—No lo conozco demasiado, pero, no creo que sea ese tipo de chico.

—A veces me da miedo no ser lo suficientemente buena —se quejó bajando la cabeza. Yo amaba a mi amiga; pero a veces me daban ganas de golpearle la cabeza contra la mesa. Me frustraba demasiado su baja autoestima. Giré los ojos hasta ponerlos en blanco y ella resopló.

—No seas tan modesta, lo eres. Nadie más tiene que creerlo, si él no te aprecia entonces solo di “next” y listo.

—¿Harías tú eso con Lucas? Si te estuviera engañando ¿simplemente le dirías “next” y listo? —su pregunta me molesto, pero tenía razón; no creo que fuera tan fácil para mí dejar a Lucas; ni siquiera sabiendo que me ha engañado. Pero como el mundo se compone de mentiras piadosas, una mentirilla blanca para darle a mi amiga el valor que le hacía falta, no le haría daño.

—¡Por supuesto! Yo me valoro, tú también debes hacerlo.

—No te creo nada, Amalia —dijo recriminándome.

—¿Por qué no?

—El otro día me contaste que lo viste con la antipática de Irina, y estaban hablando de una promesa, ¿acaso ya lo olvidaste?

—No. —Recordarlo me hacía hervir la sangre. Lucas no se había dado cuenta en todo ese tiempo; pero Irina había estado haciendo hasta lo imposible por sabotearnos. Cada vez que me la encontraba en el pasillo no perdía la oportunidad para “susurrar” que Lucas solamente estaba jugando conmigo. Por supuesto yo la ignoraba, pero ese día en la cafetería la actitud de Lucas me pareció muy sospechosa.

Fingí que no le había prestado importancia al asunto, pero la verdad es que esas palabras habían estado dando vueltas en mi cabeza desde ese día.

—¿Realmente no has pensado en esa posibilidad? ¿De qué te esté engañando con ella? —preguntó.

—Janet, no quiero pensar en eso.

—¿Por qué no? Ya te he dicho que Lucas no me inspira confianza, y me parece muy raro que se haya ido justo después de que ustedes…

—¡Ya! Por favor para. —Estaba intentando controlarme para no lanzarle el café en la cara; era mi mejor amiga, pero a veces se ponía excesivamente sincera.

—Lo siento, Lia, pero tengo que decirte las cosas.

—¿Crees que quiero escuchar “las cosas” justo ahora? Lo extraño, me hace tanta falta que siento que voy a morir, lo que menos quiero es pensar que me engaña.




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