Tal Vez Sea El Destino

1

EL COMIENZO

Me encantaría empezar esta historia con algo feliz y alegre, tal vez no diciendo que la protagonista estaba cagada de miedo porque en mitad de la noche la perseguía la policía.
Si, aja, ya sé, bonita manera de comenzar.

Ahora, ¿por dónde debería empezar a contarles mi historia? Podría ser desde el momento que conocí a una persona que aparentaba ser alguien y terminó siendo otra. Esa persona guardaba secretos y mentiras sobre su pasado y sobre quién era en realidad.
Podría contarles como ese amor se transformó en odio, hasta el punto de estar apuntando un arma a su cabeza.
La peor parte de todo este engaño fue que, como lo idiota que soy, me enamoré de él.
Si, si, ya sé. Enamorarme de mi enemigo no estaba en mis planes, pero podía utilizarlo a mi favor. Aunque me terminara destruyendo.

Ahora ... ¿Donde estábamos? ¡Ah sí! Estaba escapando de la policía. No pregunten porqué, creo que es mejor así.

Mis piernas se movían a gran velocidad, probablemente causada por el miedo y adrenalina que sentía en ese momento.
Mi corazón latía a mil por hora y sentía como me dolía todo el cuerpo de tanto correr.
Es en estos momentos que odio no ser una persona que hace deporte, porque mi resistencia es una mierda.

Derecha. Doblé hacia esa dirección, y traté de perder a los policías. Gracias a la virgencita que no estaban persiguiéndome en auto, porque si no estaría jodida.

Traté de perderlos doblando y metiéndome en calles que no debería, pero conocía. Finalmente lo logré cuando un grupo de chicos borrachos salieron de la nada y los interceptaron. Claro que no fue pura suerte, este "grupo de chicos" eran mis amigos y justo antes de que la policía me encontrara robando los archivos, les pegué una llamadita y les conté la situación.

Todo estaba planeado. Nadie iba a dejar que no me llevara esos archivos.

Reduje mi paso y miré hacia atrás y a los costados para ver si seguían persiguiéndome.
Claro que no.
Me detuve por unos segundos, pero seguí caminando, esto no había terminado.

Llamé a Ryan y le dije que ya estaba llegando a su casa con lo que quería.

En unos minutos, me encontraba tocando su puerta. El la abrió rapidísimo y me miró con cara de asombro.

—No pensé que lo lograrías— dice Ryan —Ven, quítate esa máscara y entra antes de que te encuentren.

Entro a su departamento y me quito la máscara negra, soltando mi cabello negro que estaba recogido.

El cierra la puerta y se pasa una mano por el pelo. Se lo ve estresado y con unas ojeras tremendas, pero obvio, no le quitaba lo atractivo.

Ryan tiene pelo castaño y ojos claros. No es un chico alto, pero si me lleva unos cuantos centímetros.
En ese momento se encontraba sin camisa y con jeans. Aunque era flaco, tenía un buen cuerpo. Esos abdominales y esos músculos bien formados con pequeños tatuajes en el brazo izquierdo, hacían que fuera atractivo.

—¿Tienes los archivos? — pregunta desesperado.
—¿Tienes el dinero? — pregunto. Claro, él es mi amigo, confió en él, pero no era ninguna idiota.
—Yo pregunté primero.
—No me vengas con esa mierda. Tienes el dinero ¿sí o no?

Él se me quedó mirando por un rato. Ya me estaba poniendo un poco nerviosa.
Suspira y camina hacia su habitación. Vuelve con un bolso negro y me lo tiende.

—Lo prometido.

Tomo el bolso y lo apoyo sobre la mesa de la sala. Todo está ahí. Mis queridísimos seis mil dólares.

Sonrío y le doy los archivos —Más te vale que sean importantes, porque me costó casi mi cabeza conseguirlos.

El solo asiente y abre las tres carpetas. Observa las diferentes hojas que hay en ellas y deja escapar un gran suspiro de alivio.
Es lo que él quería. Lo que me había pedido.

—Parece que al final no eres tan inútil.

—Gracias, creo. — le contesto con una sonrisa. —¿Me vas a decir que hay en esas carpetas que equivale a seis mil dólares?

Ryan me observa de pies a cabeza —Te lo diría, pero eso significaría que tendría que matarte, y para ser sinceros, no quiero eso.

Yo solo me quedo ahí parada confusa por lo que acaba de decir ¿Qué tenían esos archivos que eran tan importantes? Tal vez era algo tipo top secret como en Misión Imposible.
No lo sé, lo único que sabía es que no quería morir así que dejé de indagar y me metí la curiosidad por la parte de atrás.

Asiento y desvío la conversación para otra dirección. Ryan me conoce desde hace un tiempo. Nos conocimos afuera del colegio. Una noche me salvó de que unos tipos me robaran mi celular, y así fue como surgió nuestra amistad.
Lo veo como un hermano mayor. Él tiene 19 años. Ya terminó el colegio y todavía no empezó la universidad. Aunque no le sobra plata, claro. Es lo que pasa cuando eres el maldito hijo de uno de los empresarios más conocidos de la ciudad.

Pasé la noche en el departamento de Ryan, y bien a la madrugada salí para la mía. Todavía sentía curiosidad sobre esos archivos, pero el dejó muy claro que no debía meterme. Seguro estaba tratando con personas peligrosas y quería cuidarme, pero se le olvido que yo también podía ser bastante peligrosa.

Me dejó a dos calles de mi casa. Según el, tenía que hacer algo. No sé qué puede llegar a hacer a las cinco de la mañana, pero como sea.

Camino la calle solitaria. El frio pegaba contra mi cuerpo y lo único en que podía pensar es en lo enojada que va a estar mi mama cuando me encuentre en la mañana. Tengo una mochila colgando de mi hombro con ropa adentro, para esconder el dinero. Saco mi celular porque vibraba como loco. Tengo tres llamadas perdidas de Sam, mi mejor amiga, y muchas y muchas llamadas perdidas y mensajes de mi mama.

Cuando finalmente estoy cerca de mi casa, veo a un chico sentado en el techo de la casa del frente. Según los rumores, se mudaría una nueva familia. Nadie sabe quiénes son o porque se mudaron.




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