Un viaje a mi pasado.
Cuando era niña, consideraba a mi padre como un héroe. Creo que a todos nos pasa, ¿saben? Idealizar a nuestros padres, hasta que crecemos y la manera en que los vemos cambia, tanto para bien como para mal. Bueno, la mía fue de mal en peor.
Debería explicarles mi relación con mi padre para que entiendan más mi historia, además de que les ayudara a resolver algunos cabos sueltos en el futuro.
Verán, Jones y yo siempre fuimos complicados. De chica no estaba siempre presente, pero se encargaba de aparecer en las fechas importantes, como cumpleaños, navidades, las fiestas de Halloween, su aniversario...
Cuando cumplí 13, el no estuvo ahí. Dijo que me lo iba a compensar y que a los 15 años me daría la mejor sorpresa del mundo. Vaya sorpresa Jones...
Para mi cumpleaños de 14, llego tarde y con la cara toda moreteada. Le pregunte que le había pasado y solo me entrego mi regalo, el cual era un cuaderno con anotaciones que no entendía, fotos de lugares que no conocía. Y cuando le pregunte: —¿Qué es esto papa? El solo sonrió y respondió: —Tu regalo de cumpleaños, obvio.
Nunca supe muy bien de que trabajaba mi padre hasta mis quince. Esa noche tan especial termino siendo aterradora y emocionante al mismo tiempo. Era una niña que solo pensaba que al fin podría estar con su padre y conocer un poco más de su mundo. Me llevo a un bosque, bien lejos de casa. Llegamos a una cabaña y cuando entramos dijo: —Ahí está tu regalo.
La cabaña era de amplitud media, bien escondida entre los árboles. Era de una madera medio oscura que se distinguía con la luz de la luna. Tenía cuatro ventanas y era de dos pisos con una escalera de madera clara. El segundo piso nunca lo conocí. Jones decía que era su espacio de trabajo y era privado. Su único mueble era una mesa chica donde yacía mi regalo.
Emocionada fui corriendo a abrirlo. Pero nunca me imagine lo que encontraría.
Sabía que mi padre nunca me lastimaría, de eso estaba segura, pero debo admitir que en ese momento tuve miedo de lo que pasaría después.
Dentro de la caja había un estuche de un color medio bordo, que tenía tallado mis iniciales: M.L.R. Por dentro tenía una tela azul. Ese era el estuche cargaba mi primera arma.
No inmute no un sonido. No me moví, no hable, solo me quede observando el arma.
—Se que es un poco pronto para darte estas cosas, pero me vi necesario a hacerlo. —había dicho. Se posiciono al lado de mí y dijo, —Cárgala. Sin miedo.
La tome con ambas manos. Mi mano derecha tomo el cañón y la izquierda el gatillo. La sostuve con mis manos y pude detallar lo bella que era. Su color era negro con algunos destellos plateados. También llevaba una inicial pero solo la M de María. Era de tamaño mediano, pero sí que pesaba.
—¿Por qué me regalas esto? Antes dijiste que lo viste como algo necesario, ¿Por qué?
Se arrodilla y posa una mano sobre mi hombro, —En el mundo hay muchas personas malas, personas que van a querer hacerte daño. Yo trabajo con algunas personas que han hecho cosas malas pero mis enemigos son aún peor. Veras, hay billones de habitantes en este planeta, y muchos de ellos son malos. Algunos porque nacieron asi, otros por las malas influencias a su alrededor y otras personas simplemente fueron víctimas del mismísimo mundo. Te doy esto porque es necesario que sepas defenderte en un mundo donde muchos intenten lastimarte.
—¿Tu... eres una de esas personas que ha hecho cosas malas?
—Si, en si es parte de mi trabajo.
—¿Tú me vas a enseñar como usar esto? —pregunto y el asiente.
Ese fue el día en que mi vida cambio. Me hice fuerte por mi padre. Esa semana comenzamos con las clases de defensa personal y tiro.
Siempre utilizábamos el bosque para practicar y entrenar. Era como nuestro lugar secreto.
A los 16 ya estaba más avanzada y los entrenamientos comenzaban a tomar un poco más de intensidad.
Mi padre venia dos semanas por mes, que es mucho más de lo que podía pedir. Esto también ayudo a que desarrollara mayor confianza en él. Nunca le pregunte si había una verdadera razón detrás de todo esto. Hace un año creía que todo se debía a que el algún día no estaría para protegerme y es por eso por lo que yo debía protegerme sola, pero de cierta forma siempre dude las intenciones de mi padre.
Ese mismo año, fue cuando conocí a Ryan y me introduce más en este mundo. Ellos conocían a mi padre, lo cual me sorprendió y desconfiaban de él. Por esta razón, solo me presente con mi nombre ante el grupo, excepto por Jack y Ryan que descubrieron mi identidad y prometieron mantenerla en secreto por seguridad. Para lograr eso tuve que inventarle cosas como: yo no soy como mi padre, no tengo relación con él, nos llevamos mal... cuando en realidad todo era una mentira.
Todo fue una puta mentira.
No me malinterpreten, Ryan y Jack me importan y los quiero mucho, pero nuestros caminos no se cruzaron porque mágicamente sucedió y se dio asi. No, yo hice que fuera asi, yo me encargue de que funcionara mi plan y me ocupe de cumplir con lo que debía.
Verán, una de las cualidades que aprendí a perfeccionar es el arte de la manipulación. Mi padre solía decir: Una mujer muchas veces puede tener más poder que un hombre, si sabe utilizar las armas adecuadas.
Soy muy buena mintiendo y nunca me dejo en evidencia a menos que sea por intención propia. Se preguntarán porque intentaría delatarme. En algún punto ya lo entenderán.
Mi padre me había asignado una mini mision. Era como una iniciación, o por lo menos lo llamaron asi.
A finales del año pasado, fue cuando todo se fue a la mierda, en el mes de octubre. Jones y yo ya habíamos desarrollado una relación más cercana y se suponía que había confianza. Confianza la cual el traiciono.
Una tarde me enteré de que mi queridísimo padre había hecho una promesa. Ese no era el problema, sino que la promesa estaba a mi nombre, una promesa que yo debía cumplir.
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un romance complicado, adolecente vengativo, romance juvenial
Editado: 01.10.2022