Tal Vez Sea El Destino

16

El Filo de una Sorpresa

 

Volviendo hacia mi casa, me doy cuenta que mi padre, probablemente, ya a este punto se haya enterado de lo sucedido hace rato. También es muy probable que se encuentre en casa.                

Llamo mil veces a Ryan, Michael, Jack, pero nadie me contesta. Intento con Lui y Tyler, pero me manda al buzón de voz.  

Decido calmar mis nervios y no armarme la cabeza. Estoy segura de que están bien. Después de todo lo que paso con Dominique, probablemente los retenga por unas horas, después de todo, el sigue siendo nuestro jefe, pero matarlos es algo que el nunca haria. 

El conductor detiene el auto frente a mi casa. Al bajarme, el acelera y desaparece en la oscuridad de la noche.  

Un viento frio recorre mi espalda, lo que me provoca escalofríos. Saco mis llaves, y ya puestas en la cerradura, las giro dos veces abriendo la puerta, pero no entro. No giro la perilla ni entre abro la puerta. Solo me quedo ahí pensando.   

—Algo no se siente bien. —pienso para mis adentros.  

¿Vieron cuando tienen un mal presentimiento? No saben de donde salió, pero … es como una sensación en el cuerpo que te hace dudar. Bueno, es exactamente lo que me está pasando.  

—Algo no está bien. —vuelvo a pensar.

 

Retrocedo al escuchar un ruido dentro de la casa. Hay dos opciones: una, mi mama se despertó y estoy a punto de tener el castigo de mi vida; dos, mi papa llego de su viajecito. La primera es más probable que la segunda, ya que Jones se suponía que iba a llegar para cenar, y son como las 2 de la mañana y yo salí después de la hora de la cena.  

Sigo dudando hasta que escucho otro ruido. Es definitivo, hay alguien dentro de mi casa. Mi madre nunca se despertaría tan tarde.  

Cierro la puerta y, rápidamente, corro hacia la puerta de atrás. Agachada, la abro con la segunda llave que llevo conmigo. 

Despacio y evitando hacer ruido, abro la puerta y la vuelvo a cerrar. Continuo agachada. Abro el cajón de los cubiertos y tomo una cuchilla chica, que es más fácil de manipular.  

Mi celular comienza a vibrar como loco. Le bajo el brillo y leo los millones de mensajes de Ryan.  

SOS —Ryan.   

¿? —María.  

Sali de tu casa. María salí de tu casa. —Ryan.   

¿Que...? 

¿Qué sucede Ryan? —María.  

No contesta. Perfecto para el momento.  

Apago el celular y pienso en que mierda hacer. Ryan me dijo que me fuera, pero mi madre esta acá, no puedo dejarla. ¿Qué pasaría si intentan hacerle daño? ¿Qué pasaria sí, yo por irme, nunca más vuelvo a verla? No, nunca me lo perdonaría.  

Perdóname Ryan.  

Camino por la cocina, entreabro la puerta para observar el living. Al haber poca luz no logro ver mucho. Cierro la puerta y pienso en un plan. Lo más probable es que ya sepan que estoy acá. Abrí la puerta principal y algo de ruido hice al abrir la puerta trasera.  

—Piensa, piensa...  

Escucho pasos y murmuros. Pego la oreja a la puerta, tratando de entender que dicen. Deben haber alrededor de dos personas.  

Okay... de todas las cosas que hice, probablemente esta sea la peor y más estúpida. —dicen mis pensamientos. Siempre de tanta ayuda.  

Respiro profundamente … terminemos con esto.  

Comienzo a silbar. Si, a silbar. Solo intento inspirar miedo, ¿okay? 

Sigo silbando mientras abro lentamente la puerta.  

—¿¡Quien está ahí!? —pregunta una voz grave, la cual no reconozco.  

Imaginarme que mi madre esta lastimada... que le haya pasado algo... por favor no.  

Vuelven a preguntar. Pero esta vez se acercan cada vez más … y más. Me pego contra la pared junto a la puerta, esperando a que entren.  

—Ve tu... —le susurra un hombre a otro.  

Abre completamente la puerta, y rápidamente, al ver que se adentró por completo en la cocina cargando un arma, la cierro fuertemente.  

El hombre se da vuelta y su respiración acelera. Retrocede hasta chocar con la mesada. Yo me quedo agachada en un rincón oscuro. Me muevo lentamente y al llegar cerca de él, tomo el cuchillo con fuerza y paso el filo por su pierna. Al caerse, le clavo el cuchillo en el hombro y luego lo apoyo contra la piel de su cuello. Haciendo presión, realizo un tajo profundo, provocando que él, con ambas manos, intente tapar su herida mientras se ahoga y su respiración se entrecorta.  

— ¿Nunca les enseñaron que es de mala educación entrar sin permiso a las casas de otras personas? —pregunto.  

Sonrió para mis adentros. Tomo el arma y me posiciono pegada contra la pared junto a la puerta, esperando a que entre el segundo hombre.  

Voy hacia la puerta trasera. La abro y la cierro fuertemente, ocasionando la idea de que alguien salió de la casa, o más bien, se escapó.  

Vuelvo a mi escondite, esperando. Lentamente, la puerta se comienza a abrir...  

¿Tan estúpidos son?  

Al ver el cuerpo, se acerca a él. Pero algo me llama la atención... 

Cargo el arma. Apunto a su cabeza y el rápidamente pone sus manos sobre su cuello.  

—Deja el arma. —le ordeno, y el hombre hace lo que digo. Me acerco, y la pateo con el pie hacia mí.  

—Demasiada tensión, ¿no lo crees?  

Su voz...  

—¿Qué sucede? ¿Te sorprendiste?  

—¿Qué haces en mi casa? 

Ríe, —Para ser una chica, sí que sabes cómo matar a un hombre. Obvio que hay muchas formas de hacerlo, y tu... tú conoces cada una de ellas. —se da vuelta lentamente, y finalmente puedo apreciar su rostro.  

—Nunca dejas de sorprenderme, Eryx. Siempre tan... Impredecible.  

El hace puchero, —¿Qué no te gusta? ¿Lo impredecible que soy?  

Me encojo de hombros, —No pienso mucho en vos como para contestar esa pregunta.  




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