¡Ring! ¡Ring! Escuché entre mis sueños, era mi teléfono. Me levanté con desanimo y froté mis ojos, eran exactamente a las siete con treinta minutos.
— ¿Quién rayos me despierta a esta hora un sábado? — Me dije a mi mismo. En la pantalla de mi teléfono se plasmaba un número desconocido, no suelo contestar el teléfono cuando son esa clase de números, así que colgué y regresé a la cama.
¡Ring! ¡Ring! Volvió sonar, observé y era el mismo número. Colgué de nuevo, cerré los ojos intentando dormir.
¡Ring! ¡Ring! Debía ser una broma de mal gusto, en serio. Tomé el teléfono y respondí.
— ¡¿Que?! ¡Seas quien seas déjame dormir! — y colgué. Para cuando sonó de nuevo capté que no era un número al azar molestando. Respondí.
— Bueno, ¿Quién habla? — Una voz pacífica y nerviosa se escuchó al otro lado de la línea. — ¿Hola? ¿Sato? Soy, soy Ritsu, ¿Me recuerdas? — Mas allá de preguntarme como consiguió mi número, la duda era ¿por que me llamaba a mi?
— ¿Eh? ¿Ritsu? - Reaccioné y me levanté de la cama con rapidez — Ah Ristu... Perdona lo de hace unos segundos... ¿Qué pasa? ¿Cómo obtuviste mi número? ¿Qué necesitas a esta hora? — Intenté no sonar tan molesto.
— Lamento si te desperté, sólo que... bueno, yo quería pedirte ayuda y tu número me lo dio Rica. — No hace falta decir que le escribí un texto para nada agresivo a Rica preguntando porque le da mi número a desconocidos con tanta facilidad.
— ¿Ja? ¿Ayuda? ¿A mí? — me límite a responder.
— Si... lo siento. Olvídalo, gracias por responder y lamento despertarte — la voz de Ritsu se volvió mas nerviosa, eso me hizo sentir mal. No soy tan malvado.
— Bueno, después de todo ya estoy despierto ¿En qué te puedo ayudar? — Emití.
— ¿Seguro?
— Que si, dime.
— Como ya sabes soy nuevo aquí, necesito comprar ciertas cosas para mi nueva casa, pero no conozco la zona y me preguntaba si podrías acompañarme a comprarlas.
— ¿Para eso me necesitas a mi? Y tus padres ¿No pueden ir contigo? — me sentía mal por decirle algo como eso, pero en serio, ¿por que yo?
— Acordamos vernos en el centro a las ocho treinta, pero, yo... No sé dónde queda el centro del pueblo — ¿Acordamos? ¿Había mas gente?
— Espera Ritsu, ¿Acordamos quienes? — pregunté.
— Rica y el resto. Ayer antes de volver al salón Rica me dio su número, el tuyo y el de todos... le pedí ayuda a ella primero, pero pensó que era buena idea decirle al resto. — Al resto... ¡Menos a mi! Recién me enteraba de que hoy tenían una salida y si Ritsu no me llamaba no me enteraría nunca. Pero me sorprendió mas el hecho de enterarme de que no fui su primera opción al pedir ayuda, es decir, ¿por que no?
Me tragué todas mis palabras y quite las sábanas sobre mi para sentarme en la cama.
— Esta bien, iré por ti a las ocho con veinte minutos, más te vale estar listo a esa hora, ¿escuchaste Ritsu?
— Entendido, 8:20 estaré listo.
— bien, tengo que colg-.... — Pero Ritsu terminó colgandome primero.
Me vestí lo más rápido que pude, tomé mi abrigo y salí de casa. Mamá todavía estaba dormida, así que le dejé una nota pegada en la nevera, tomé un taxi y me dirijí a la casa de Ritsu.
Cómo siempre, parecía una casa demasiado desolada, como si nadie viviera ahí. Toqué el timbre y Ristu salió. Llevaba unos converse como calzado, con un pantalón negro y la playera metida; tenía un abrigo que le llegaba hasta las rodillas; el conjunto combinaba de maravilla, pero era muy llamativo para un pueblo como este. No pude evitar sonreír, era obvio que no tenía ropa para encajar aquí.
— Vamos será mejor que nos apuremos, ya casi son las ocho treinta. — dije dandome la vuelta.
— Si, lo siento, me atrasé un poco. — respondió el apresurando el paso para seguirme.
— Vamos, tomaremos un taxi. — Esperamos un rato hasta que el vehículo llegó. En lo que íbamos, Rits se la pasó mirando a su alrededor todo el tiempo. Cuando al fin llegamos los demás estaban esperándonos.
— Oigan chicos, llegan tarde - la primera en quejarse fue Rica. Pero no tenía derecho a quejarse, yo ya estaba preparando mis palabras.
— Con que les dijiste a todos menos a mi eh. — Emití viendola con los ojos chinos, ella sonrió nerviosa.
— ¡Perdón perdón! Creí que Ritsu te diría! — aventandole la culpa al nuevo.
— ¿yo? — Dijo en voz baja Ritsu.
— Vamos chicos, no es para tanto, solo llegaron cinco minutos tarde y Rica ta se disculpó Julián. — dijo Lewis poniendo ambas manos sobre los hombros de rica y mio.
— Gracias. — le susurró la chica.
— Bien, ¿Qué compraremos Ritsu? — Sam fue la primera en retomar la conversación, estaba emocionada, a ella le encantan estas cosas.
— Necesito comida, algunos platos, tazas, jabón de baño, utensilios de higiene personal y una que otra decoración, ¡Ah! Y algo de ropa, me siento algo extraño vestido así — Al parecer no era tan ignorante como parecía, al mirar nuestras vestimentas en comparación con Ritsu parecíamos simples mortales, él se veía como miembro de una de una de esas bandas coreanas a la que Rica era adicta.