Después de limpiar el desastre causado por Dan (el perro) Lewis y yo jugamos videojuegos en su habitación, la atmósfera volvió a ser la de antes.
Eran las ocho en punto de la noche, me sentía agobiado por lo que sucedió hace unas horas, pero decidí actuar con naturalidad.
— Oh, ¡Genial! Me volviste a ganar — exclamé haciendo a un lado el mando — ¿Cómo puedes ser tan bueno? No pareces saber ni manejar una consola, ¡pero eres jodidamente bueno en esto Lewis!
— Hay cosas de mi que no sabes jaja — dijo de manera burlesca — hay una feria aquí cerca, ¿Quieres ir? Igual si no quieres, se pueden ver los fuegos artificiales desde aquí.
— No quiero.
— Tan frío como siempre, Ray. Bueno, veamos los fuegos artificiales desde aquí entonces.
— Bien, ¿A que hora serán?
— Los lanzan a la media noche.
— Bien, me iré a bañar. — dije poniéndome de pie.
— Bien, la ropa está en mi armario, toma la que quieras.
Estaba a solas con él y por un momento pensé que tal vez este sea el momento para decirle, pero en seguida esa idea se me borró de la cabeza, me estaba adelantando, tenía que pensarlo mejor.
Me bañé lo más rápido que pude y después de mi Lewis entró. Preparamos comida instantánea para cenar.
° ° ° ° ° °
Eran las once con treinta minutos cuando salimos al balcón de su habitación, el vecindario estaba tan tranquilo y la música sonaba dentro. Eran cerca de la media noche, así que todos están dormidos, por lo tanto, las estrellas resplandecían en el cielo. Miles y miles de puntos brillantes iluminaban la bóveda celeste. Estábamos cerca de diciembre, así que el aire soplaba con más fuerza que de costumbre y, en la oscuridad de la abrazadora noche, tan solo estábamos Lewis y yo.
Me es impresionante la forma en la que a pesar de saber que en el vecindario habían tantas personas, yo sentía que solo Lewis existía.
Mientras sonaba ‹‹I Wanna Be Yours›› de Arctic Monkeys. El tiempo se detuvo y junto con el tiempo mis emociones se desbordan de mi interior que casi puede tocarlas, voltee a verlo, él estaba tan brillante, era como si todo el cielo se postrara ante una persona. Lewis brillaba en el balcón y yo, me sumergía cada vez más en su brillo.
— Hermoso ¿No? — pronunció mientras miraba el cielo.
— Sí, muy hermoso — le respondí, pero yo no me refería a las estrellas.
Quedamos en silencio por unos segundos. Pensé lo que Ritsu me dijo y el nerviosismo se apoderó de nuevo de mi ser, estaba apunto de tomar una decisión... Entonces miré a Lewis de nuevo y mi corazón dio un salto. Me decidí.
— Lewis... ¿Te gusta alguien? — le pregunté antes de que me arrepintiera; tenía miedo de su respuesta. Él se me quedó mirando por unos instantes, después sonrió.
— Sí — dijo mientras esbozaba una sonrisa y miraba el cielo.
Sus palabras me dieron de lleno, sentí como todo el mundo se paró de repente, me quedé en silencio. No puedo explicar como en mi pecho pareció quebrarse algo. Un nudo se formo en mi garganta y contuve las lagrimas que amenazaban con salir de mis ojos. ¿En que estaba pensando? ¿en que me diría que no y después de mi confesión viviríamos felices los dos como pareja? Eso no sucedería jamas.
— Creo que... iré a dormir, lo siento, no podré ver los fuegos artificiales contigo — dije. Me dispuse a entrar a la habitación, no podía contener las lágrimas que querían salir. Estaba aturdido, en mi cabeza varios pensamientos de culpa aparecieron y solo quería llorar.
Entonces cuando estaba a punto de entrar alguien me tomó de la cintura y me abrazó por detrás.
— Eres tú, tú me gustas, Ray — los fuegos artificiales estallaron en el cielo mientras los dos estábamos unidos en un abrazo, mi corazón latía rápidamente, el mundo a mi alrededor que se había parado hace unos instantes, comenzó a girar lentamente.
— ¿Que? — apenas pude pronunciar.
— Dije, que tú eres el que me gusta, Ray.
Me di la vuelta, lo miré a los ojos y él sonrió frágilmente. Eran las doce en punto, mientras sonaba ‹‹Birdie›› de León Larregui, cuando los fuegos artificiales eran lanzados, en el balcón de su habitación, Leweis y yo nos dimos nuestro primer beso.