Es Lunes, las clases de la semana dieron inicio nuevamente, y así como dieron inicio, también terminaron. El profesor nos puso a Ritsu y a mi para trabajar juntos, así que hoy iré a su casa a elaborar el proyecto.
— Ritsu, te veré a las tres, el proyecto es sencillo, así que no tardaremos tanto ¿Quieres ir a los videojuegos después?
— Claro, nos vemos — dijo y se fue tan rápido que apenas pude responderle.
Esa tarde me apresuré a terminar mis quehaceres en casa, le di un beso en la mejilla a mi madre y salí con mi mochila a su casa. Él abrió la puerta apenas toque el timbre, el primero en salir fue Totoro, y sí, se llevó al gato con él y le llamó Totoro.
— Pasa — dijo mientras recogía al gato. Pasé y el cerro la puerta de tras de mi. Su casa, a diferencia de la última vez que estuve aquí, está más limpia y ordenada, cosa que me era sorprendente porque no concebía la idea de que existiera un adolescente de 16 años siendo tan ordenado y limpio.
— Se ve mejor estando limpio — Solté bromeando con él.
— Sí, una vez termine de desempacar, limpié como si no hubiese un mañana, no me gusta el desorden.
— Ya veo. A mi cuarto le vendría bien un poco de tu magia Rits.
— Claro, si me pagas limpiaré con gusto — dijo sonriendo. Ahora estaba en su fase rebelde y bromista — Bien, empecemos con el proyecto traeré comida y la computadora, siéntate — se llevó al gato con él y yo hice exactamente lo que me pidió. Ambos teníamos computadora, así que nos repartimos nuestras partes y cada quien se concentró en lo suyo.
Levantaba la vista de vez en cuando solo para verlo concentrado con la mirada fija en su laptop. Él llevaba una especie de saco tejido de cuello de tortuga color gris, que iba muy bien con el color de su cabello y sus ojos. Me quedé viéndolo unos momentos, ¿cómo podía mantener la concentración por tanto tiempo?
— No acabarás nunca si sigues mirándome en vez de escribir — soltó levantando la cabeza para devolverme la mirada. Di un leve salto y me concentré en mi monitor. Advertí su mirada en mi, pero luego también la concentró de nuevo al computador.
Cuando ambos terminamos discutimos la resolución de la tarea, corregimos mi parte y después de un par de horas terminamos.
— ¡Bien! ahora a los videojuegos — dije parándome y estirándome.
— Está bien, sólo déjame limpiar.
— Yo te ayudo.
— No, está bien, déjalo ahí, yo pongo las cosas en su lugar — Él recogió todo y las puso de una manera tan meticulosa que quise intentar algo. Moví un vaso que él acababa de escorar, sólo lo moví un par de centímetros, una persona normal no se hubiese percatado, pero él, tal y como lo pensé, se dió cuenta. Tomó el vaso y lo colocó tal y como lo había dejando antes.
— Eres un adicto a la limpieza y el orden ¿Lo sabías?
— Tu eres un adicto al desorden — me respondió y yo me hice el ofendido — me gusta ver las cosas en su lugar, es todo. Entonces ¿Iremos a los videojuegos? — dijo mientras se ponía la chaqueta.
— Sí, vamos.
— Comienza a ir, alimentaré a Totoro y te alcanzaré. — Fue por un sobre de comida y se lo hecho en el plato al gato. Yo salí y lo esperé afuera, era la primera vez que salimos juntos y, si no fuéramos amigos y él no fuera un chico, parecería como si esta fuese nuestra primera cita.
— Vamos — dijo mientras cerraba la puerta.
Nos tomó un tiempo en llegar al centro de videojuegos, afortunadamente, no estaba lleno.
— Bien, ¿Jugamos este? — pregunté
— Sí, por mi está bien. — Metimos las modernas y el juego inicio. Comparado conmigo, Ritsu era súper bueno en esto ¿De verdad es su primera vez jugando?
— ¡Joder Ritsu! ¿De verdad es la primera vez que juegas?
— Sí, ¿Por qué?
— ¡Eres muy bueno! — No se lo diría a los chicos, pero él acababa de darme la paliza de mi vida en un videojuego.
— Bueno ¿ y ahora dónde vamos? — preguntó dejando el mando.
— ¿Quieres ir al centro? Hay un juego de puntería muy bueno.
— Vamos entonces. — Nos dirigimos hacia ahí. Pagamos los derechos al juego, él tomó un arma, yo la otra y ambos comenzamos a jugar.
— Mierda, ¿Cómo eres tan bueno en esto también? Tienes muy buena puntería. Si los chicos estuvieran aquí se estarían riendo de mi por perder contra ti dos veces.
— En corea tenía un amigo que me enseñó a disparar un arma, por eso es que soy tan bueno.
— ¿Qué? El pequeño y lindo Ritsu ¿Disparando un arma?
— Hay muchas cosas que no sabes de mi, Julián. — advirtió con un aire pícaro, cosa que solo usaba cuando no estaba en su fase extrovertida o en su fase de inmersión en su mundo.
— ¡Vaya! Y ahora se revela ¿Qué no sabes respetar a tus mayores? — le dije mientras le revolvía el cabello.