Tal vez, Siempre Seras tú. (editando)

3. Día de la mudanza

Aun estábamos en el árbol sentados.

-Muy bien, haremos el pinky promise- juntando sus dedos con los míos. -Prometo ser tu mejor amigo y cuidarte de todos y de todo- Sonrió

-Prometo ser tu mejor amiga y cuidarte de todo-Juntamos los dedos y gritamos -Pinky Promise-

Pasamos un rato viendo los libros que tenía, el me leyó el de Caperucita Roja, y yo feliz escuchándolo, no podía creer que tenía un mejor amigo y más alguien de la realeza, que aún no sabía que significaba, pero era muy bonito sentir tanta felicidad.

-Alexander estas ahí- Escuchamos la voz de la Reina Alexia.

-Si mamá, dila clave secreta- dijo acercándose a la entrada.

-Abracadabra- Dijo ella entre risas

Alexander abrió la puerta.

-Niños ya es hora de comer por favor vengan-Haciendo señas con la mano indicando la salida

-Si- contestamos mientras salíamos

-Que habrá de comer- pregunte

-Son Nuggets de pollo y papas fritas- dijo con su dulce voz la Reina.

-Genial , mis favoritos- Grito Alexander

Nos dirigimos a las mesas y Alexander pego una silla junto a la de él.

-Mejor amiga siéntate conmigo- Dijo con señas hacia la silla.

-Si- Dije contenta.

Esa tarde fue muy increíble, tenía un mejor amigo.

Recordé que en el preescolar nadie quería ser mi amigo o amiga, todos me veían como un bicho raro, no tenía papá, y me hacían mucha burla, mi padre nos había dejado cuando tenía solo 2 años, no comprendía muy bien su partida hasta que me empezó a hacer falta, pero el día de hoy me sentía completa, no podía dejar de sonreír, a lo lejos veía a mi mamá muy feliz, no dejaba de sonreír tampoco, estaba en un ambiente muy agradable para ella.

Después de la comida y de volver a jugar, se dieron las 7 de la noche, mi madre y yo nos estábamos despidiendo de los invitados cuando la Reina se nos acercó.

- ¿Gustarían quedarse a dormir? - pregunto amablemente

Mi madre me miro y me vio la cara de emoción, no dudo en contestar – No sería mucha molestia- dijo apenada.

-Claro que no, ven- dijo la Reina mientras nos llevaba a una habitación de huéspedes, nos entregó unas batas para dormir, y nos comentó que a en una hora pasaría para llevarnos a la sala de cine.

Mi madre me mira asombrada, sin poder creer que nos quedaríamos a dormir en el palacio real, nos vestíamos con las batas y esperábamos a que pasaran por nosotros como había dicho.

Escuchamos la puerta sonar. Mi madre se levanta y abre, un señor de traje negro nos invita a acompañarlo.

-Primero que nada, mi nombre es Beltrán, por favor acompáñenme a la sala de cine- con voz estirada nos dice

- ¿Habrá palomitas? - no pude evitar preguntar

-Por supuesto, palomitas, - dijo sin quitar la vista del pasillo.

Llegamos a una sala enorme, había varios cojines gigantes, sillas grandes y cómodas, una pantalla enorme enfrente de todo, a un lado había una mesa con muchas palomitas y otros dulces.

-Chelsea, por acá- me grito Alexander señalando un cojín al lado del suyo.

-Está muy grande esta sala- dije y mi expresión fue de asombro.

-Si lo sé es mi segundo lugar favorito- argumento mientras comía palomitas

Vimos la película de Mulán una de las favoritas de la Reina, era la primera vez que la veía y quede fascinada con todo.

-Porque lloras- me pregunto Alexander.

-No lo sé es la primera vez que la veo, y está muy bonita- Dije mientras secaba mis lágrimas.

A la mañana siguiente nos pusimos nuestros vestidos de la noche anterior y bajamos, nos quedamos a desayunar y después de un rato mi madre entro con la Reina a un salón para platicar.

Pasaron más de dos horas cuando salieron de la habitación, mi madre lucia algo alegre y triste al mismo tiempo.

- ¿Te gustaría vivir aquí? - Me pregunto con una sonrisa en su rostro.

-Claro que si mamá, esta casota es muchísimo más grande que la nuestra- Dije con asombro.

Mi madre me tomo de la mano y me llevo a un sillón color tinto que se encontraba en el pasillo.

-Chelsea, te diré que la Reina Alexa nos ha invitado a vivir en su gran casota como le llamas, y sin consultártelo primero eh aceptado por las dos- dijo con sus ojos cristalizados como queriendo llorar.

-Mamá está bien, hubiera aceptado de todos modos- dije mientras tocaba su rostro con una de mis manos.

Ella me abrazo y me dijo cuanto me amaba, me dio un beso en la frente y nos dirigimos a la puerta. Nos esperaban en la limusina que habíamos llegado.

Estando en casa mi madre y yo nos preparábamos las maletas, me había comentado que solo las cosas de mucho valor nos íbamos a llevar, así que mi cama, mi ropero, mi escritorio de hacer tareas, se quedaban, trate de quitar unos chicles debajo de él, ya que los íbamos a donar y no quería que se dieran cuenta de cuanto amaba el chicle.




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