Tan libre como puedas

CAPITULO 0

En las afueras de la ciudad, escondido en el centro del bosque se encuentra un bello lago de aguas cristalinas.
Los arboles tranquilamente menean sus hojas danzando con el aire. El aroma a pino te acompaña todo el trayecto mientras estos, a su vez, deleitan tus pupilas. A lo lejos puedes escuchar algún carpintero tratando de hacer su nido y, si tienes suerte y pones atención, el viento llevará consigo el silbido fuerte y claro del cardenal para robarte una sonrisa.

Tranquilidad, paz, armonía, pureza. El bosque alberga cientos de sensaciones sanadoras que pueden aliviar tu corazón con tan solo un roce. Pero, a pesar de su inmensa belleza, el joven afligido no es capaz de apreciarla.
Sin poder aguantar más la presión en su pecho cae de rodillas sobre la hierba húmeda que se esparce como una suave alfombra cubriendo todo el sitio. Su rostro es un desastre y su mente no está mejor.

Su mundo se derrumbó. A ella, que tanto anhelaba y amaba, la perdió por completo. La tuvo entre sus brazos, pero ya no más. Él le ha mentido, pero cual flujo del destino la verdad ha salido y ella ahora lo sabe. Lo sabe todo.

Con la mirada fija en la nada, se mantiene de rodillas a orillas del lago. Inmerso en sus pensamientos. Grita, llora y maldice preguntándose ¿por qué lo hizo?

La claridad no llega a la nube tormentosa que invade su mente y no puede más.

Derrotado, se tumba de lleno sobre la hierba y eleva la mirada al cielo azul. Jamás le había parecido tan brillante y molesto.

Cansado, cierra los ojos, pero aún así las lágrimas no se detienen.

No quiere perderla, pero tampoco obligarla a quedarse.

Tiene que regresar.

Tiene que hablar con ella.

Tiene que dejarla libre.




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