Christal se encontraba en su habitación preparándose para ir con su novio David a la fiesta de graduación.
— ¡Mi niña! Sí no te das prisa, David va terminar por irse solo a la fiesta y después no digas que no te lo advertí — reprocha la tía Helena al ingresar a la habitación.
Christal fué en busca de David quien la esperaba en la sala, ella llevaba un vestido blanco que resaltaba su figura y su cabellera negra suelta que hacía un hermoso contraste con su piel blanca.
— ¡Qué bella estás mi amor! valió la espera. Sin lugar a dudas serás la más bonita de la fiesta — exclamó David.
— No es para tanto, me haces avergonzar — respondió Christal.
Luego de despedirse de Helena, subieron al automóvil de David y partieron rumbo a la fiesta.
El lugar estaba muy bonito y los chicos muy alegres pero Christal se sentía un poco triste.
— David hoy es nuestro último día juntos, mañana te vas. Siento algo de nostalgia ¿Tú no?
—No tanto, me espera un puesto muy bueno en la empresa de mi tío. Al parecer mi primo no quiere asumir sus responsabilidades. El hecho de que no viva en esta ciudad no va a cambiar nada entre los dos.
En ese momento llegó Tamara una rubia hermosa de ojos verdes, muy atractiva, con un cuerpo envidiable y un corazón lleno de maldad.
— ¡Hola chicos! Que felices se les ve hoy.
David respondió con desgano mientras Christal sonrió con desánimo.
Esa noche Tamara tenía planeado seducir a David, por lo tanto lo citó en una habitación muy apartada del salón principal. Una vez que David llegó ella empezó a seducirlo hablándole al oído, besándole el cuello y quitándose el vestido sin ningún pudor. Mostrando todos sus encantos a David que se dejó llevar por la pasión.
— Tamara ¿Qué haces?
— Demostrarte lo mucho que me gustas.
— Esto no es correcto, tengo novia.
— Una chica ingenua que no te va ser sentir lo que yo puedo mi amor. Déjate llevar por tus instintos.
Ambos empezaron a besarse y acariciarse sin percatarse que la puerta estaba sin seguro y Tamara también había citado a Christal al mismo lugar. Christal se dirigió a la habitación donde suponía que la esperaba su novio, al llegar abrió la puerta y se quedó perpleja al ver la escena. David su novio haciendo el amor con Tamara, Quiso gritar pero no le salió voz, sintió que sus piernas se quedaron sin fuerza y no podía creer lo que sus ojos veían, las lágrimas empezaron a deslizarse por sus mejillas, el corazón se le quería salir del pecho y el dolor le envenenó el alma. Salió huyendo despavorida del lugar sin pronunciar una sola sílaba, mientras David ni se percató y Tamara se sintió victoriosa.
Christal salió corriendo de la fiesta. Las calles estaban silenciosas y solitarias pero a ella nada le importaba en ese momento solo quería huir, su mundo, sus sueños con David se habían hecho pedazos en un instante. Cruzó la calle y empezó a caminar sin tener la menor idea donde se encontraba. De pronto en medio de la oscuridad salieron dos hombres ebrios que olían muy mal, los hombres la agarraron fuertemente de los brazos, entre gritos de auxilio y llanto de la chica la arrastraron hacia un callejón dónde empezaron a tocarle su delicada piel y desgarrarle su vestido mientras le decían palabras vulgares. Christal intentaba oponerse pero sus esfuerzos eran inútiles, unos de los hombres le propinó un golpe en la cara que le partió el labio haciendo que sangrara.
— Nena es mejor que colabores ¡La vas a pasar muy bien mamasita rica! No sabes como nos vamos a divertir contigo esta noche.
La chica seguía gritando y pidiendo ayuda aunque el lugar parecía ser bastante solitario. De repente en medio de la oscuridad se escuchó una voz:
— ¡Suelten a la chica si no quieren tener serios problemas!
— ¡Vaya, vaya! pero si es el chico malo de los tatuajes. No me digas que también quieres unirte a la diversión — exclamó uno de los hombres .
Al escuchar estas palabras los ojos de Daniel se tornan más oscuros que la noche. La ira y la indignación se apoderaron de él por la insinuación de aquel idiota. Él era un hombre de baja reputación, conocido en el bajo mundo de las peleas clandestinas como el chico malo pero jamás un violador capaz de aprovecharse de una mujer y mucho menos golpearla.
— TE HE DICHO QUE SUELTES LA CHICA— habló Daniel con voz fuerte.
— No te metas en esto, no es tu asunto imbécil, vete si no quieres tener problemas.
En ese momento lo único que pasó por la mente de Daniel fue asesinarlos. Se abalanzó sobre ellos y con contundentes golpes en cuestión de segundos los tenía derribados en el suelo entre insultos y sangre.
Christal estaba impresionada, con manchas de sangre en lo que le quedaba del vestido, sus ojos se veían llenos de miedo y un golpe en su rostro que le había partido un labio. Con su mirada perdida, temblando y acurrucada en un silencio profundo sin pronunciar palabra.
Él se acercó a ella, la vió tan vulnerable que sintió un vuelco en el corazón. Maldijo para sus adentros lo que le había ocurrido aquella angelical e inocente chica, sin duda la habían violado por qué sus ojos reflejaban tristeza y un dolor muy profundo.
Daniel extendió su mano hacia ella y le dijo:
— No tengas miedo. No te voy hacer daño, deja que te ayude.
Ella increíblemente la tomó y se aferró a él buscando refugio en sus brazos. Al sentir la piel de Christal Daniel se estremeció, hacía tanto tiempo que nadie lo abrazaba así y de alguna forma ella lo hacía sentir vulnerable. Sintió los sollozos de la chica en su pecho, su cuerpo tembloroso y el dolor que su rostro transmitía.
Él se quitó la chaqueta y la cubrió porque su vestido estaba hecho pedazos, sacó un pañuelo del bolsillo de su camisa y le secó el rostro con mucha delicadeza observando los hermosos ojos azules que tenía la chica y ese rostro tan angelical.
— Es mejor que salgamos de este lugar ¿Puedes caminar? — preguntó Daniel con voz ronca.