Tan Solo Una Noche

El hombre de los tatuajes

— ¿Cuál es tu nombre? — preguntó Daniel.

— Me llamo Christal.

— ¿Dónde vives? ¿Te llevo a tu casa?

— No.

— Niña, no seas terca después de lo que pasó es mejor que te vea un médico.

— ¡No necesito un médico !¡No quiero ver a nadie!

— Tampoco puedo dejarte en medio de la calle, entonces vamos a la policía para que coloques una denuncia en contra de esos hombres.

— Te dije que nó… déjame sola… me quiero morir.

— Siento mucho lo que te pasó, pero realmente no sé qué hacer para ayudarte y créeme que no estás del todo segura conmigo, no soy buena compañía.

— No te pedí que hicieras nada por mí. Así que puedes irte ¡Gracias por tu ayuda! —  contestó Christal armada de la poca dignidad que le quedaba.

Al escuchar su respuesta Daniel descubrió que la chica no era ningún angelito como él había pensado, aunque estaba tan vulnerable que daba lástima.

— Si quieres vamos a mi apartamento que está muy cerca de este lugar y aprovecho para curarte la boca. Te advierto que no es la gran cosa y no suelo recibir visitas de tu clase.

Christal que ya estaba un poco más calmada y se había recuperado un poco pero su labio aún sangraba, aceptó sin ninguna objeción.

Caminaron en silencio y llegaron a un apartamento bastante sencillo. Daniel abrió la puerta y la primera impresión de Christal fue desagradable. El apartamento estaba desordenado, olía a humo, alcohol y algo más indescriptible que realmente se hacía insoportable. Él rescató una silla en medio del desorden caótico y ella se sentó con un gesto de desaprobación, mientras él se apresuró a sacar un botiquín del baño.

De todas las personas a las que Christal hubiese podido pedir ayuda, a primera vista este hombre parecía el menos indicado, no existía mucha diferencia entre él y los hombres que le habían agredido solo que Daniel era muy guapo.

Él se acercó a ella con una mota de algodón impregnada con un líquido oscuro que llevó a su labio suavemente haciendo presión en él. 

—¿Te duele mucho?

— Un poco.

Christal se estremeció cuando la mano cálida de aquel desconocido tocó su labio, el dolor se mezcló con una sensación que recorrió su cuerpo haciéndola sentir incómoda. Afortunadamente Daniel no se percató de que  estaba experimentando lo mismo en ese momento.

— Por cierto me llamo Daniel, solo que pocas personas conocen mi nombre — habló Daniel rompiendo el silencio.

— Daniel… Puedo pedirle un último favor.

¿Dime que quieres?

— Me permites quedarme esta noche en tu apartamento, te prometo que mañana me iré muy temprano.

Él se sorprendió ante la petición de la chica pero al mirar su rostro hinchado no tuvo el valor de decirle que no a esos ojos azules, aunque sabía que no era correcto hacerlo.

— Solo esta noche porque mañana debes irte. No quiero que nadie te vea aquí y no suelo hacer beneficencia … puedes dormir en mi cuarto yo me quedo acá en el sofá.

Cuando Christal entró al cuarto de Daniel, se encontró  con un lugar limpio y perfectamente  ordenado. Unas sábanas blancas que olían a... que aroma  tan maravilloso, sintió  como su cuerpo se estremecía. No se acordaba de David, del callejón, de su tía… la vida se había detenido por unos instantes y ella estaba ahí  en el cuarto  de  un desconocido con mil emociones encontradas. Solo el ardor que le produjo el agua al tomar una ducha, la devolvió  en sí y recordó  todo.

Daniel  no pudo dormir esa noche. Normalmente  cuando estaba en el apartamento no lo hacía porque salía a divertirse en lugares  de baja reputación pero esa noche  era diferente su desvelo giraba en torno a unos ojos  azules con una mirada profunda como el mar, un ángel abusado. Mil preguntas recorrían sus pensamientos ¡Santo cielo! podría quedar embarazada de estos miserables. ¡Qué vida tan desdichada  le esperaba  a Christal! Ninguna mujer se merecía algo así, si no hubiera  llegado quizás la hubieran asesinado pero tampoco entendía ¿Qué demonios estaba haciendo sola  en la calle  a esa hora y vestida así ? ...

También  se la imaginó desnuda sobre su cama… que estupidez, la acaban de violar y él pensando en hacerle el amor.

Al día siguiente cuándo Christal  abrió  sus ojos vio a Daniel envuelto  en una toalla con su cabello negro húmedo, su pecho musculoso desnudo y su espalda ancha. Tenía varios tatuajes entre ellos un ángel oscuro con alas, una flor de loto, letras góticas y otros que no pudo identificar además de piercings en sus tetillas y unas cicatrices. Parecía la personificación de un ángel maligno. Sin lugar a dudas él era el hombre más atractivo  que había  visto en  su vida. 

Ella se tapó la cara con la sábana y él la  miró con una sonrisa que se le escapó  de los labios. 

— Lo siento, nunca tengo compañía  en mi habitación —  Exclamó Daniel.

Christal no podía creer que este hombre se había disculpado, para ella verlo fue maravilloso. 

Ella estaba tensionada, un sofoco le recorrió todo su cuerpo y sus mejillas estaban enrojecidas. Se cubrió la cara con las sábanas y no la bajó hasta que no sintió que la puerta se cerró  nuevamente. 

¡Que mujer mas  hermosa!  pensó Daniel, quien tuvo que contenerse para no abalanzarse sobre ella. Sintió pena cuando vio su rostro y labios amoratados; la chica lo menos que necesitaba  era un hombre que la tratara de seducir en ese momento. 

Él sentía algo que no podía  explicar desde el primer momento en que vio esos ojos azules. Era la primera vez que una mujer despertaba  en él  tantos sentimientos .

Cuando Christal  salió  de la ducha encontró  en la cama una bolsa con ropa de mujer, era su talla aunque su gusto dejaba mucho que pensar.

— ¡Hasta que por fin sales de ahí!:— habló Daniel.

Luego le entregó un café a la chica y le hizo sentar  en la única silla disponible en el lugar.

— Quiero que me expliques ¿qué demonios  estabas haciendo sola y a esa hora en el callejón?




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