Tan Solo Una Noche

El padre de Daniel

Era tarde y hacía mucho frío. Esa noche Daniel le contó cosas a su novia que  tan sólo su padre sabía de él, nunca antes había confiado tanto en una mujer. 

Christal no se sorprendió mucho porque David ya le había hablado de su pasado. Era evidente que él solo buscaba dañar su relación pero ella no lo iba a permitir. Ahora más que antes creía en Daniel.

— Princesa es tarde. Mejor entramos a la casa. Se nota que tienes frío y te puede hacer daño.

— Un poco pero no te preocupes.

— Princesa quiero pedirte algo. Duerme conmigo en mi habitación. Si no quieres que te toque no lo voy hacer pero no me dejes solo esta noche ¡Te necesito!

— Sí ¡Daniel deseo estar contigo! Me siento segura.

— No es mi intención presionarte. Me basta con sentirte a mi lado.

— Quiero hacer el amor contigo.

Daniel  se sorprendió con la respuesta de ella, esperaba ese momento con tanta ansiedad que posó  un beso apasionado en los labios de Christal. 

La condujo a su habitación y una vez adentro  la empezó a besar y acariciar como ella lo había imaginado desde aquella noche cuando él tocó  sus labios para curar su boca.

A Christal  le angustia  un poco el hecho de no tener la experiencia  para complacer a un hombre como Daniel. Mientras  él sentía temor de hacerle daño, nunca antes había estado con una mujer en su primera vez; además no sabía si lograría controlarse porque la deseaba bastante.

La llevó a su cama y empezó  a quitarle la ropa con suaves caricias. Le beso el cuello mientras le deslizaba sus manos por el cuerpo recorriendo toda su piel hasta  bajar a su cintura. Luego quitó la ropa interior de Christal besándola delicadamente mientras sentía  que ella se rendía a sus deseos, tomó posesión con la boca de su más preciado tesoro, jugueteando con su lengua mientras ella gemía  de placer y se movía involuntariamente hasta llegar al punto de un orgasmo. Christal se encontraba agitada, envuelta en mil sensaciones y él se terminó de quitar la ropa, su erección se hacía  incómoda  con su pantalón, no tenía la menor idea cómo se controló para no derramarse en la ropa. Se acercó nuevamente a ella y le preguntó  al oído ¿Princesa te sientes bien? ¿Quieres continuar? Ella le respondió  con un beso en los labios que lo invitaba a proseguir. Daniel le advirtió que debía estar consciente que le dolería un poco y no lo disfrutaría tanto como él. No me importa,  contestó ella mientras le empezó a acariciar sus tatuajes y los piercing que tan sexis lo hacían  ver como un chico malo. 

Él la acarició nuevamente, la besó por la espalda y luego la volteó invitándole a acoplarse  a él lentamente con suaves embestidas de placer sin causarle daño, no obstante ella se quejó producto del dolor y él se retiró nuevamente. Daniel intentaba controlarse para no hacerle daño pero estaba a punto de enloquecer del deseo.

Se hundió nuevamente  en ella y no pudo contenerse más, una embestida fuerte hizo llorar a Christal. La mezcla del dolor y el placer le produjeron a la chica nuevas sensaciones por eso le pidió a Daniel que no se detuviera, esto lo hizo excitar más a él y acelerar su respiración hasta  el punto de venirse dentro de ella sin haberlo previsto. Luego se desplomó  en la cama mientras los pensamientos  llegaron nuevamente  a su cerebro "¿Cómo se había venido dentro de ella?."

Ambos guardaron silencio hasta que él lo rompió.

— ¡Lo siento! No quería causarte daño, no pude controlarme, no fue mi intención hacerlo dentro de ti.

— Ella lo miró con angustia en sus ojos.

Mientras él  la abrazó  con fuerza, la tomó de la cara mirando fijamente esos ojos azules que tanto le gustaban. 

— No te preocupes. Dudo que en tu primera vez quedes embarazada. No obstante de serlo así  voy a estar contigo porque nunca te voy a dejar.

Ella lo miró fijamente  a los ojos y le dijo :

— ¡Te amo!

— Yo también te amo mi princesa. Eres lo mejor que me ha pasado en la vida.

Él se limpió y la aseo a ella con suma delicadeza. Luego se vistieron y se abrazaron para dormir juntos. Era la primera vez que Daniel se permitía amanecer con una mujer en su cama, nunca dormía con las chicas que tenía relaciones pero lo que el sentía por Christal era diferente, transcendencia mucho más allá del sexo. Sin lugar a dudas no sería  tan solo una noche porque a ella le amaba en verdad.

Dormían tan placenteramente que no se percataron que alguien abrió de golpe la puerta de la habitación.

— ¡MALDICIÓN DANIEL! Me imagino que estás ebrio. Creo que he sido muy claro contigo ¡No quiero zorras en la casa! —  Habló enojado el padre de Daniel.

Este grito los despertó  bruscamente.

— Padre se puede saber ¿Qué demonios estás haciendo aquí? ¡Fuera de mi habitación! No ves que estoy con mi novia.

— ¡Daniel te espero en la biblioteca en diez minutos! o vengo y te saco yo mismo.

— ¡Que te largues de mi habitación! ¡Demonios!

El hombre cerró la puerta de un golpe y salió muy malhumorado en dirección a la biblioteca. Pensando que su hijo nuevamente anda por mal camino y por eso había dejado tirado su trabajo.

Christal se encontraba llorando bajo las sábanas y Daniel se vestía rápidamente pronunciando maldiciones en voz baja. Era evidente que no estaba dispuesto a permitir que su padre volviera a cumplir lo que le había dicho. Una vez listo volvió a la cama y tomó a Christal del rostro besando su frente. 

— ¡Mi princesa no llores! Todo es un malentendido, es su forma de ser ya te había mencionado como es mi padre. No importa lo que te diga no dejes que te afecte.

— Tengo miedo que no me acepte y esta no fue la mejor forma para comenzar. Me siento avergonzada.

— No digas eso mi princesa porque tú eres un ángel. Soy una persona adulta. Me molestan las intromisiones de mi padre en mi vida y  jamás le permitiré que lo haga en nuestra relación ¡Te amo! ¡Te amo con locura!

Le secó las lágrimas y la abrazó tratando de  hacerla sentir mejor. Mientras le pedía que  le esperara en la habitación mientras él regresaba de aclarar las cosas con su padre.




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