Daniel despertó con un fuerte dolor de cabeza. Su garganta estaba seca, sus manos temblorosas y no podía creer lo que sus ojos veían. Estaba con Celeste desnudo en una habitación que no conocía. Al igual que la mañana que despertó con Violeta muerta en su habitación no recordaba absolutamente nada.
Lo primero que pensó fue en Christal, le había fallado y ella nunca le perdonaría su traición.
Celeste despertó y se acercó a él para darle un beso que Daniel rechazó de inmediato.
— ¡Celeste! puedes explicarme ¿Qué pasó anoche? ¿Por qué demonios estoy contigo?
— Vas a decirme que no recuerdas nada.
— ¡No! no recuerdo nada, ¡Maldición! — Daniel agarró su cabeza con ambas manos.
— ¡Guapo! Después que salimos del bar me pediste que te acompañara a comprar droga. Yo me opuse pero dijiste que irías sólo, por eso decidí acompañarte y luego vinimos a mi apartamento ¿Te imaginas lo que pasó? No puedo creer que no recuerdes que anoche me hiciste el amor ¡Déjame decirte que sigues siendo un excelente amante!
—¡Cállate! Mientes como siempre.
— Tal vez estas fotografías te refresquen un poco la memoria. Le envié unas cuantas a tu novia por no decir a tu ex novia.
— ¡Maldita desgraciada! No cambias ¡Te juro que me la vas a pagar!
— Hicimos el amor como antes. Cuando no eras tan sentimental ¡Pareces un idiota!
Daniel se vistió rápidamente. Solo quería salir de ese maldito apartamento, no entendía cómo terminó allí, ni cómo iba hacer para que Christal lo perdonara. Era evidente que la perdería para siempre.
Christal observaba en su habitación una y otra vez las fotografías que Celeste le había enviado en la mañana, mientras lloraba inconsolable. Su tía no la había visto tan triste desde el accidente que causó la muerte de sus padres.
Celeste por otra parte fue al apartamento de David. Ellos sostenían una relación clandestina y tenían un acuerdo para destruir a Daniel y apoderarse de la fortuna de su padre Demetrio. Ella entró sin ningún problema porque tenía la llave del apartamento.
David aún estaba en la cama y Celeste se acercó para besarlo, mientras él la abrazó y la llevó hacia su pecho.
— ¡Celeste eres muy mala! Pareces una serpiente venenosa.
— ¡No soy mala! solo aproveche las oportunidades que la vida me da. Anoche Daniel me ayudó un poco sin darse cuenta.
— ¡Me encanta tu determinación! Nunca te rindas ante la adversidad y aparte eres hermosa.
— A mí en cambio me gustan otras cosas de tí. Quiero que te dejes a Tamara ¡No la soporto! Detesto verte con ella.
— ¿Estás celosa? Necesito a Tamara para algo que tengo planeado.
— Está bien pero luego las echas fuera de tu vida.
David y Celeste hicieron el amor apasionadamente como en todos sus encuentros clandestinos. Tamara desconocía la relación que había entre ellos, aunque más que el amor a ambos los unía la ambición por el dinero y el poder.
Daniel al ver que Christal no respondía sus llamadas decidió viajar he ir a buscarla a su casa porque debía enfrentar la situación. Cuando llegó tocó el timbre de la casa y la tía de Christal abrió la puerta, por su mirada era evidente que estaba al tanto de todo. Helena no lo invitó a seguir.
— No sé porqué le haz hecho esto a Christal, pero te pido ¡Por favor! La dejes en paz. Entiende que ella no quiere verte.
— Señora le ruego que me permita hablar con Christal, todo me acusa pero las cosas no ocurrieron así como Celeste le hizo creer.
Mientras ellos discutían, Christal bajó de su habitación para enfrentar a Daniel.
— Tía déjanos a solas!
— Christal lo voy hacer pero solo espero que no te dejes engañar nuevamente por este hombre.
— ¡No será así!
— ¡Christal escúchame por favor! — habló Daniel.
— Te equivocas Daniel. No voy a escucharte, no quiero tus mentiras, ni me interesa nada que venga de tí. Nunca te voy a perdonar porque Confíe en tí y me has decepcionado. Ahora solo quiero que te largues de mi vida y nunca vuelvas a buscarme más ni a llamarme. Haz de cuenta que esta noche morí para tí.
Los ojos de Christal dejaron caer las lágrimas y la decepción se mezcló con ira. Ella cerró la puerta de un golpe y no lo dejó hablar. Daniel sintió que su vida nuevamente sin ella a su lado no tenía sentido. Apagó su teléfono porque no quería que su padre lo llamara por haber faltado a la empresa y se fue a su apartamento donde nadie lo encontraría. La única que sabía de su existencia era Christal y en ese momento lo estaba odiando.
Pasó una semana y Christal seguía deprimida en su habitación mientras Daniel había vuelto a ser él mismo de antes o quizás peor. Se la pasaba ebrio, en peleas clandestinas y lugares horribles con personas bastante desagradables.