Esa mañana Christal no se lograba concentrar en la clase y nuevamente estaba distraída. La universidad en ese momento ya no era su prioridad.
Una vez terminó la clase Christal le mintió a Anthony diciendo que iría a verse con su tía en un centro comercial. Por lo tanto Anthony se regresó de la universidad y ella tomó un taxi para ir a reclamar los resultados de los análisis a la clínica.
Al llegar al edificio suspiró y se armó de valor porque tenía el gran presentimiento que se encontraba embarazada. A ella no le parecía tan malo porque amaba a Daniel con todo su corazón y aunque no estuviesen juntos tendría una parte de él para siempre en su vida. Ser madre soltera no le atemorizaba y Daniel le había prometido que no la dejaría sola de quedar embarazada. Lo más seguro es que él responderá por su hijo, pensó mientras caminaba silenciosa por los pasillos hasta llegar al consultorio del médico que la había atendido, habló con la secretaria y ésta le pidió que se sentará que en un momento el doctor la haría seguir.
Cuando la anunciaron sus manos se pusieron frías y su estómago se revolvió, ella hizo un gran esfuerzo para no vomitar pero las náuseas eran terribles. Nunca antes había experimentado tal situación tan desagradable.
— Siéntese señorita — habló el doctor.
— Gracias doctor.
— Dígame ¿Cómo se ha sentido?
— He estado un poco mareada y con muchas náuseas.
— En este sobre están los resultados de sus análisis. Comprobé mis sospechas pero quiero que usted misma las lea.
Ella abrió el sobre con sus manos temblorosas y unas letras la sorprendieron
— ¡POSITIVO! … Estoy embarazada... yo... ¿Voy a tener un bebé?
— Sí señorita ¡Felicitaciones!
Christal se encontraba en shock, aún no asimilaba la noticia, no tenía ni idea de cómo contarle a su tía y menos a Daniel. Sentía una felicidad inmensa que nada ni nadie podría empañar pero también estaba temerosa. Ella se despidió del doctor y salió del consultorio.
Cuando caminaba por el pasillo se encontró con el padre de Daniel quien le pidió que lo acompañara, Christal trató de rehusar porque no le agradaba mucho el señor Demetrio pero terminó aceptando ante la insistencia del hombre.
Él la llevó a la cafetería de la clínica y se sentaron, Demetrio quien ya tenía conocimiento del estado de la chica no sabía cómo darle la noticia sin poner en riesgo el bebé porque también le parecía injusto ocultarle la verdad acerca de la situación del padre de su hijo.
—Christal debo decirte algo acerca de Daniel pero quiero que lo tomes con calma.
— Señor no me interesa en lo más mínimo nada que tenga que ver con Daniel.
— ¡Miente muchacha! por el sobre que tienes en tus manos sé que ya estás enterada que le vas a dar un hijo. Esa es una razón suficiente para que te importe lo que está pasando.
Christal agachó la cabeza avergonzada y no respondió nada.
— No se trata de tu bebé. Luego hablaremos de él. En este momento Daniel es mi prioridad porque está internado en esta clínica, anoche lo apuñalaron y está en la Unidad de Cuidados Intensivos.
Christal se quedó sin palabras, que injusta era la vida con ella. Apenas se había dado cuenta de la existencia de su bebé y él padre estaba a punto de morir. Las lágrimas rodaron por sus mejillas.
— ¡Daniel! ¡Es mi culpa! Yo no lo quise escuchar aquel día y por eso volvió a ser el mismo de antes, le prometí que le ayudaría y lo dejaría solo.
De repente todo se desvaneció y se volvió a desmayar, Demetrio la tomó en brazos y la condujo al consultorio de Maximiliano. Él la revisó y pudo constatar que se encontraba bien, solo se trataba de la impresión causada por la noticia.
Cuando Christal reaccionó le rogó a Demetrio que le permitiera ver a Daniel. Él contestó que hablaría con Maximiliano porque era algo que no estaba en sus manos, el silencio en aquel lugar se hizo profundo y ella estaba destrozada. Después de un rato le permitieron ver a Daniel a través de una puerta de vidrio. En el estado de Christal y con la crítica situación de Daniel era lo más correcto. Ella se sorprendió al verlo conectado a muchos aparatos que le permitían mantenerse con vida. Se veía dormido, tan vulnerable como un bebé, tan guapo como siempre. Sintió tristeza, impotencia y enojo pero simplemente guardó silencio mientras las lágrimas salían de sus ojos. Observó al padre de Daniel, que estaba triste pero se mantenía firme como si las circunstancias no lo afectarán en lo más mínimo. Sin duda era tan frío como Daniel lo había descrito.
Demetrio pensó que lo más correcto era acompañar a Christal a su casa, la chica aún estaba afectada por la impresión no era bueno que estuviese sola en las calles y él necesitaba tomar aire y distraer su mente un poco porque ese lugar lo estaba asfixiando. Nadie imaginaba el dolor que le producía ver a su hijo en ese estado y saber que en gran parte él era el culpable de que su hijo se hubiera convertido en la clase de hombre que era.
Christal aceptó que Demetrio la acompañara a la casa pero todo el camino estuvo acompañado de un profundo silencio entre ambos.
Cuando llegaron a la dirección indicada por la chica, el chofer detuvo el automóvil y Demetrio observó una mujer que entraba a una casa, la reconoció enseguida, se trataba de ella. El tiempo se detuvo para él en ese instante, Demetrio volvió su mirada a Christal y se dio cuenta que tenía un inconfundible parentesco con ella. Cómo no lo había notado antes... ¡Santo cielo! Era posible que esta chica fuese la hija de la mujer que él tanto amaba. La causante de sus años de soledad.
— ¡Señor Demetrio! ¿Le ocurre algo? — preguntó Christal.
— ¡No!... Todo está bien. Me gustaría conocer a tus padres, si no tienes problema.
— Señor... Eso no es posible porque mis padres murieron hace mucho tiempo. Yo vivo con una tía que es mi única familia. Se la puedo presentar, con mucho gusto.