Demetrio se excusó con Christal para no ir a conocer a la tía, diciéndole que tenía un compromiso pendiente que había olvidado. No era el momento adecuado, él la iba a buscar en cuanto su hijo se encontrará mejor.
— Christal por tú seguridad es mejor guardar en secreto el embarazo, mientras se investiga el motivo de la agresión a Daniel — si Daniel muere el bebé es mi heredero, pensó Demetrio.
— ¡Señor no es necesario!
— Te equivocas, si lo es. Debo protegerte. No voy a permitir que te expongas ahora que llevas en tu vientre a mi futuro nieto, cuando desees ir a la clínica me llamas y yo envió por tí. Acabo de enviarte mi número telefónico.
— Voy a ir a la clínica pero quiero que le quede claro que solo lo hago por mi bebé.
— No importa el motivo, lo que no deseo es que abandones a mi hijo Daniel, él te ama y se sentirá muy contento cuando reaccione.
Christal entró a su casa muy perturbada porque si en algo tenía razón Daniel. Su padre era una persona asfixiante y controladora, la vida de Christal se había convertido en un caos.
Cuando Helena vió a su sobrina, se preocupó por la expresión que ella tenía en su rostro y se notaba que había llorado.
— ¿Christal mi niña que te ha ocurrido?
— Tía! Daniel... está en la clínica… lo apuñalaron y no quiero que se muera como mis padres.
Christal contó lo ocurrido a su tía omitiendo su embarazo. Luego empezó a llorar inconsolablemente en los brazos de su tía por muy largo rato.
Transcurrió una semana desde la cirugía de Daniel y él continuaba en el mismo estado, los médicos dijeron que había que esperar para determinar secuelas pero su estado evoluciona bien.
Celeste por su parte hacía presencia en la clínica en la mañana y Demetrio evitaba a toda costa su encuentro con Christal para evitar una confrontación entre ambas. Christal se convirtió en su protegida desde el momento que se dió cuenta de su embarazo.
Anthony seguía molesto porque su amiga iba todos los días a la clínica a visitar a Daniel, al final ellos no eran novios y a ella debía darle igual lo que le pasase.
Christal ya no aguantaba más el secreto y decidió contarle a su tía. Helena estaba muy preocupada por la salud de su sobrina, la tensión con la situación de Daniel era muy difícil y Christal se estaba enfermando.
— Tía te voy a contar algo pero debes prometer que me vas a guardar el secreto. Qué me vas a entender.
— ¡Me asustas! — respondió Helena.
— ¡Tía por favor! — insistió Christal.
— Lo prometo.
— Estoy embarazada.
— Embarazada... Hija... ¡Cielo santo!. Qué más podría esperar de ese hombre.
— Todo está bien. El padre de Daniel no quiere que nadie se entere por seguridad..
—¡Él lo sabe! ¿Ya no me tienes confianza?
Su tía se sintió mal pero ella le explicó una y otra vez lo ocurrido hasta hacerle comprender la situación.
David se encontraba feliz, su principal objetivo era que Daniel fuera neutralizado, de contar con suerte quizás podría morir. Por el momento él estaría unos días a cargo de la empresa del tío. David no perdía el tiempo, accedió a la información de contabilidad y encontró bienes que nunca imaginó pertenecían a su tío, inspeccionó todas las carpetas de la oficina y guardó algunos documentos que le podrían ser de ayuda en un futuro. Ahora era el momento de continuar con el plan. Demetrio había depositado su confianza en él y tenía que aprovecharse. David a pesar de su éxito no se sentía conforme porque tenía conocimiento que Christal visitaba a Daniel en la clínica y eso lo ponía mal. Él aun la amaba, solo que colocó la ambición por encima de su sentimiento. De algún modo trataría de recuperarla después que todo acabase así tuviese que obligarla a estar con él.
Tamara ingresó a la oficina de David sacándole de sus pensamientos
— ¡Hola mi amor! ¡Que guapo!
Lo besó, se sentó en sus piernas y abrazó las manos al cuello de él.
— ¡No tanto como tu mi vida! — contestó David.
— Pensé que necesitabas compañía. Vine a verte.
— Tu compañía siempre me es agradable, pero esta vez necesito otra cosa.
—Tú sabes que yo por ti haría cualquier cosa.
Quiero que seduzca a Demetrio.
— ¡Estás loco! Hablas en serio.
— Tamara, imagínate tú y yo dueños de todo.
— ¿No te dan celos?.
— No tendría porque tú eres mía, lo harías solo por que me amas.
El se levantó de la silla y se colocó seguro en la puerta, luego empezó a decirle palabras al oído, a quitarle la ropa con caricias y besos apasionados. La tomó llevándola a sentir un placer inconfundible, un éxtasis de emociones como siempre lo lograba cada vez que le hacía el amor. Ella terminó aceptando porque al igual que él, era muy ambiciosa. Se esforzaría porque sabía que Demetrio era un hombre frío y difícil de seducir para cualquier mujer, incluso para ella que era experta en el tema.