Darek comenzó a llorar de impotencia. Ya no podía hacer nada. Solo quedaba escuchar aquella voz... y esperar su muerte.
Nikola, al ver que Darek había renunciado por completo a vivir, corrió decidido hacia él. En ese instante, el Tanmi lanzó un ataque que impactó directamente en Nikola, hiriéndolo gravemente y haciéndolo caer al suelo, justo al lado de Darek.
—Ahora son dos seres patéticos a los que podré eliminar —dijo el Tanmi, mirándolos con desprecio.
Pero, contra toda lógica, Nikola, herido y en el suelo, comenzó a reírse. Darek lo observó confundido. Le parecía extraño que un joven al borde de la muerte encontrara motivo para reír.
—¿No es gracioso? —murmuró Nikola con una sonrisa amarga—. Voy a morir después de toda mi preparación... después de prometerlo. —Alzó la vista al cielo, sonriendo—. Pero al menos... podré ver a mi abuelo. Quizás... también a mis padres.
El Tanmi se preparaba para rematarlo cuando, de pronto, un disparo le impactó en el brazo.
—¿Quién fue? —gruñó, molesto por la interrupción.
Al voltear, vio a lo lejos a una figura conocida: Zoe.
La máquina observó a los dos humanos caídos y gruñó:
—Volveré por ustedes. Ahora me encargaré de esa otra molestia. No me tardaré.
Y salió corriendo hacia su nueva oponente.
Zoe, al verlo acercarse, transformó sus manos en espadas de energía. El Tanmi, sorprendido por la transformación, se distrajo por un instante. Fue suficiente: Zoe aprovechó y logró herirle el brazo, desarmándolo. El Tanmi rugió y contraatacó con fuerza.
Mientras ellos combatían, el resto del grupo corrió hacia Nikola y Darek. Intentaron levantarlos, pero el cuerpo de Darek pesaba demasiado. No podían moverlo sin su ayuda.
Nikola, aún herido, se incorporó con la ayuda de Maelys y María. Al ver quién lo ayudaba, sonrió.
—¿Esto significa que me consideras el líder?
Maelys lo miró de reojo y respondió:
—Si eso te hace feliz, te haré creer que sí.
—Con eso me basta —respondió Nikola, satisfecho.
Se dirigió entonces a Darek:
—Darek... levántate, por favor. No me arriesgué por ti para que mueras aquí.
—Ese fue el problema, Nikola. Me defendiste. Debiste haberme dejado morir —murmuró Darek.
Nikola pidió a Maelys y María que lo soltaran. Se acercó a Darek, tratando de convencerlo de levantarse, pero no lograba hacerlo reaccionar.
En ese momento, Caspian se acercó:
—Déjamelo a mí.
Se agachó junto a Darek y dijo:
—Oiga, señor... sé que quiere rendirse y todo eso, pero ¿no cree que es un poco...?
No terminó su frase. Un estruendo sacudió el aire. Todos se giraron hacia el lugar del combate: Zoe y el Tanmi.
Uno de los dos había caído.
Por un momento, la esperanza volvió al ver a Zoe caminar hacia ellos... hasta que fue arrojada brutalmente a un lado. El Tanmi había ganado.
El grupo entero se quedó paralizado, menos Nikola, Caspian y Maelys. Caspian se adelantó y, señalando al Tanmi, dijo con confianza:
—Tú contra mí. A puño limpio.
El Tanmi se rio.
—¿Así lo quieres? Peleemos. Total, mi objetivo ya aceptó su destino.
—Perfecto. Pero lejos de aquí —añadió Caspian.
Ambos se alejaron a una distancia prudente. Mientras se iban, Maelys le gritó:
—¡Tienes que ganar y salir vivo!
Caspian volteó:
—¿Acaso quieres algo de mí?
Maelys frunció el ceño y se dio la vuelta. Caspian solo rió mientras avanzaba hacia su destino.
Tanmi vs. Caspian
—Ya estamos lejos —dijo Caspian.
—Ya lo noté —respondió el Tanmi.
Sorprendentemente, ambos se hicieron un gesto de respeto. Un gesto inusual, viniendo de una máquina.
El combate comenzó. El Tanmi se lanzó con velocidad, pero Caspian esquivó el primer golpe con facilidad.
—Veo que no eres como los demás —dijo el Tanmi.
Caspian sonrió.
—¿Vinimos a hablar o a pelear?
El Tanmi atacó de nuevo. Otro fallo. Y otro más. Golpes rápidos y furiosos, todos esquivados.
—¿Te rindes ya? —preguntó Caspian con ironía.
—¿Rendirme? No. Pero sí voy a sentarme a esperar que me golpees —dijo el Tanmi, deteniéndose.
—¿Y si no quiero?
—Entonces tus músculos se agotarán y colapsarán.
—¿Y tú? —replicó Caspian—. Estás tan cansado que ya no puedes ni darme un golpe. Me lo pones fácil... y eso es aburrido.
—¿No que estábamos aquí para pelear? —respondió la máquina.
Caspian avanzó. Justo al alcanzarlo, el Tanmi se levantó de golpe, lo tomó del cuello y lo estrelló contra el suelo.
—No viniste a ganar. Viniste a presumir —dijo con frialdad, y lo golpeó con fuerza en el estómago.
Caspian jadeó por aire... y comenzó a reír.
—¿Sabes que vine a distraerte, no?
El Tanmi no comprendió de inmediato. Pero en ese instante, Darek apareció y lo golpeó con fuerza.
Nikola y Maelys lo flanqueaban. Jack y María corrieron a auxiliar a Caspian.
El Tanmi, tambaleante, murmuraba sin sentido:
—Todos son uno, uno son todos... Los humanos son el virus, nosotros la cura... Nada importa ya... Todo se decidirá en...
—¿Puedes callarte? ¡Me estoy muriendo aquí! —interrumpió Caspian—. Tus discursos son muy confusos.
Entonces, el Tanmi sacó una piedra de su cuerpo, la pulverizó con las manos y se cubrió con el polvo. Su cuerpo comenzó a mutar y su energía se renovó.
—Tenemos que detenerlo antes de que se recupere por completo —advirtió Caspian—. Si termina la transformación, será imparable... Aunque es raro que le hayan dado esa piedra a alguien como él.
—¿Y cómo sabes eso? —preguntó Maelys.
—Eso no importa ahora. Solo acaben con él.
Nikola, Maelys y Darek se alistaron. Katana, espada de plasma y puños. Lucharon durante veinte minutos. Finalmente, lograron arrebatarle el polvo. El Tanmi fue derrotado.
Fueron a ayudar a Zoe y a recoger a Caspian, quien no dejaba de quejarse para que lo ayudaran a levantarse.