T.A.N.M.I.

CAPÍTULO VI

Después de aquellas palabras, una figura humana se acercaba poco a poco, cantando alegremente:

—No one can save you... No one can save them...

Zoe no pudo soportar más aquella canción. Sin dudar, noqueó a Nikola. Sabía que él no recordaba lo sucedido en su ciudad, y no quería que lo recordase todavía. Inmediatamente, transformó su mano en un bláster y disparó hacia la silueta, que se desvaneció de inmediato.

—No one can save this city... No one can... save it... —seguía resonando.

Zoe continuó disparando en todas direcciones, hacia los puntos de donde surgía la voz.

—¡YA CÁLLATE! —gritó furiosa—. Ya no quiero oír tus patéticas palabras.

—¿Por qué no? Si son hermosas... narran anécdotas. Como mi favorita: "The monster is killing innocent people"... o "My daughter is dead".

Las palabras del extraño resultaban sádicas, perturbadoras tanto para los oídos como para la imaginación.

—¡Oye! —exclamó Zoe—. Quiero respuestas. Y tú solo quieres diversión, ¿no es así?

—Continúa —respondió el sujeto, complacido.

—Sígueme y dejemos a estos chicos aquí. Yo te ofrezco mi cuerpo. Te aseguro que durará para que te complazcas.

El extraño lanzó un cuchillo a sus pies. Zoe lo recogió. Una inscripción estaba tallada:

"De acuerdo, Madam."

Ambos se alejaron, dejando atrás a los jóvenes. Pero no sabían que Nikola comenzaba a recuperar la conciencia. Abrió ligeramente los ojos y alcanzó a verlos partir, antes de volver a caer inconsciente.

Pasó una hora. María, Jack y Nikola fueron los primeros en despertar. Maelys y Caspian seguían sin reaccionar. Para mala suerte de Maelys, su camiseta estaba rota a la altura del pecho, dejando parte de este a la vista. Caspian, aún inconsciente, extendió su mano para cubrirla sin notarlo.

María propuso separarlos, pero Jack, aunque aún le temía a Maelys, no desaprovechó la oportunidad para poder chantajear a su agresora. Tomó una foto de la escena y la guardó en su morral. —Con esto ya no me tendrás bajo tu poder— Tras esto detuvo a María con un gesto, le pidió silencio y le permitió separarlos.

María cubrió a Maelys con una manta. Mientras tanto, Nikola empezaba a recordar lo que había visto antes de desmayarse. Se levantó de golpe y salió corriendo del edificio. Jack y María lo vieron y decidieron seguirlo. Antes, Jack metió cuidadosamente la mano en el bolsillo de Maelys para sacar provisiones y armas.

Zoe y Daimon

Zoe estaba siendo torturada lentamente por el extraño.

—Con razón resististe mi ataque... —dijo él con una sonrisa torcida—. No eres humana... jajajajaja...

—No lo soy... —respondió Zoe con dolor—. Pero lo soy más que tú, por lo que veo.

—Eso dicen todos los cerrados de mente... —se acercó a su rostro, la miró a los ojos y susurró—: A veces uno tiene que matar para liberar, my dear Ángela.

Y entonces comenzó a alucinar.

—Yo no quería hacer esto... pero era necesario... —Déjame salvarlos... es la única solución... —No quiero hacerlo... pero debo hacerlo... —Debes hacerlo...

Zoe observaba, atada y confundida. Cuando el extraño volvió en sí, continuó la tortura.

—Estaremos un buen tiempo aquí. Así que relájate.

Zoe, entre jadeos, lanzó una pregunta:

—Oye... ¿sabes algo sobre el sueño que tuve? ¿Por qué lo tuve aquí?

—¿Yo debería saber eso? —respondió él burlón—. Ponte a pensar un poco.

Empezó a reírse en voz baja, luego a hablar consigo mismo en voz alta:

—No te rías de ella... tú eras igual... —No hagas caso, lo hiciste para salvarlos... para salvarla... —Ella quería vivir contigo... casarse contigo... y tú lo sabías. —¿Y qué querías? ¿Que fuera asesinada? —Ella te amaba, Daimon... te amaba...

—Y porque la amaba, la hice libre —susurró Daimon—. Entiéndelo, Daniel. Por eso los liberé.

—Sí... pero mi hija no tenía que morir por tus delirios.

—¡Es la única forma de salvar esta ciudad!

—Si sigues así, no tendrás nada. Ni tú serás libre...

—No me importa... si los libero a todos.

Zoe, confundida, decidió quedarse callada. Necesitaba comprender si Daimon era un simple lunático o un verdadero peligro.

—Entiéndalo, señor Daniel. Amo a su hija... déjeme estar con ella.

—¡No! —gritó Daniel—. No dejaré que esté contigo.

—Pero... se avecina una amenaza...

—¡HE DICHO QUE NO!

Daimon perdió el control. Cayó de rodillas y, en su mente, todo se tornó negro. Solo una pequeña casa de madera aparecía en un campo de flores.

—Qué bueno que estás aquí, amor —dijo una voz dulce.

Daimon la reconoció al instante: Ángela.

—¿Qué te pasa, amor? Entra y descansa —susurró ella.

—Sí... debe ser eso, ¿no, Ángela?

Ella rió suavemente:

—Ay, Daimon... gracias por todo.

La imagen se desvaneció. Daimon volvió en sí, se levantó y miró a Zoe.

—Vete de aquí... rápido —le dijo mientras rompía sus cadenas.

—No me iré —dijo Zoe—. Hice un trato contigo.

—Si no te vas... entonces yo lo haré.

Y Daimon salió de la habitación, dejándola allí.

Caspian y Maelys

Mientras tanto, Caspian y Maelys decidieron marcharse del lugar del ataque. Llegaron a una casa de madera, sorprendentemente intacta.

—¿Entramos? —preguntó Caspian.

—No creo —respondió Maelys.

—¿Aún estás así por lo de la ciudad?

—No es eso... es que si uno solo pudo con nosotros, ¿qué nos espera más adelante?

—Nos espera entrar. Si tú no lo haces, yo sí.

Caspian entró. La casa estaba perfectamente decorada. Sobre una mesa en la sala, encontró dos fotos: una mostraba a una chica con su padre; la otra, a la misma chica junto a un joven de rostro irreconocible por los daños en la imagen.

—Quién será esta chica... se ve hermosa —murmuró Caspian.

—¿Quién es hermosa? —preguntó Maelys al verlo.

—Esta chica —respondió.

Maelys lo golpeó con fuerza, dejándolo en el piso.



#256 en Ciencia ficción
#2335 en Otros
#190 en Aventura

En el texto hay: distopia, robots y humanos, reclutamiento

Editado: 29.06.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.