T.A.N.M.I.

CAPÍTULO IX

—Capitán Leo —dijo una voz tosca, acercándose apresuradamente—. Se escuchan gritos desde la sala de monitoreo.

—¿¡Qué dijiste!? —exclamó Leo, girando bruscamente.

Estaba por salir corriendo, pero se detuvo un segundo frente a Lucien.

—No abras la cápsula de L1l1th. Su comportamiento es incierto, y ni siquiera tenemos una descripción clara.

—Sí, sí, lo que digas, capitán —respondió Lucien con desdén—. L1l1th no causará ningún daño.

—Más te vale —gruñó Leo, y salió corriendo hacia la sala de monitoreo.

Lucien lo observó desaparecer por el pasillo y luego se volvió hacia la cápsula. Dio un paso al frente.

—¿No deberíamos seguir las órdenes del capitán? —preguntó uno de su equipo, visiblemente inquieto.

—No lo creo… Además, ya lo dije: no causará daños —replicó Lucien, acercando peligrosamente la mano al panel de apertura.

—No deberías desobedecer al capitán, Lucien.

La voz provenía de detrás. Lucien se giró, esbozando una sonrisa torcida al reconocerla.

—Veo que sigues siendo leal a él… ¿no es así, Altea?

Altea se acercó lentamente, sin apartar la vista de él.

—¿No deberías estar en tus misiones, en lugar de perder el tiempo aquí con la cápsula?

—Para tu información, fue mi equipo quien la encontró, y ahora nos encargamos de vigilarla —respondió Lucien, cruzándose de brazos.

—Lo que yo veo es que estás desobedeciendo al capitán Leo.

Lucien rió con ironía y colocó su mano en el rostro de Altea.

—Ay, dulce Altea… Leo y yo somos lo que se podría llamar pares. Fuimos cercanos mucho antes de que tú aparecieras con tu estúpido código.

Altea, con una expresión de incomodidad, apartó su mano con firmeza.

—Sí, pero eso no te da derecho a actuar por tu cuenta.

—Tienes razón —murmuró Lucien, comenzando a rodearla lentamente—. Pero ya le advertí que L1l1th no causaría daños.

Se acercó a la cápsula y la abrió, otorgando plena libertad a lo que yacía dentro.

Un susurro metálico acompañó la apertura, y un vapor blanco escapó como si algo respirara por primera vez.

—Ahora veamos qué pasa —musitó Lucien, retrocediendo sin apartar la vista de la cápsula.

Su equipo dio unos pasos atrás con nerviosismo. Incluso Altea, firme como siempre, retrocedió. No por miedo, sino por un presentimiento.

El vapor se disolvió lentamente. La cápsula… estaba vacía.

—¡¿Qué?! —gritó Lucien, sorprendido y nervioso—. ¡¡Cierren las compuertas de esta parte de la base!! ¡¡No debe escapar!!

Altea corrió hacia la puerta para cerrarla, pero ya era tarde.

L1l1th había escapado.

Lucien gruñó de impotencia y salió corriendo por los pasillos, buscando por dónde podría haberse ido.

Altea se quedó un momento con el resto del equipo.

—El capitán se enterará de esto —sentenció, y luego salió del lugar.

Un sonido extraño recorrió el pasillo.

—Jijiji…

Lucien aceleró el paso, siguiendo esa risa.

—¡Sal de tu escondite, L1l1th!

—¿Por qué, capitán Lucien? ¿Tienes miedo de que te destituyan de tu puesto?

—¿Cómo sabes eso?

—Que yo no haya estado afuera con ustedes, no significa que no pueda oír. Por cierto… ¿cómo está mi hermanita R0s3?

—Ella está ayudando. Para tu información.

—Ya veo, ya veo. Cumpliendo su rol asignado… Lo importante es que esté bien. Pero tú...

Lucien, guiado por su instinto, saltó hacia atrás justo a tiempo.

Desde lo alto, cayó una chica alta, delgada, de mirada fría. Su cuerpo era ágil como una felina, su presencia intensa, inestable.

—Veo que no estás en ese puesto solo por ser amigo del capitán —rió L1l1th con voz burlona.

Altea apareció justo en ese momento, observando la escena.

—¿Y quién es tu amiguita? —preguntó L1l1th, girando la cabeza hacia ella con una sonrisa torcida—. Se ve… graciosa. Jajajaja.

Entonces, comenzaron a escucharse gritos de pánico a lo lejos.

L1l1th se detuvo en seco.

—Esos gritos… Necesito saber de dónde vienen.

Y desapareció.

Lucien se quedó paralizado, intentando adivinar su próximo movimiento.

—A la sala de monitoreo —dijo Altea con convicción.

Lucien salió corriendo en esa dirección.

—Si llega allí… estoy frito.

EN LA SALA DE MONITOREO

Mientras tanto, las cosas no iban bien con Leo.

En la consola, los gritos eran cada vez más fuertes.

—¿De dónde vienen esos gritos, capitán?

—Del grupo de exploración 9.



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En el texto hay: distopia, robots y humanos, reclutamiento

Editado: 02.09.2025

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