"Where we used to bleed and where our blood needs to be"
Durante la semana estuve pensando en que debía concretar un encuentro con Flinn para ponerle fin a esta relación que no estaba yendo hacia ningún lado. Sin embargo, mis mensajes no los leía ni tampoco contestaba mis llamadas.
Me estaba evitando, a tal punto en que, desde la semana pasada, no ha ido a clases.
Era un asunto que me importaba, por supuesto, pero el estar esperando una respuesta de él no era mi prioridad en ese momento. Maté el tiempo leyendo los libros para la cátedra de Wilson, tomé mis apuntes y, en realidad, sentí un alivio al no tener que estar dándole mi tiempo a alguien que no lo merecía. No obstante, me agobiaba el seguir "atada" a alguien que no me quiere dejar ir.
Puede ser muy fácil para otras personas, simplemente se darían por solteros y seguirían con sus vidas. En mi caso, es algo más complicado que eso: yo quiero encarar a Flinn y decirle que ya no va a ejercer su violencia sobre mí.
Al final, se ausentó a clases sin dar señales de vida.
Acostada, en la comodidad de mi cama, un día martes en donde la música era lo que me acompañaba, me quedé mirando al techo. Pensando en todo y en nada a la vez, sentí que mis emociones estaban acomodándose dentro de mí. Pasaba de la pena a la rabia y a la angustia. ¿Qué podría hacer Flinn? ¿Qué podría hacer yo?
Necesitaba pedir ayuda, pero no sabía cómo hacerlo.
Como si no fuera suficiente agobio, mañana era la elección de la nueva cabecilla de Underclass Hero. Las cosas no solo cambiaban de rumbo en mi ámbito amoroso y académico, también estaba la arista de, lo que he decidido llamarlo, mi deber social.
Esa tarde, hasta que mi madre me llamó para cenar, me quedé mirando el techo, disfrutando de mi música y ahogándome en mi propio pozo de pensamientos.
★★★
En clases mis manos comenzaron a sudar. La clase matutina antes de la reunión con UH estaba cargada de tensión, aunque solo la percibía yo, porque era la única que se encontraba tensa. Mandy, quizás, también lo estaba, pero no podía asumirlo con solo verla. En cambio, el resto de mis amigas prestaban atención a la lección sin mucha dificultad.
Señorita Roxas, me encanta el entusiasmo con el que nos explica la novela naturalista, pero en este momento no puedo tomar apuntes sin estar pensando en otra cosa.
—Quedamos hasta aquí —dijo ella—. ¡Media hora antes! Me parece que es un buen momento para ir a tomar un café, ¿no creen?
Se acabó la clase y comenzaba la cuenta regresiva de mi crisis de ansiedad. Sentía que todo estaba pasando muy rápido, no podía creer que realmente estábamos llegando a este punto, es decir, en realidad, que habíamos llegado a este punto. Dos años han pasado, y tendríamos que asumir la responsabilidad de tal labor.
—¿Vamos por un café? —me preguntó Amalia.
Asentí. Guardé mis cosas y, en conjunto con mis amigas, salí del salón, claro, luego de despedirme de la señorita Roxas.
—Qué genial haber terminado temprano. La próxima clase es la del señor Wilson, ¿no? —preguntó Laia.
—Sí —se quejó Caitlyn—, Dios, detesto sus clases, pero no por el contenido, es que él me cae mal.
Así era siempre. Terminábamos una clase, pensábamos en la siguiente y nos abrumábamos por ello. Era el inicio del año académico, y creo que ya estaba sintiendo una pizca de estrés.
Al salir temprano de clases, nos encontramos con la cafetería vacía. Pude comprar mis galletas de limón sin tener que esperar más que a Amalia que no se decidía por qué tipo de café iba a tomar. Nos sentamos en una mesa y conversamos como costumbre.
A mi lado, Mandy escribía un mensaje, cuyo destinatario era yo. Dejé pasar unos segundos para que no fuese tan obvio, y cuando tomé mi celular, leí con detenimiento y asentí con la cabeza lentamente.
Mandy – 09:13am
"Vamos a hablar al baño"
—Voy al baño —dije.
—Te acompaño, me voy a lavar la cara.
Entonces nos pusimos de pie y nos encaminamos al baño.
—El baño no es un lugar seguro —aseguré.
—Pero necesitábamos una coartada, ¿no crees?
Nos refugiamos detrás de los baños de Historia, pero lo suficientemente alejadas de algún tipo de edificio de donde pudiesen escucharnos.
—¿Tienes algo pensado? —me preguntó Mandy—. Porque yo no, y eso me tiene nerviosa.
—¿Por?
Me miró con extrañeza. Yo no estaba calmada, de hecho, me sentía tal y como ella expresaba, con nervios. Pero, por otra parte, había pensado demasiado en el tema, le había dado muchas vueltas, así que, al final, mi decisión fue tomaba con la cabeza fría, así que cuando Mandy me preguntó:
—¿Acaso sabes qué hacer?
Le respondí con mucha seguridad:
—Sé muy bien qué lugar merecemos dentro de UH. ¿Confías en mí?
—Por supuesto que sí.
—Entonces escúchame.
★★★
Solo se reunirían pocos simpatizantes, no podíamos arriesgarnos a llamar la atención, de todas maneras, la presencia más importante eran los representantes de cada facultad, quienes podrían anunciar la noticia al resto de los simpatizantes de UH.
Sin embargo, antes de entrar a la sala donde realizaríamos nuestro anuncio, nos reunimos en la facultad de Historia, donde siempre. Debíamos hablar antes, también necesitábamos una coartada que mostrara que nos reunimos antes de ir a ver el "evento" planificado por unos amigos de los chicos. Me sorprende que tuvieran todo planeado a pesar de estar completamente ocupados.
—¿Vamos a votar de inmediato? —preguntó Lee dejando su mochila en la mesa del profesor.
—Yo digo que sí —opinó Wilson—, así vamos preparados para la ceremonia.
—Andy, ¿tienes el libro? —preguntó Taylor.
—Sí —respondió Andy—, pero pensé que lo usaríamos en nuestra ceremonia interna.