"I failed to see it from the start and tore you open 'til the end"
Si pudiera elegir cualquier cosa en el mundo, no sería dinero, por más que me guste y lo esté anhelando con cada paso que doy. No, de hecho, si me concedieran un mísero deseo este sería: que se lleven mis inseguridades.
No solo soy insegura con mi apariencia, también lo soy con la gente que me rodea. Siento que en cualquier momento voy a hacer algo y van a alejarse de mí; siempre pienso las cosas por más tiempo del que debería, y cuestiono cada movimiento y paso que doy.
Quizás por eso es que recuerdo constantemente las cosas negativas que las personas han dicho de mí. No, todavía no puedo olvidar la forma en la que Megan me hubo encarado alguna vez. Y si bien sé que fui víctima de violencia, no olvido cuando Flinn también me recalcó las inseguridades que sentía conmigo. Esas cosas no las puedo simplemente olvidar. Siento que no estoy acostumbrada a la seguridad, y eso es un problema.
Durante la semana, cada vez que estuve con Andy me sentí algo incómoda, no por su presencia, sino por la mía. No podía evitarlo, pero no me sentía lo suficiente como para poder estar junto a él sin pensar en que, en realidad, yo la podría cagar.
Incluso en la fiesta que hicimos en la fraternidad luego de la manifestación. Ese fin de semana, Andy estuvo junto a mí todo el rato, hasta que tomé el taxi hasta mi casa. Nunca me besó, tampoco me tomó la mano, y todo eso, porque yo lo impedí. Estuve algo esquiva, pero es que en mi cabeza solo resonaba la idea de: “no soy suficiente para él”.
Doy vergüenza, y sé que puedo ser desesperante. Lo siento, no sé cómo cambiar esto de la noche a la mañana. Perdón, perdón, perdón.
Ahora, de sábado, estaba acostada en la cama, disfrutando de la soledad dentro de aquella habitación en la casa de mi abuela paterna, ignorando los gritos eufóricos de mi hermano y mi padre producto del juego que estaban viendo.
Quizás podría salir a tomar una taza de té. Quizás podría ponerme a estudiar para mi examen de Literatura Moderna. Quizás podría terminar esa serie que me recomendó Laia. Quizás podría responder el mensaje de Andy.
Quizás, simplemente, podría dejar de llorar por los escenarios que tenía dentro de mi cabeza.
★★★
Finalmente, llegó el día en que empecé a arreglar mi maleta para poder asistir a ese congreso universitario sobre Educación Pública que se desarrollaría en Oklahoma. Le había pedido una maleta a mi mamá, revisé cómo estaría el tiempo en aquella ciudad y comencé a empacar lo necesario: pantalones, camisetas y hoodies, porque la chaqueta la llevaría puesta. No me iba a arriesgar al frío.
—Deberías llevar zapatos de repuesto —dijo mi madre, quien me ayudaba a hacer encajar todo en aquella maleta de cabina.
—Mis zapatillas son suficientes. No se pronostica lluvia.
—Eso no quiere decir que no puedas tener que recurrir a un cambio de calzado.
—No es necesario, mamá —insistí con mi tono de voz más agotado debido a la persistencia de ella.
—Okay, okay —respondió casi rezongando—. Pero me vas a encontrar la razón cuando estés allá.
Rodé los ojos y negué con la cabeza para poder seguir guardando mis cosas. Toallas, botiquín de emergencia, pijama y mis cosméticos. Creía tenerlo todo, solo me estaría faltando la ropa con la que me iría en el avión. Tres horas de vuelo no son tantas, sin embargo, quería estar cómoda.
—¿Necesitas mi ayuda?
Ante la pregunta de mi mamá, negué con la cabeza, ella me sonrió y me indicó que se iría de mi habitación. Acepté en silencio y me dejé caer en mi cama junto a mi maleta.
Así me estaba sintiendo constantemente, muy cansada. Quizás no hacía mucho, pero en mi cabeza estaba trabajando demasiado. Era una ameba, así de simple.
Estaba perdida en mis pensamientos, incluso pensé en pedirle ayuda a mis amigos, sin embargo, dentro de mí, pensaba que solo estaría molestándolos con mis problemas. Eran simples de resolver, eso lo daba por hecho, no obstante, se me estaba haciendo demasiado difícil conseguir mi cometido. Podrán decirme que estoy equivocada, pero cuando tienes la cabeza sumergida en un mar de inseguridades cuyo oleaje crece más y más, es difícil divisar la orilla, incluso estando bastante cerca de ella.
Bajé a cenar, aún con las preguntas sin respuestas rondando por mi cabeza. Mi hermano habló sobre sus pruebas para el equipo, mi madre y yo lo escuchamos con atención. Intenté mantener mi serenidad a pesar de mi desequilibrio. Luego mi mamá nos comentó sobre la conversación que mantuvo con Cornelia acerca de celebrar las fiestas todos juntos. Por un momento, pensé que podría pasar desapercibida y que, solo por ese instante, mi mente se podría alejar de lo relacionado a la universidad y a Andy, hasta que mi hermano preguntó:
—¿Adónde es que tienes que viajar?
Mierda.
—Oklahoma —respondí a secas.
—Tengo una pregunta, creo que ya te la hice, pero la olvidé —dijo mamá—. ¿Dónde es que te quedarás? ¿Tienes dinero para pagar tus gastos?
Relamí mis labios.
—El vuelo lo cubrió la universidad —respondí con cuidado de no dejarme vencer por mis nervios y mi creciente ansiedad—. El alojamiento corre por cuenta de cada estudiante.
—¿Entonces?
—Me quedaré en la casa de Andy. Él es de allá, entonces, nos dijo que nos quedáramos en su hogar.
Dakota y Derrick compartieron una mirada curiosa antes de volver su atención a mí.
—Interesante —dijo mi mamá—. No recuerdo que me hayas comentado eso.
—Es que no lo hice.
—¿Por qué?
—Porque nunca preguntaste.
—Oklahoma, y en casa de Andy —molestó Derrick—. Curioso escenario.
—Por favor, no vayan a sacar nada de contexto —pedí dejando el tenedor en mi plato—. Solo es por un recurso educativo y por ahorrar algo de dinero.