"And it's been a while but I still feel the same"
La mañana estaba fría, eran las seis y yo estaba sacando mi maleta de mi habitación. Había llegado Mandy, en el taxi que pedimos ambas para poder ir hasta el aeropuerto.
Mi mamá estaba en pie, rodeaba su cuerpo con su bata mientras miraba, preocupada, por la ventana.
—Me voy —le dije una vez que estuve en la sala.
Ella me miró, entonces suspiró con decisión y caminó hacia mí. Me dio un pequeño beso en la frente y acarició mi mejilla.
—Avísame cuando llegues, ¿sí? Y, por favor, abrígate. No quiero que te resfríes, sé muy bien lo descuidada que puedes ser, Dora. Recuerda que no estarás en el mismo estado.
—No te preocupes.
Le di un abrazo de despedida y salí al encuentro con Mandy. El taxista me esperaba para ayudarme con la maleta y para cerrar la puerta del auto. Todo el camino, conversamos con aquel señor sobre lo emocionante que era viajar por conferencias universitarias.
El camino no fue tan largo como lo hubiese pensado, en menos de una hora, poco más de media, ya estábamos bajándonos del taxi y diciéndole gracias al taxista quien, amablemente, nos ayudó con la maleta nuevamente.
—¿Lista? —me preguntó Mandy.
—¿Para el check in?
Ambas reímos y entramos al aeropuerto. Encontramos la fila para poder entregar nuestro equipaje, por mi parte, estaba buscando a la vista un letrero que pudiese orientarnos con las puertas y, también, con los locales de comida. No me sentía cómoda viajando con el estómago vacío.
—Cuando encontremos nuestra puerta, le avisaré a Jeonghan para que nos encuentren.
Miré a Mandy, ella estaba con los ojos fijos en otra parte. Relamí mis labios y volví mi atención a la fila frente a nosotras.
—Pues vale, pero primero comemos.
—Eso es un hecho.
Una vez que entregamos nuestro equipaje, y que supimos cuál era nuestra puerta de embarque, Mandy le envío un mensaje a Lee para informarle que, en caso de que llegase, estaríamos en una de las cafeterías cercana a la puerta.
No alcancé a terminar la mitad de mi café de máquina ni mucho menos a tocar el sándwich de miga cuando Lee y Andy llegaron a la misma cafetería.
—Qué madrugadoras —dijo Lee antes de tomar asiento junto al puesto de Mandy—. ¿No podías esperar hasta que llegáramos?
—Nadie puede aguantar un viaje con el estómago vacío —aseguró Mandy—. Deberían pedirse algo ustedes, estos sándwiches valen totalmente la pena.
—Creo que te haré caso —dijo Andy—, después de todo, el viaje es largo tanto en avión como en vehículo. Mi casa queda algo lejos del aeropuerto.
Andy me dedicó una pequeña mirada y fue hasta la barra, junto con Lee, para poder pedir sus cafés. Mandy, entonces, aprovechó la oportunidad y acortó un poco la distancia que teníamos ella y yo para decirme, en voz baja:
—¿No te emociona poder conocer dónde es que creció Andy?
—¿Acaso a ti sí? —pregunté a modo de evitar la pregunta que ella me había hecho.
—Si estuviésemos por viajar a Corea, especialmente a la Isla Jeju, ten por seguro que no podría aguantar la emoción por conocer los lugares en donde creció el chico que me gusta.
No le dije nada, solo asentí y le sonreí. No había querido pensar en eso, no quería mostrarme algo obsesiva o ridícula, sin embargo, me mordía las uñas al solo darme cuenta de que, después de tanto tiempo, conocería algo tan personal de Andy como lo era la ciudad donde se crio.
—Posiblemente esté algo ansiosa —confesé—, pero no quiero que se me note.
—Pues déjame decirte que estás actuando muy bien.
★★★
Luego de las horas de vuelo, nos siguió un camino en vehículo bastante corto, treinta minutos si consideramos el tiempo de espera. Will Rogers no estaba lejos de Southwest 21st Street, Timber Creek Estates.
El vecindario donde vivía Andy era bastante acogedor, silencioso y hasta podría decir que armonioso. Andy me ayudó con mi maleta y, cuando estuvimos todos frente a la puerta, sacó las llaves para poder abrir e invitarnos a entrar.
—Llegamos —dijo y volvió a tomar mi maleta—. Mi mamá no está, le tocó trabajar, pero llegará en la tarde.
—Qué linda casa, amigo —dijo Lee—. ¿Te criaste aquí?
—A los diez años, sí —respondió Andy con una pequeña sonrisa en el rostro—. Antes vivía con mis abuelos, por Tulsa. Luego mi mamá pudo adquirir esta casa y, bueno —se encogió de hombros.
—Oklahoma es muy bonito —comentó Mandy—, y eso que he visto poco.
—Yo decía lo mismo de pequeño —respondió Andy con una sonrisa más extendida—, pasar de Cincinnati a Oklahoma fue un gran cambio.
¿Qué?
No pude preguntarle, me quedé con la pregunta en la boca, porque Andy nos dijo que las habitaciones su madre ya las había preparado. Mandy y yo estaríamos en una habitación, bastante amplia, he de decir, Lee estaría en otra, un poco más pequeña, pero como solo íbamos a dormir, no le dio importancia y aseguró que la cama era demasiado cómoda.
—Si te da miedo dormir solo, puedes llevar el colchón a mi habitación —se burló Andy—. Pero te advierto, está en el sótano.
—¿Por qué tienes una habitación en el sótano? —preguntó Lee bastante extrañado—. ¿Eres tan alternativo que solo puedes dormir ahí?
—No seas idiota, la única razón es que el sótano es más grande.
Andy volvió su mirada hacia a mí y me dijo:
—No vayas a pensar que me creo alternativo.
—Incluso si lo fueses, mi opinión de ti no cambiaría demasiado.
El silencio que se formó entre nosotros pareció invadir a Lee y Mandy, puesto que pude darme cuenta de que se miraron entre ellos y rieron un poco.
—Creo que estorbamos aquí —dijo Lee antes de que yo pudiese preguntarles qué sucedía—, ¿te ayudo con algo, Mandy?
—No digas estupideces —respondió Andy comenzando a caminar por el pasillo—, además, los únicos que podríamos estorbar seríamos Thurman y yo; todos saben que hay algo pasando entre ustedes dos.