"You hold my heart at a safer distance"
Mi padre nos fue a buscar al aeropuerto, a Mandy y a mí. Nos despedimos de los chicos luego de recoger nuestras maletas, por supuesto, Mandy y Lee se despidieron con un tierno beso, mientras que Andy y yo nos mirábamos y sonreíamos de manera tal que podrían hacerlo dos personas que se mostraban felices por sus amigos.
En ese momento, mi corazón dio un pequeño vuelco, sin embargo, no pude saber a qué se debía.
Mi padre nos hizo un montón de preguntas sobre nuestra experiencia en Oklahoma, y tanto Mandy y yo respondimos a sus preguntas, bastante emocionadas por lo que pudimos ver allá. Si bien no fue nada tan diferente a lo que podemos estar llevando acá en Los Ángeles, sí se sentía diferente por estar en un estado diferente al nuestro, en otro campus universitario y, por supuesto, por estar en una universidad en donde la prioridad no es la facultad de educación.
—Puedo asegurar, papá, que fue una experiencia enriquecedora.
—Imagino que sí.
—Lo único malo del viaje fue que Dora se enfermó.
—Eso era algo que lo veía venir —mi papá suspiró pesado—. Al menos no pasó nada malo porque estabas bajo el cuidado de una mamá. Además, de eso, tus amigos nos aseguraron de que estabas bien.
—Fui la encargada de estar llamando a tu papá cada dos horas para avisarle cómo te encontrabas —me dijo Mandy—. A esta altura, soy hasta tu mánager.
Ambas nos reímos, mi padre también se rio un poco.
Luego de dejar a Mandy en su casa, me fui con mi papá a la mía. No me hizo tantas preguntas como imaginé que las haría, y creo que es porque Mandy fue la que más habló con él y no Andy, sin embargo...
—¿Alguna vez he visto a ese amigo tuyo? ¿El tal "Andy"?
—Sí —respondí—, las veces que me has ido a buscar a fiestas y cosas así, siempre espera conmigo a que llegues, así como Wilson y Lee. Los conoces a todos, papá, es solo que no recuerdas sus nombres.
No hizo ningún comentario más con respecto a él.
★★★
Definitivamente no esperaba tener tan grato recibimiento en la semana cuando volvimos a clases. Durante uno de los períodos, la clase fue suspendida, por lo que con las chicas decidimos irnos a la biblioteca, pedir una sala, y quedarnos ahí a estudiar y conversar.
La conversación fue desde el libro "Los Miserables" y el planteamiento que hizo Caitlyn sobre tres preguntas hipotéticas que podría plantear el señor Wilson para evaluar la lectura, hasta la comida que preparó Laia el fin de semana para poder sorprender a sus visitas familiares.
—¿Cómo les fue en el congreso?
Ante la pregunta de Amalia, Mandy y yo nos miramos, como si fuéramos a ponernos de acuerdo para hablar.
—Bien —respondió Mandy—, fue bastante breve, pero fue interesante conocer otro estado.
—Y otro campus —añadí—. Creo que hasta se sintió como ir a otro país.
—Solo cambiaste de estado.
—Lo sé —le respondí a Amalia—, pero el clima era diferente.
—Por eso se enfermó.
Todas no reímos luego de la intervención de Mandy, fue inevitable.
—Pudo haber sido peor, imagina si no hubiera tenido el apoyo de esta preciosa creación —dije señalando a Mandy—. Fue un golpe de suerte.
—Imagino que sí —dijo Laia.
—¿Y qué cosas le dijeron en ese congreso?
—Nada diferente a lo que ya hemos leído en clases —le aseguré a Caitlyn—. Solo aprendimos sobre las apreciaciones de la educación pública, y, bueno, nos presentaron ciertos postulados de Paulo Freire.
—¿Ese es el autor que siempre mencionan en las cátedras pedagógicas? —preguntó Laia.
—El mismo. De hecho, ahora que lo mencionan...
Abrí uno de mis cuadernos en donde tenía los folletos que me fueron entregados en el congreso, tomé algunos y los extendí sobre la mesa para que las chicas pudieran observarlos. No es que fuesen de mucha variedad, sino que tenía varios ejemplares.
—Estos fueron algunos de los que nos entregaron. Este —señalé uno verde— fue el último. Tal parece que querían deshacerse de ellos, porque nos dieron bastantes.
Las chicas tomaron uno cada una, a excepción de Mandy y yo, por obvias razones. Ojearon el folleto por dentro y por fuera. Caitlyn le señaló a Almendra un escrito en la contraportada, y eso llamó la atención de Laia y Amalia.
—¿Cómo es que todavía no hemos leído a este señor en profundidad?
—Puede ser porque no estamos en el semestre en que se estudia —le respondió Mandy a Laia—. Es posible que se vea en cátedras más avanzadas.
—La frase está hermosa —comentó Almendra sin dejar de ver el folleto.
—¿Cuál de todas? —pregunté.
— "La educación no cambia al mundo: cambia a las personas que van a cambiar el mundo", ¿no les parece una frase inspiradora? Siento que también es bastante realista —dijo Caitlyn con entusiasmo—. Creo que esa es la visión que quiero tener de la educación cuando empiece a trabajar como profesora.
Ninguna de las que estaba ahí conocía, en profundidad, lo que era de verdad trabajar dentro de un sistema bastante complicado para todo aquel que se aventurara a cruzarlo, sin embargo, teníamos el entusiasmo, y no nos habíamos desanimado. Estábamos en nuestro tercer año, y ninguna quería abandonar el sueño que anhelábamos hace tiempo atrás.
Cada una de nosotras tiene una historia en particular con la pedagogía; puede que sea un sueño fútil y sin esperanza por el poco reconocimiento que tiene la profesión, pero por frases como la de Paulo Freire, al menos yo, siento que mis aspiraciones no están siendo un capricho.
—De todas maneras —dije—, espero que no me toque ninguna estudiante como yo cuando dé clases en algún colegio.
Nos reímos.
Luego de eso, Almendra nos mostró sus apuntes de gramática y nos pidió ayuda para poder resolver unos ejercicios. Ya se había acabado el recreo, era hora de "estar en clases".
★★★