Tashiro Kuma y los Vengadores de la Noche

Cap 01_Entre la Oscuridad y la Esperanza

Después del traumático evento en la casa de los Kuma, la policía llegó rápidamente, avisada por los vecinos que habían escuchado disparos. La escena era desgarradora: los cuerpos de Kenjiro y Hye-Jin yacían sin vida en el suelo, mientras Tashiro, empapado por la lluvia y con el corazón destrozado, intentaba explicar lo sucedido.
Los oficiales comenzaron la investigación de inmediato, interrogando también a Tashiro sobre lo ocurrido. Sin embargo, con solo seis años, su versión de los hechos fue tomada con escepticismo. Nadie creyó en la historia de la Yakuza y la captura de su hermano. En cuestión de semanas, la policía cerró el caso, concluyendo que el matrimonio Kuma había sido víctima de un robo fallido, y dando por muerto a Kurokawa. Este desenlace oficial dejó a Tashiro aún más devastado, pues no podía aceptar que nadie le creyera sobre el destino de su hermano.
Durante las siguientes semanas, Tashiro fue acogido por varios vecinos que se compadecían de su situación. Sin embargo, esta solución temporal no podía durar. Finalmente, Tashiro fue trasladado a un orfanato, un lugar donde se suponía que encontraría una nueva familia y una nueva oportunidad de vida.
El tiempo en el orfanato fue duro para Tashiro. A pesar de los esfuerzos de los cuidadores, el trauma del pasado y la pérdida de su familia pesaban mucho en su alma. Los recuerdos de aquella noche y el rostro de su hermano, herido y llevado a la fuerza, lo perseguían constantemente. Además, su historia trágica y su reticencia a ser adoptado alejaban a posibles familias interesadas. Tashiro, sumido en su dolor, tampoco quería ser adoptado; su único deseo era encontrar a su hermano.
Los años pasaron y la amargura se convirtió en una especie de fuerza interna. Al cumplir veinte años, Tashiro fue expulsado del orfanato debido a su edad. Sin familia ni hogar, se vio obligado a vivir en las calles y en algunos centros de acogida. A pesar de las adversidades, un fuego ardía en su interior: el deseo de encontrar a Kuro y enfrentarse a aquellos que les habían arrebatado su vida.

Años después, a la edad de 24 años, Tashiro caminaba por las calles de Shizuoka. Ya no era aquel niño que siempre tenía una sonrisa en la cara; ahora, su expresión era seria, con la mirada perdida en los recuerdos dolorosos de su infancia. Su ropa reflejaba su difícil situación: una sudadera roja que había recuperado de una tienda en llamas meses atrás, ahora casi marrón por la suciedad; jeans desgastados y rotos; y unas zapatillas Nike casi sin suela. Al vivir en la calle, apenas tenía oportunidades para ducharse, salvo en baños públicos donde se limpiaba como podía con una botella de agua. Su pelo, largo y descuidado, le caía en flecos que le cubrían casi toda la cara. Además, la falta de una alimentación adecuada lo había dejado extremadamente delgado, casi frágil.
Una mañana, mientras caminaba, con la mirada fija en el suelo, no podía dejar de recordar la última imagen de Kuro: metido en aquel coche, atado, amordazado, llorando y con un ojo herido. La impotencia de no haber podido hacer nada aquella noche le quemaba por dentro, y apretó los puños debajo de los bolsillos de su sudadera.

—"Kuro...¿Por qué...por qué..?"—.Se preguntó Tashiro, apretando sus dientes con rabia contenida.

De repente, sin previo aviso, Tashiro chocó con un grupo de hombres vestidos completamente de negro y con gafas de sol. La colisión hizo que uno de ellos dejara caer un maletín, que se abrió ligeramente, mostrando documentos y objetos misteriosos. Los hombres se detuvieron abruptamente y se volvieron hacia él, sus rostros ocultos tras las gafas oscuras.
¡Mira por dónde caminas, imbécil!—.Rugió uno de ellos, con una mezcla de irritación y diversión.

—P-perdón...No les vi venir...—.Les dijo Tashiro mientras se inclinaba ante ellos, tratando de evitar problemas.
Tashiro, aún aturdido, levantó la vista y sus ojos se encontraron con los de los hombres. El corazón le dio un vuelco al reconocerlos; eran los mismos que habían secuestrado a su hermano y asesinado a sus padres.

—¿Qué miras, eh?—.Le dijo con tono amenazante.—¿Acaso te he dado permiso para que me mires, saco de trapos?.

La furia y el dolor se desbordaron en él, y sin pensarlo, se lanzó hacia ellos con una determinación desesperada.
¡Malditos!—.Vociferó Tashiro con voz quebrada.—¡Os voy a hacer pagar por lo que hicisteis!...¡Voy a recuperar a mi hermano y vengar a mi familia!.
Los hombres se miraron entre sí y una risa burlona empezó a recorrer el grupo. Sus risas eran frías y despectivas, llenas de un desprecio cruel. Con una expresión de desdén, comenzaron a moverse con una coordinación precisa, mostrando claramente que estaban acostumbrados a manejarse en situaciones como esta. Uno de ellos bloqueó el primer ataque de Tashiro con una facilidad abrumadora, mientras otro lo empujaba hacia atrás con una fuerza brutal. Las risas continuaron mientras Tashiro lanzaba golpes desordenados, tratando de defenderse. Cada intento era más inútil que el anterior, y los hombres lo sometieron sin esfuerzo. Sus golpes eran duros y certeros, y Tashiro se tambaleaba cada vez más, sin poder hacer nada para contrarrestar la superioridad de sus atacantes.

—Si hubieras sido un buen chico, te habrías ahorrado ese golpe—.Le dijo el hombre con desdén.
Tashiro, intentando levantarse y mirándolo con determinación, respondió entre dientes.
—M-Me da igual...cuántos golpes me den...Voy a recuperar a mi hermano...y acabaré con ustedes para vengar a mi familia—.Declaró Tashiro con furia.
Los hombres se rieron entre ellos ante la audacia de Tashiro. El hombre que lo había golpeado antes habló de nuevo, burlándose.
—Vaya, vaya...Entonces eres uno de los sobrevivientes de algunos de nuestros "negocios", ¿eh?—.Se burló el hombre, riéndose.—Tienes mucha suerte de estar vivo, chico.
Tashiro, furioso al ver como hablaban de sus masacres como simples negocios, trató de levantarse completamente.
—Ustedes...se llevaron a mi hermano...Y lo recuperaré...¡Aunque tenga que acabar con toda su organización de la Ya-!—.Gritó Tashiro con determinación, pero antes de que pudiera terminar su amenaza, el hombre le propinó un fuerte puñetazo en la cara, haciéndolo caer de nuevo al suelo.
—No deberías amenazar a gente tan peligrosa como nosotros, chico...Puede que te hayan dejado vivir una vez...Pero si sgues así no tendrás la misma suerte—.Le advirtió el hombre con frialdad.




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