Tashiro Kuma y los Vengadores de la Noche

Cap 04_El Origen de los Rebeldes

Durante el resto del día, Tashiro, ahora, duchado, comido y vestido con ropa nueva pero aún con su sudadera roja puesta, descendió de nuevo a la planta baja del refugio. La sudadera, aunque nueva, estaba claramente desgastada y manchada por el tiempo. Al llegar al salón principal, se encontró con Takai Sotan, que le observaba con atención.

—Esa sudadera parece bastante antigua—.Comentó Takai, con un tono curioso.—¿Es tu favorita o algo por el estilo?.

—No, no es exactamente mi favorita....Es...la única que tengo—.Respondió Tashiro, sintiendose algo avergonzado.

—Entónces déjamela...La lavaré para ti—.Le dijo Takai con una sonrisa amable.—Mientras tanto, puedes unirte a los demás en el tatami/salón...Es el lugar donde entrenamos y donde pasamos el rato.

Agradecido, Tashiro aceptó y le entregó su sudadera, para lugo dirigirse al área del tatami. Al entrar, vio a los miembros del grupo reunidos en un espacio amplio que también servía como salón. Haru, Kaori, Ikuko y Naka estaban allí, conversando en voz baja.
—Bienvenido de vuelta, Vengador Junior—.Le dijo Haru, levantando la vista y señalando el espacio despejado en el suelo.
Tashiro se sentó con ellos en una esquina del tatami, mirando alrededor mientras se acomodaba.
—Antes de que empiecen los entrenamientos de mañana, queremos conocerte mejor—.Comenzó Haru, con una expresión seria pero interesada.—Queremos saber cómo acabaste viviendo en la calle y cómo es que la Yakuza te dejó con vida.
Tashiro suspiró profundamente, sintiendo el peso de su historia. Miró a cada uno de ellos, sintiendo su genuino interés y empatía. Luego, comenzó a relatar su pasado, su voz cargada de emociones:
—Cuando tenía seis años, la Yakuza entró en mi casa una noche...Recuerdo que había una tormenta horrible...Al parecer...mi padre había estado involucrado con ellos por temas de trabajo, y la Yakuza se presentó en mi casa para saldar la deuda que les debía—.Comenzó a relatar Tashiro.—Recuerdo el caos: disparos, gritos...Mis padres...—.Su voz se quebró por un momento.—Ellos...ellos murieron en ese ataque...y mi hermano mayor, Kuro, trató de protegerme...Pero era tarde...Ví a mis padres tendidos en el suelo...con agujeros de bala en la cabeza...
Hizo una pausa, recordando vívidamente aquellos momentos dolorosos.
—Ambos intentamos huir...o al menos escondernos...pero esos hombres íban a matarnos...y recuerdo que...Que Mazatake dijo algo de que Kuro había echo un trato con él...Él trabajaría para ellos a cambio de mi vida—.Continuó Tashiro, intentando no llorar.—Recuerdo que...Lo vi en el coche de la Yakuza, herido, con su ojo izquierdo sangrando, atado y amordazado...Esa fue la última vez que lo vi...Después de eso, los hombres se lo llevaron, y nunca más volví a verlo...Desde entonces, viví solo...Sin saber si mi hermano sigue con vida...
El silencio en la sala era palpable. Los miembros del grupo escuchaban atentamente, sintiendo el peso de la historia de Tashiro.
—No eres el único que ha perdido a su familia a causa de la Yakuza—.Le dijo Naka, su voz cargada de dolor.
Tashiro lo miró con curiosidad y empatía, esperando a que Naka continuara.
—Mis padres se vieron obligados a trabajar para la Yakuza para que yo pudiera tener una vida mejor...Trabajaron en misiones que nunca comprendí del todo, y de las que ellos nunac me hablaron por mi propia seguridad...Pero un día, fallaron en una misión y fueron descubiertos...La policía los encontró y...tuvieron que dispararles durante una persecución—.Naka hizo una pausa, mirando a Tashiro con una mezcla de tristeza y determinación.—No estoy enfadado con la policía, ni mucho menos, porque ellos solo hicieron su deber...Mi enojo es hacia la Yakuza, que manipuló a mis padres...Si ellos no hubieran existído, mis padres seguirían vivos.
Tashiro asintió, comprendiendo la carga emocional que Naka debía llevar. Luego, Kaori, que había estado jugando con una pulsera en su muñeca, levantó la vista con un aire sombrío.
—Yo...Mis padres eran policías muy reconocidos, ¿sabes?—.Comenzó Kaori, su voz firme a pesar de la tristeza.—Habían encerrado a varios miembros importantes de la Yakuza...Pero una noche, cuando yo sólo tenía 7 años y mientras ambos patrullaban, un compañero de ellos llegó a casa para informarme que mis padres habían fallecido en una emboscada que la Yakuza había preparado como venganza...Desde entonces, me prometí a mí misma que acabaría con esos hombres, especialmente con Eiji Mazatake.
Kaori dejó que sus palabras resonaran en el tatami, la intensidad de su promesa visible en sus ojos. Ikuko, que había estado escuchando atentamente, se inclinó hacia adelante, su tristeza palpable.
—Mis padres también eran policías, pero trabajaban como espías para las Fuerzas de Seguridad—.Dijo Ikuko, con la mirada baja.—Durante una misión para intentar detener a Mazatake...Cuando yo tenía cuatro años...Mis padres fueron descubiertos, y...Lo último que recuerdo fue que unos compañeros de mis padres vinieron a casa para devolverme sus pertenencias...Nunca encontramos sus cuerpos...
La sala se llenó de un silencio respetuoso mientras el grupo compartía sus historias. Cada relato de pérdida y sufrimiento era un recordatorio de por qué habían elegido luchar contra la Yakuza y por qué estaban unidos en su causa.
Tashiro, conmovido por las historias de sus nuevos compañeros, se sintió más conectado con ellos que nunca. Sabía que todos ellos compartían una profunda herida y una necesidad de justicia que los unía.

Finalmente, Haru, que había estado escuchando en silencio, rompió el silencio con un tono firme pero lleno de comprensión.
—Cada uno de nosotros tiene una razón para estar aquí y luchar...La Yakuza ha dejado una estela de dolor, y es por eso que formé este grupo—.Le dijo Haru, mirándole a los ojos.—No solo para vengar a nuestros seres queridos, sino para hacer justicia por todos aquellos que sufren a causa de ellos y que no pueden defenderse.
—Haru, ¿tu familia...también fue atacada por la Yakuza?—.Le preguntó Tashiro con voz suave, intentando entender más sobre el pasado de Haru.
Haru, que había estado mirando al suelo, levantó la vista lentamente. Su rostro estaba enmarcado por una mezcla de dolor y conflicto interno, luchando por encontrar las palabras adecuadas. No respondió de inmediato, y el silencio se hizo más pesado.
Fue Takai quien rompió el silencio, entrando en la sala con una expresión triste y cansada. En sus manos llevaba unos productos de limpieza para limpiar la sudadera de Tashiro. Al ver la atmósfera, comprendió que el momento era delicado y decidió compartir su propia historia.

—Durante años, como inspector, me dediqué a investigar a la Yakuza, en especial en la región de Shizuoka—.Comenzó Takai, con voz grave.—Rastreé sus negocios, sus contactos, y sus movimientos...Todo...Pero un día, mientras investigaba a una aliada de Mazatake, me enamoré de ella...Fué amor a primera vista...
Takai hizo una pausa, su rostro mostrando un dolor profundo. El grupo escuchaba en silencio, sabiendo que lo que estaba a punto de contarles era doloroso.
—Ella traicionó a la Yakuza para que ambos pudieramos estar juntos, y nos proporcionó información valiosa que nos permitió arrestar a varios miembros importantes y debilitar la red de Mazatake...La verdad es que ella nos ayudó a lograr mucho, pero también selló su propio destino.—Takai tragó con dificultad, sus ojos llenos de tristeza.—Con el tiempo, nos casamos y tuvimos a Haru...Éramos una familia perfecta...Pero cuando Haru tenía solo cinco años...En la noche de su cumpleaños...nuestra casa empezó a arder de la nada...
El dolor en la voz de Takai era palpable. Cada palabra parecía pesarle más de lo habitual.
—Intenté por todos los medios apagar el fuego, para que mi esposa y mi hijo pudieran escapar, pero ella quedó atrapada mientras la casa se derrumbaba...Y lo último que recuerdo que me dijo fue que protegiera a nuestro hijo—.Continuó Takai, con la mirada perdida, recordando esa noche.—Hice lo que pude para sacar a nuestro hijo de la casa y de buscar la manera de salvar a mi esposa, pero no pude hacer nada más que mirar como la casa empezaba a derrumbarse...Los bomberos y la policía intentaban apagar el fuego, pero era demasiado tarde...
El silencio que siguió a las palabras de Takai fue pesado y lleno de respeto. El grupo se sentía unido por la misma pérdida y la misma sed de justicia. Tashiro, conmovido por el relato, miró a Takai con una mezcla de admiración y tristeza.
Haru, con los ojos enrojecidos, finalmente encontró su voz. Su expresión era una mezcla de dolor y resolución.
—La Yakuza me robó a mi madre esa noche, y por eso formé este grupo rebelde, para acabar con esos desgraciados—.Le dijo Haru, con algunas lágrimas.—Me puse el apellido de mi madre en honor a ella, y lucharé para que su sacrificio no haya sido en vano...Acabaré con ese cabrón aunque tenga que destruir media Región.




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