En el refugio, el ambiente estaba cargado de preocupación y urgencia. Takai depositó a Naka con cuidado sobre su cama, donde le acomodó la almohada bajo la cabeza y se inclinó sobre él, hablando con voz calmada pero firme para tranquilizarle.
—Tranquilo, Naka..Te vas a poner bien, ¿vale?—.Le dijo Takai, su tono relajante en contraste con la tensión palpable en la sala.
Ikuko, con lágrimas asomando a sus ojos, buscaba frenéticamente el botiquín. Sus manos temblaban mientras revisaba los estantes y cajones. Finalmente, lo encontró y corrió hacia Takai con la caja en las manos. La desesperación y el miedo estaban claramente escritos en su rostro.
—Aquí está—.Dijo Ikuko, entregando el botiquín a Takai con las manos temblorosas.
Takai abrió el botiquín rápidamente y comenzó a cortar con cuidado la camisa de Naka para exponer la herida. Miró con atención, su expresión se tornó seria al evaluar la magnitud de la lesión.
—La herida no es mortal, pero es bastante grande—.Les dijo Takai, intentando sonar optimista a pesar de la gravedad de la situación.—Pero si se infecta, podría ser peligroso.
Naka, a pesar de su valentía, no pudo evitar quejarsse de dolor cuando Takai empezó a limpiar y desinfectar la herida. Los movimientos de Takai eran precisos pero firmes, y el dolor que experimentaba Naka se reflejaba en su rostro contorsionado. Kaori, sentada junto a Naka, le cogió de la mano y le susurró palabras de consuelo, intentando calmarle mientras le ofrecía su apoyo emocional.
—Lo estás haciendo bien, Naka...Sólo un poco más—.Le decía Kaori, sus palabras llenas de pesar.
Tashiro, de pie y cerca del grupo, miraba la escena con una expresión de culpa y desesperación. Sus manos temblaban ligeramente mientras veía cómo Takai trataba la herida de Naka.
—No pude hacer nada útil...—.Murmuró Tashiro, su voz llena de arrepentimiento.—Debería haber hecho algo más...
Haru, observando la angustia de Tashiro, se acercó a él y le colocó una mano en el hombro.
—No es culpa de nadie—.Le dijo Haru con una voz firme pero reconfortante.—No sabíamos que ese tío iba a disparar...Aún te queda mucho entrenamiento, y lo hiciste bien bajo las circunstancias...Además, nosotros aún tenemos que aprender a manejar armas de fuego y a protegernos de ella...
—Os enseñaré en cuanto Naka se recupere—.Le prometió Takai, sin dejar de trabajar en la herida de Naka.—Conozco un lugar donde poder practicar y donde nadie nos véa.
Tashiro asintió lentamente, aunque su preocupación no se desvaneció por completo.
Takai terminó de vendar la herida de Naka y se inclinó para asegurarse de que el vendaje estuviera bien ajustado. Luego, se levantó, su rostro cansado pero determinado.
—Vamos a necesitar mantener a Naka bajo observación durante un tiempo—.Les dijo Takai—. Si muestra signos de fiebre o cualquier otro síntoma de infección, tendremos que actuar rápidamente.
El grupo asintió, sabiendo que el peligro no había pasado y que debían estar preparados para cualquier eventualidad. Mientras Naka intentaba descansar, el grupo se agrupó alrededor, compartiendo miradas de preocupación y resolviendo en silencio cómo enfrentarían los próximos desafíos.
—Bien...Voy a buscar las bolsas de comida que dejamos en el coche...Necesitamos asegurarnos de tener todo lo necesario para el resto del día y también lo necesario para que Naka esté hidratado y nutrido—.Anuncio Takai, comenzando a recoger sus cosas.
Haru, con una mezcla de preocupación y determinación, se acercó a su padre.
—Voy contigo...No quiero que salgas solo, sobre todo después de lo que pasó—.Le dijo Haru, decidído.
Takai, al escuchar la oferta de su hijo, le dio una mirada seria y firme.
—No. Los hombres de la Yakuza aún podrían estar buscandonos—.Le dijo Taki con tono autoritario.—Es mejor que te quedes aquí con el grupo y mantengas a Naka seguro...Volveré pronto.
Haru abrió la boca para protestar, pero el tono decidido de su padre le hizo reconsiderar. Sabía que Takai tenía razón y que la seguridad de todos era lo más importante en ese momento.
—Está bien, pero ten cuidado—.Asintió Haru, con un suspiro de resignación.
—Lo haré...No te preocupes—.Le dijo Takai, con una sonrisa tranquilizadora.
Con un último vistazo a su hijo y al resto del grupo, Takai salió del refugio. La tapa de la alcantarilla se cerró con un pesado crujido, dejándolos en el silencio que seguía a la partida de Takai. Haru se quedó mirando la entrada, su preocupación evidente en su rostro.
***
Después de una hora interminable, el tatami/salón del refugio parecía más grande para Haru, que caminaba de un lado a otro con la preocupación grabada en su rostro. Cada minuto que pasaba sin noticias de su padre le hacía sentir más ansioso. La preocupación estaba visiblemente escrita en su expresión, y cada pequeño ruido en el refugio le hacía mirar con inquietud hacia la entrada.
—¿Dónde está?...¿Por qué tarda tanto?...Debería haber ído con él...—.Murmuraba Haru, sin mirar a nadie y caminando sin parar por el tatami.
Ikuko, notando el creciente nerviosismo de Haru, se acercó a él con una expresión de empatía.
—Haru, intenta calmarte un poco...Quizá ha tenido que esconderse de los hombres de la Yakuza—.Le dijo Ikuko con voz suave, intentando darle algo de consuelo.
Haru asintió, aunque la preocupación seguía en sus ojos. Antes de que pudiera decir algo más, un sonido familiar hizo que todos miraran hacia la entrada. La tapa de la alcantarilla se movió y Takai apareció, cargado con las bolsas de la compra.
—¡Un poco de ayuda aquí!—.Dijo, su voz un poco más relajada que antes.