Taste (use Me)

CAPITULO 4

CAPITULO 4

‘‘Cariño, cariño, no me malinterpretes, no me atrevo a mentir en este momento’’

 

Si me dieran la oportunidad de explicar lo que es para mí el amor, diría que lo más mágico que puede haber en este mundo, pero este mundo esta tan jodido que incluso el ‘amor’’ se ha transformado en una tormenta, sin final, una tormenta destinada a destrozar todo a su paso.

Pensaba en el amor y me imagina un prado lleno de flores, siempre tan encantador y hermoso…hasta que se marchitan llevándose consigo aquello que aún mantenía un poco de hermosura.

Cuando la conocí, tan bella como una de esas hermosas flores. Me enseño lo que era amar, me enseño que todo tiene un precio y una consecuencia; y tal vez ese precio fue sufrir, y tal vez esa consecuencia fue la soledad.

Recuerdo sus palabras, y me maldigo cada día el no haberle hecho caso, el estar tan ciego.

- Rose…yo te -mis palabras fueron interrumpidas por su voz profunda y cegadora-

- No lo digas…nunca digas que me amas, si lo haces juro que te arrepentirás. Tampoco te enamores, solo sigue conmigo hasta que me arrepienta de seguir haciendo esto, hasta que te traicione.

- Así no sufrirás tanto – se levantó del pasto y estiro su mano- Es hora, volvamos a casa, retoño.

- C-claro.

Recuerdo esa escena a la perfección, me convencí de que mentía y de que solo estaba bromeando. Y no me di de cuenta de que sus palabras eran una advertencia de su pronta traición, de su ataque, de su maldita y asquerosa trampa.

Al entrar al apartamento me quite los zapatos dejándolos en un pequeño estante en la pared, junto a otros zapatos al parecer de ella.

El apartamento era grande, la sala tenia muebles grandes y enfrente el gran televisor que adornaba de gran manera la sala, una pequeña mesa de madera con un curioso jarrón con unos hermosos tulipanes amarillos; Al lado izquierdo estaba la cocina, con electrodomésticos modernos, y una gran nevera negra de dos puertas; En medio de la sala y la cocina un pasillo que terminaba para luego verse casi a lo lejos una habitación o sala segundaria, y al final unas escaleras.

- La habitación esta en el segundo piso, la mitad del closet y unas que otras cosas están desocupadas para que te acomodes como gustes, date un baño en lo que yo preparo algo de comer.

- Claro – seguí derecho pasando por el pasillo observando en este, dos puertas, una a cada lado, llegué a la sala segundaria; una sala de estar, al igual que la sala principal la pared derecha era hecha de vidrios, aparentemente resistente. Seguí hasta el final observando con cuidado cada detalle del gran apartamento, hasta llegar a las escaleras que estaban casi que formando un espiral pequeño.

Subí las escaleras encontrándome con una gran cama y dos mesitas de noche, una a cada lado. Entre por completo a la habitación, había dos puertas a mi izquierda una estaba abierta dejando ver el gran baño; abrí la segunda puerta mirando el gran closet.

Abrí mi maleta y saque mi ropa acomodándola en mi mitad del closet <<Tengo que comprar más ropa>> pensé al ver que me sobraba mucho espacio. Me dirige al baño y acomodé mis cosas en uno de los estantes vacíos que había en el baño, cerré la puerta de este con candado y me desvestí para así darme una ducha.

Nabi era casi igual a rose, al igual que ella su aura era como la de un león, tan segura de sí misma. Pero su presencia era muy distinta.

Su cabello largo y negro, sus ojos profundos y oscuros, su mirada neutral; su altura, en otro caso sería increíble el hecho de que ella fuera más alta que yo, pero es al contrario yo mido unos 1.69 y ella al parecer unos 1.71 no era mucha la diferencia. Su cuerpo estaba ejercitado; Casi como una Tomboy. Pero todo eso no quitaba el hecho de lo femenina que eran sus tan definidos y suaves rasgos.

Era hermosa, era un ángel jugando a ser humano.

Sali de la ducha, sequé un poco mi cuerpo y cabello, tomé mi cepillo y lavé mi boca en lo que me fijaba en cada detalle de mi rostro. Tenía pecas alrededor de mis mejillas, al igual que mi madre era un poco cachetón, mis labios eran gruesos, y mis ojos no eran tan rasgados, mi piel era un poco bronceada y mi cabello era de un tono rojizo combinado con un naranja, mis ojos eran de un color azul muy claro y mis pestañas eran del mismo color que mi cabello.

Termine mi aseo personal y me cambie con una camisa ancha y una sudadera, baje hasta la cocina encontrándome con Nabi colocando varios platos con comida.

Arroz, rollitos de huevo, ramen, carne y lo que creo que se llama Kimchi coreano.

- Buen provecho Ian, iré a darme un baño y vengo a acompañarte a comer – se dirigió al segundo piso, a los minutos se escucho la ducha del baño abierta. Después de un buen rato una Nabi con cabello recogido, gafas y vestida de la misma forma que yo se sentó a comer conmigo.

- ¿Cómo te sientes? Digo por el hecho de estar en otro país y ser transferido de un momento a otro – se llevo a la boca uno de los rollitos de huevo-

- Es incomodo, pero agradable

- Entiendo.

- oye, ¿No te agrado? -dijo disfrutando de su comida-

- ¿Qué? – pare de comer para verla-

- Lo digo porque desde que me viste, digamos tu actitud a sido muy cortante – dijo mirándome a los ojos, escudriñando cada parte de mi ser con su mirada aun neutra-

<< Por que no puedo inventar una excusa, una mentira para este incomodo momento>>

- No…no estoy acostumbrado a pasar tanto tiempo con una mujer, lo siento, pero es inevitable, no se por que no puedo mentirte así que seré sincero, aborrezco a las mujeres.

- ¿Disculpa?

- Pero por alguna razón contigo es distinto, no te aborrezco, es solo algo incomodo por momentos.

- OK~ ahora si es incómodo créeme.




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