CAPITULO 10
“No me hagas daño por que soy adicto a ti”
-No se que hacer con todo esto, tío necesito de tu ayuda…mi padre no sabe cuándo parar
La sala esta en silencio, mi tío aquel al que consideraba de mi total confianza dejaba una tasa de porcelana con decoros dorados en la mesa de vidrio, para después cruzar sus brazos.
Lo que más necesitaba ahora era un consejo. Imaginar la simple posibilidad de perder al hombre del que me enamore a simple vista era doloroso.
Mis manos apretaban la corta falda que llevaba puesta. No podía levantar la cabeza, solo quería llorar de una vez por todas, la presión que mi padre empezaba a imponer empezaba a asfixiarme y no tener a mi madre para abrazarme y decirme que todo estaría bien provocaba un vacío aun peor; Mi corazón se encogía y esperaba atento una palabra del señor frente a mí.
-El historial de ninguno de tus hermanos mayores es el mejor, ya cada uno a puesto de su parte algo para manchar el nombre de tu padre…La única opción y la única que a su parecer es la correcta para casarse eres tú…
-Lo sé, créeme que lo sé. Es solo que…he hecho de todo por él, más desde la partida de madre…pero ya estoy cansada, ¡POR FIN…SOLO…!ya no quiero sentirme así- mis manos temblaban y mi garganta ahogaba una vez más un grito de auxilio.
-Hablare con el, tratare de convencerlo…pero sabes que no puedo hacer nada más
-Eres mi sobrina y el vivo recuerdo de mi hermana- se paro de su asiento, para posicionarse al lado mío, su mano acaricio mi pelo y luego paro en mi hombro, esa era su típica forma de mostrar apoyo- Sabes que estoy contigo y siempre he hecho todo lo posible por ayudarte, pero esto se sale de mi control- después de eso se paro y tomo asiento en la mesa detrás de su escritorio, me pare y tome como iniciativa, salir de ese lugar.
Ian todavía estaría en sus clases por lo que la casa estaría sola, abrí la puerta y me dirige hacia la habitación, hasta dejarme caer en la pared gris de la habitación, quedado a nada de la cama.
Mi cuerpo temblaba y aquel llanto que guarde salió de apoco, silencioso, lo suficiente para no alertar a nadie.
Mi corazón se oprimía y los recuerdos de mi madre comenzaban a invadir mi pensamiento. Su dulce voz, su delicado tacto y sus palabras de apoyo. La necesitaba más que nunca, un fugas pensamiento del pecoso se cruzó por mi mente, tal y como si fuera el destino una caricia y luego un abrazo acogieron a mi cuerpo.
Su voz gruesa y tranquila alerto a mi corazón y instantáneamente listo para ver al que mi alma, cuerpo y corazón no querían dejar ir por su egoísmo.
-Tranquila- tomo mi cara en sus manos y limpio pacientemente mis lagrimas que se negaban a dejar de salir, como si escaparan y se negaran a volver a esconderse dentro de una botella llena de cada una de mis penurias pasadas.
Mi llanto aumento y como una magdalena salió a flote mi dolor, mis manos se aferraban a su esculpido pecho tapado por una sudadera, mi cuerpo se tumbo y se dejo caer y consolar en sus brazos.
Un cálido beso abandono sus labios y tropezó en los míos. Uno tras otro mientras se escapaba una palabra tras otra.
-Está bien
-Todo está bien
-N-no, no lo está-como un susurro llego mi voz entre cortada-
-Y aun si no lo estuviera, nunca esta demás pensar en que pronto lo estará. -acariciaba mi pelo en repetidas ocasiones mientras mi respiración se calmaba-
-No me dejes
Entre sollozos logre escuchar lo que necesitaba un “no lo are” de su parte para luego abrazarme, era una promesa en la que solo se necesitaba dos cuerpos unidos para cerrarla.
No quiero abandonar esto.
No quiero abandonarlo.
NARRA IAN
Un frio abrazador anunciaba la llegada del invierno, enrollé mi cuello con una bufanda para luego subir a mi auto, llego ayer en la noche al parecer se había atrasado más de lo normal por unos problemas.
Llegue a casa, estaba cansado por lo que simplemente llegaría a dejar mi cuerpo descansar en la cama. Pero al parecer algo estaba en contra de eso, unos sollozos se escuchaban llegando ya a la habitación. Nabi. Su nombre cruzo por mi mente llevando a mi cuerpo actuar rápido, en menos de unos minutos me encontraba en la puerta de la habitación, mirando atento el cuerpo tembloroso de mi pequeña heroína.
Me acerque a ella lentamente y después de consolarla, su cuerpo y respiración ya calmadas se aferraron a mí, la senté en la cama y me quede esperando a que su mirada perdida se fijara en mí.
-Estoy cansada- menciono tomando mi mano para empezar a acariciarla-
-Esta bien, tomare un baño y te hare compañía- asintió para luego dejarse caer en la cama-
El agua caliente relajo todo mi cuerpo, que se tensiono al instante ante recuerdos de aquello que había creído olvidar hace tiempo, aquella sonrisa aterradora, y los gritos que fueron en vano.
Tome mi cabeza entre mis manos mientras me negaba a recordar más de aquella pesadilla de infancia, que me hizo aborrecer y temer a las mujeres.
Sali del baño ya cambiado, seque mi cabello y luego deje la toalla colgada. Mire a Nabi la cual se encontraba mirando una vez más a la nada, me recosté a su lado y la abrace, su mirada se topó después de varios minutos con la mía.
Acaricie su mejilla y me acerque lentamente hasta llegar a sus labios, un beso lento inicio en ese mismo momento, sus brazos delgados se aferraron a mi torso mientras mi mano paraba en su cuello profundizando aún más nuestro encuentro.
Era así como iniciaba el pacto de dos almas necesitadas de atención.
Baje lentamente dejando uno a uno rastros de besos por su cuello llegando poco a poco a su corazón palpitante de emoción, ella desvistió mi torso y el suyo, mis manos viajaron por lugares distintos hasta llegar a la curvatura de sus caderas, desvestí su cuerpo y lo admire tal y como una obra de arte, era perfecto.