A mi hermana Lucy. Por motivarme a escribir, a estudiar y sobre todo a seguir con vida. Por sus pesadas críticas y sus oportunas sugerencias.
A mi abuela Romelia. Por su cálida sonrisa y oído atento las veces que le he contado acerca de mis escritos. Y por perdonar las veces que en vacaciones sólo salgo de la habitación para husmear en su deliciosa cocina y luego no hacer otra cosa que regresar a la oscuridad a seguir escribiendo, con los ojos clavados en la pantalla de la laptop y mi mente alejada del mundo real.
A mi madre, por tolerar las veces que mi comportamiento retraído (debido a mi concentración para escribir) la frustraba un poco, y también por esos momentos (que adoro fervientemente) en que muestra alegría por este pequeño logro de mi parte.
A Aurelio Cardona, por motivarme a continuar con este agradable pasatiempo: el crear entretenimiento y congelar en letras cada escena que danza en mi memoria.
A José David Coraspe. Excelente lector, observador y motivador.