Nunca lo fue y nunca lo será.
No sabes como me has traicionado.
Has conseguido vernos a todos la cara de tontos.
Sin la máscara tras la que te escondes
no te encontrarás perdido en tus propias mentiras.
Ahora sé la verdad.
Ahora sé quien eres.
Ya no te amo.
Evanescence – Everybodys fool.
* * *
Aurora dio un respingo retrocediendo un paso, elevando un poco sus hombros por el asombro y la incredulidad. No se esperaba una sorpresa semejante; su entrecejo se frunció al mismo tiempo que sus ojos se cristalizaron y una lágrima resbaló por su mejilla. Alexander le dedicaba una mirada distinta, una mirada oscura aunque brillante pero vacía, una mirada de asesino.
Fue incapaz de pronunciar una palabra, negó con un lento gesto de cabeza mientras no dejaba de derramar lágrimas y sentirse muerta en vida, destruida por completo. Entonces fue cuando tuvo en cuenta cual era el fin de todo esto, Alexander procedió a levantar el arma y apuntarla justo en la frente.
Poniendo un ojo tras la mirilla para tener mejor precisión al disparar, la roja luz del láser alumbraba el punto específico sobre la piel de aquella joven que bajó la mirada, cabizbaja y derrotada por el hecho de ser su novio alguien distinto al que amaba, diferente al cuál se había enamorado; ahora confirmaba que nunca se conoce a alguien completamente. Alexander siempre fue una persona impredecible, pero esto jamás se lo esperó: la traición. Sintió que se derrumbaba, y en cierto modo así fue; calló de rodillas, con sus manos juntas sobre las piernas cubiertas con un blue jean y sus lágrimas chocando contra el suelo blanco e inmaculado, como preparado para su propio sacrificio. Entonces... se escuchó la primera cadena de disparos.