Bryony.
Escuchó un molesto ruido ¡Dios! quisiera poder apagar ese estúpido teléfono para que la alarma deje de sonar pero no puedo.
Ya amaneció.
Tengo que estirar mi lindo cuerpecito y levantarme porque tengo mucho trabajo en la empresa, me levanto y voy directo al baño, hago mis necesidades, me baño y me visto con mi traje ejecutivo, de infarto y sexy porque así le gusta a mamá y me obliga a llevarlo porque dice que las mujeres Mathews siempre debemos andar de punta en blanco.
Minutos después termino de arreglarme y bajo a desayunar, en el comedor ya están mis padres — ¡buenos días!— les doy un beso en la mejilla a cada uno para luego sentarme en una silla en frente de los dos — ¿cómo están mis viejos preferidos?— pregunto de buen humor, mamá odia que le llamen vieja.
Por eso se pone roja, pero no de vergüenza si no de rabia — ¡Bryony yo no estoy vieja!
Papá está con los cachetes inflados tratando de aguantar la risa porque es muy en serio que mamá tratando de intimidar lo que produce es risa, su mirada dulce y sus mejillas rosadas solo le dan un aspecto adorable. No malo. No feo. Simplemente adorable.
Sonrió dulcemente — ¡ok! lo siento— pero para ella no es suficiente esa disculpa, lo sé por la forma en que me mira, está a la espera de algo más —está bien. Mami yo sé que no estás vieja, eres la mamá más sexy, hermosa y atrevida que existe en el mundo— digo y empiezo a comer.
Bromeamos un rato mientras terminamos nuestro desayuno, y al terminar me levanto de la mesa y me despido de cada uno con un beso en la mejilla y un abrazo, salgo de la casa en donde ya me espera Frank Lambert, guardaespaldas, mayordomo, chofer, jefe de seguridad y por su puesto mi niñera particular.
Él es como un abuelo para mí. Lo conozco desde niña y es por eso que papá lo puso a mi disposición. Confía en él y yo también.
El me da un asentimiento de cabeza — ¡buenos días señorita Bryony!— me saluda. Lo miro enarcando una ceja y el suspira a la vez que sonríe —está bien señorita gruñona buenos días— lo sigo mirando de la misa forma pero esta vez me cruzó de brazos y le doy golpes al suelo con uno de mis zapatos —Ya. Está bien. Está bien ¡buenos días, niña de mis ojos! ¿Cómo está la más linda y joven de las mujeres Mathews?— sonrió victoriosa siempre hago que haga lo que yo quiera.
Y lo que quiero es que deje tanto profesionalismo a un lado.
Digo, me vio en pañales... Y ahora señorita para allá, señorita para acá...
Lo abrazo y le doy un beso en la mejilla — ¡buenos días!— me separo de él y con mi pulgar e índice destripo sus mejillas — ¿cómo amaneció mi muñeco de felpa preferido?
Gruñó molesto y se soltó bruscamente de mis manos —Bryony, debes madurar y dejar de tratarme como un muñeco, mucho más si es delante de todos los empleados, por tu culpa ya no me respetaran. Le quitas credibilidad a mi carácter— me abrió la puerta del auto y entre.
Cierra mi puerta y se dirige al puesto del chofer — ¿a dónde?— me pregunta.
Aclaro que a la empresa porque mi destino no siempre es ese, a veces voy al restaurante de mamá o a resolver algún asunto personal. Bromeamos todo el camino, recordando cosas que hice de pequeña para molestarlo.
Veinte minutos después llegó a la empresa y aquí dejo las bromas, cambio mi chip de bromista a una completamente diferente, aquí debo ser imponente, sería y con carácter — ¡buenos días!— salude al cruzar las puertas dobles que dan acceso al edificio.
Todos contestaron a unísono con su típico “Buenos días Señorita Mathews”
Subo por el ascensor y llegó a mi oficina, donde espera mi secretaria Támara Olsen. —Buenos días Tami ¿que tengo para hoy? Desconecte totalmente el fin de semana— pregunto más distendida. Tamara es más que una empleada, es una amiga...
Saca su agenda electrónica y lee —8:30 desayuno con los accionistas de Sonic, recuerda que quieren asociarse con ustedes. 11:30 reunión sobre el diseño de las nuevas tabletas y... Nada más. Es solo que...— levantó la cara para ver que la hace titubear y al conectar con sus ojos solo percibo fastidio.
— ¿Qué pasa Támara?— pregunto interesada.
—Es que tu prima Jessa no ha dejado de insistir en hablar contigo y sinceramente ya no sé cómo decirle que no estás disponible.
Ya entiendo.
Támara siente la misma antipatía por Jessa que siento yo...
Suspiro —ok Támara, yo me ocupo ¿algo más?
Ella niega antes de hablar —no eso es todo— y se retira.
Agarró mi celular y marcó a Jessa, necesito saber que quiere ahora. No quiero molestias en el transcurso del día. Al tercer tono contesta.
— ¡Hola ardida!— es lo primero que digo, no voy a disimular que me agrada cuando las dos sabemos que no es cierto.
Ella resopla.
O eso me parece escuchar —no te creas tan importante, sólo te llamo por insistencia de mi tío— responde.
Tenía que ser él, papá aún conserva el deseo de que mis primas y yo nos llevemos bien.
— ¿Qué quieres?
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Editado: 05.10.2020