Te amaré... En esta vida y en la otra.

Capítulo 2

Frederick

Me despierta la estridente voz de la mujer más importante de mi vida, claro está. En ocasiones como estas en donde solo quiero dormir. Su voz solo me produce dolor de cabeza. Trato de ignorarla, pero ¿quién podría hacerlo, ante semejante insistencia?

Golpea muy seguido la puerta de mi habitación — ¡despierta!... ven a desayunar que vas a llegar tarde al trabajo.

Reprimo un grito de frustración, de verdad quiero seguir durmiendo, pero no puedo —ya voy pequeño monstruo— le grito de vuelta.

Casi como un sonámbulo me paro, ni si quiera tengo los ojos bien abiertos.

Claro eso es solo hasta que los abro y veo la hora... ¡Mierda! 6:40am y mi turno en el hospital comienza a las 7:30am...

No soy doctor...

¡Ni soñando!

Estoy seguro de que en vez de recetar paracetamol para un dolor de cabeza, le daría cetirizina que es un anti-alérgico para el mismo dolor...

¿Cómo sé eso?

Lo hice una vez con Chanel, se enfermó, estábamos solos, no sabía qué hacer y eso fue lo que encontré. Lo bueno fue que le quito el dolor, aun no entiendo cómo, pero lo hizo, me baño lo más rápido que puedo y me visto con pantalón negro y camisa blanca, el uniforme me lo coloco en el hospital, salgo de mi habitación y llego al comedor, desayuno lo que me preparo mi hermana en segundos y voy a buscarla para despedirme.

Toco la puerta de su cuarto hasta que abre —hola princesa— le doy un beso en la frente —chao princesa— me doy la vuelta para irme pero ella me detiene.

— ¿pasaste mala noche cierto?

La miro unos segundos —La verdad no, solo me gustaría seguir durmiendo— al terminar la frase me arrepiento inmediatamente.

Ella suspira mientras niega con la cabeza — ¡te estás acabando! — me suelta el brazo que aún lo tenía sostenido y agarra mi cara —déjame ayudarte con los gastos, ya tengo la edad suficiente para mantenerme a mí misma, no necesito verte perdiendo tu juventud por asegurarte de que yo disfrute de la mía... ¡mírate! Estas viejo y arrugado.

Sonrió ante lo último, pero después niego con la cabeza —mientras yo esté vivo tu nunca tendrás que hacer nada salvo estudiar, necesito que luches por tus sueños, mi felicidad depende de la tuya ¿comprendes eso?

Me abraza fuerte y yo le devuelvo el abrazo. Le beso otra vez antes de marcharme no puedo llegar tarde.

 

[...]

 

—Hey bro— me saluda con choque de manos mi gran amigo y compañero de trabajo Liam Mc'Klein.

— ¿Cómo estás?— pregunto de camino a mi casillero para cambiar mi ropa por el uniforme.

— ¡bien! — Dice mientras también se cambia —oficialmente deje mi soltería, Lana acepto ser mi novia— me alegro por él.

Hace meses está detrás de Lana, y la aludida ni por enterada se daba, que bien que ya noto lo estúpido que se pone Liam cada vez que la mira...

Estamos terminando de cambiarnos cuando entra nuestro jefe de personal, el Señor Marcus, nos informa que debemos partir inmediatamente, hubo un accidente cerca de la zona industrial, y las personas requieren atención médica inmediata, mi labor no tiene nada de especial, solo soy el chófer de la ambulancia, sin estudios previos no es mucho lo que puedo encontrar, Liam al menos posee conocimientos de primeros auxilios...

Salimos inmediatamente. Llegamos al lugar, y aunque no me sorprende lo que veo por la costumbre, es bastante escalofriante ver lo destrozado que quedo el coche, los para médicos con ayuda de los bomberos que ya se encontraban en el lugar hacen lo posible para sacar a las personas con la mayor precaución posible, luego de esa ardua tarea nuestra misión es llevarlo lo más rápido posible para que lleguen con vida al hospital, de ahí ya no sé qué es lo que pasa con ellos...

Hoy nuestro turno estuvo suave, así que cuando termino el turno y tengo que ir volando a mi otro trabajo no me siento tan cansado...

 

[...]

 

A las seis de la tarde tengo que hacer acto de presencia en una de las cadenas de restaurantes más importantes de aquí, donde por suerte trabajo, este sitio es en el que mejor me pagan, pero aun así no me alcanza, La Embajada's, es conocida por servir comida Latina, por lo que tiene muchos clientes, normalmente después de salir de aquí llego muerto, aquí nunca paro y es por eso que en menos de veinte minutos ya voy por la cuarta mesa que atender, no me sorprende saber que los comensales son la dueña y su familia... Vienen con regularidad.

— ¡Buenas tardes!— Saludo como dicta las reglas del lugar, todos voltean a mirarme — ¿ya saben lo que pedirán o necesitan otros minutos?

— ¿Cómo estas Frederick?— me saluda la Señora Lacey, es la jefa más atenta que he tenido.

— ¡Muy bien gracias Señora!— me sonríe amable, miro a su esposo y a su hija, que están enfrascados en una conversación y no se entera de lo que pasa a su alrededor.

Mi jefa, me mira y luego a sus acompañantes —mejor danos cinco minutos— asiento y me retiro.




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