Te amaré... En esta vida y en la otra.

Capítulo 8

Bryony

¿Porque existen los lunes?

O mejor dicho ¿porque debemos trabajar los lunes?

Estoy muy cansada y todo eso se lo debo a Alexa, nuestro fin de semana fue interminable, ella posee una fuente inagotable de energía, tanto que fue capaz de convencer a mamá que nos acompañara a la playa a relajarse, claro que, su plan inicial era ver si encontraba la manera de que nos contara que pasaba.

¡Pero nada, no funciono!

Y me molesta, porque sé que algo pasa y me excluyen como si fuera una niña incapaz de manejar alguna situación.

—Toma mi niña como te gusta— Nani me ofrece el desayuno en la cocina, hoy comeré sola, prefiero estar aquí con ella que en un comedor inmenso yo sola.

—Gracias— digo antes de empezar a comer.

 

Poco después ya estoy lista para empezar mi día, así que salgo y busco a Frank, que como siempre está esperando por mí.

Llegamos a la empresa a la hora de todos los días.

No hablé.

No saludé.

No dije nada, no por mal educada, simplemente no puedo dejar de pensar en que es lo que está pasando en mi familia, habría sido una pérdida de tiempo preguntarle a Frank, el hombre me adora, pero su lealtad esta cien por ciento con papá.

— ¡buenos días Tami! ¿Qué tal tu fin de semana? — pregunto mientras seguía de camino hacia mi oficina.

— ¡Excelente gracias! — Contesta con una sonrisa —Presumo que el tuyo fue muy bueno también, ese bronceado que posees no se obtiene leyendo— me río ante su buen humor por las mañanas.

—Támara, antes de empezar, quiero que me consigas una cita con la Señorita Wood, necesito un apartamento— la mencionada, es la agente de bienes raíces en la empresa, es una señorita según sus palabras bastante mayor algo amargada para ser exactos, pero no necesito de mucha empatía, que por cierto yo tengo mucha pero a ella parece molestarle —ahora sí, nuestra agenda.

— ¡ok! Lo primero que debemos hacer es buscarle un novio a Wood— nos reímos —ahora sí, Los de innova te enviaron hace una semana el plan de trabajo que ya fue revisado, solo debes exponer tus puntos en la reunión de las nueve tienes el informe en tu escritorio...

 

Mi mañana es súper movida, pero después del almuerzo no tenía nada que hacer, por lo que estoy esperando a Támara, para irnos a comer a otro lugar.

El sonido del ascensor al llegar, me informa de alguien en esta planta, no es que sea privada, pero no son muchos los que tienen el acceso aquí, por lo que me asomo a ver quién es, debe ser alguien permitido, de lo contrario el guardia de seguridad no los dejaría pasar.

Cuando ellos salen del ascensor mi buen ánimo se crispa, ante mi tengo a mi muy buena, adorada y querida familia.

La tía Xandra ¡bruja por herencia!, el tío Neron ¡feo por demencia y con nombre de perro! y mis primas Gillian y Jessa... Bueno a ellas no tengo como describirlas exactamente en una sola frase.

Ellos me ven con el mismo desdén que yo a ellos — ¿pero mira nada más? La dueña del trono Mathews.

— ¡Pero si es la familia Adams! — contesto en el mismo tono.

— ¿Porque no mejor te quitas del medio? Tengo que hablar con mi hermano— Tía Xandra siempre dulce me empuja para entrar a la oficina.

—a ver— los detuve, porque al empezar a avanzar la tía lo hicieron todos. Alce mi dedo índice a la altura de sus rostros —Las reglas del juego son sencillas, en mi oficina se reserva el derecho de admisión. No acepto animales, ni seres extraños.

—Pequeña, deberías ser más sumisa con nosotros... Porque créeme, lo necesitaras— Bien el tío Neron hace su mejor intento por parecer un pastor alemán, pero apenas y es un sarnoso perro callejero.

—Yo nunca voy ser sumisa ante nadie, muchos menos ante ustedes.

— ¡Te vas a arrepentir de creerte mejor que nosotros Bryony! — amenaza Gillian.

Ellos se direccionan hasta el ascensor pero antes de que se cierren completamente sus puertas Jessa me mira —Los accidentes pasan.

— ¡tu cara es una muestra de ello! — respondo solo por el placer que me produce ser yo la de la última palabra.

Me quitaron totalmente el apetito, nunca he entendido que les hice para que desde pequeña siempre me quieran poner de menos. ¡Si! Sé que no soy legítimamente una Mathews, porque yo no llevo esa sangre, pero no era necesaria tanta distinción desde pequeña.

Al final no fui a almorzar, pero si le di lo que quedaba de tarde libre a Támara.

 

[...]

 

Después de eso se vinieron dos semanas extenuantes, el trabajo cada vez era más fuerte y papá me está dando todo el cargo a mí, dice que quiere descansar y lo entiendo.

Lo que no me puedo sacar de la cabeza, es a Frederick y su sexy mirada oscura, con su candente movimiento de caderas. Sí que sabe bailar.




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