Te amaré... En esta vida y en la otra.

Capítulo 13

Frederick

Es increíble lo rápido que pasa el tiempo y lo fácil que puede resultar para algunas personas desaparecer.

No supe más nada de Bryony desde aquel día.

Y desde entonces no he podido sacar de mi aquella sensación extraña que me dice que debo buscarla y asegurarme de que está bien, pero luego se adueña de mi un inmenso nivel de cobardía que no me lo permite y es por eso que hoy estoy totalmente ignorante de lo que paso con ella.

Es bueno que el trabajo ocupe la mayor parte de mi tiempo, mientras menos pienso menos me reprocho el no haber sido capaz de ir a buscarla solo para preguntarle un insípido ¿cómo estás? pero también es algo egoísta de mi parte, porque he notado a Chanel muy distraída últimamente, no sé si tendrá algún problema y no quiera contármelo para no agobiarme, porque los últimos días he tenido que hacer turnos dobles para pagar los instrumentos y utensilios que necesita en la escuela gastronómica en donde se inscribió algunos meses atrás.

El restaurant, no es el mismo desde que la Señora Lacey ya no está.

En su lugar están un par de inmaduras que lo único que hacen es coquetearle a cualquier hombre que miren incluido yo, no me extraña que este negocio se vaya a pique de seguir ellas al frente, voy de camino a la cocina en busca del pedido de uno de nuestros comensales, cuando al pasar por la puerta veo estacionarse una camioneta negra que ya yo he visto antes, es la misma camioneta que llego a la disco el día que baile con Bryony.

Me emociono de pensar que ella pueda estar ahí.

Me emociono más cuando descubro que es así.

La veo bajar de la camioneta, me siento un poco raro al ver lo cambiada que esta, más delgada, algo más pálida y seria, sobre todo seria, es normal dada las circunstancias pero me habría encantado ver su sonrisa.

Ella entra con ese andar seguro, para los clientes es una persona más, pero para el personal no, todos sabemos quién es y ninguno puede evitar detenerse a mirarla, viene en dirección a mí, pensé que no me hablaría, bueno no delante de los demás, pero me equivoco, me saluda y yo como el propio estúpido me pierdo en esa mirada amarilla pero sin el mismo brillo que una vez le vi.

Me sorprendió mucho su manera de defenderse.

No pensé que Bryony, pudiera ser tan déspota y arrogante, después de haber visto aquella sonrisa tan angelical no pensé que pudiera caber ni un gramo de odio en su cuerpo.

¡Orgullo!

Eso fue lo que sentí, al ver como defendía sus cosas y sobre todo como supo poner en su lugar a ese par de mujeres.

—Señor Gonzales, reúna a todo el personal disponible en cinco minutos, en la oficina por favor— dijo devolviéndome al aquí y al ahora.

La oficina de la Señora Lacey es algo grande, pero tiene anexo un pequeño comedor que es el lugar en donde estamos reunidos aquellos que podemos.

—Señorita Mathews ya estamos todos— anuncia Gonzales, por lo que ella se unió a nosotros en el comedor.

—primero que todo quiero disculparme por la escena de allá afuera, los que me conocen saben que no soy así—varios asienten en respuesta —pero como todo tiene un límite, comprendan que ellas acabaron con el mío, ahora lo que les quiero decir es, de ahora en adelante yo estaré al mando de todos y cada uno de los restaurantes Embajadá´s, yo estaré encargada de la parte legal y financiera pero de todo lo demás seguirá siendo el señor Gonzales ¡si mamá confío en el yo también lo haré! Eso es todo pueden seguir trabajando, gracias.

—Señorita Bryony ¿puedo decirle algo?— Lucy alza la mano, ella asiente, lo sé porque no puedo dejar de verla —me encantó la forma en que le dijo puta de mierda ¡yo siempre quise hacerlo! — y es ahí cuando mi corazón se detiene al ver aquella hermosa sonrisa.

Pero el momento se acaba y debemos salir —Frederick podrías quedarte un momento, por favor— me detengo al ir su voz —siéntate— me señala una silla justo a su lado —disculpa si lo que te voy a preguntar es muy personal, no estás obligado a responder ¿de acuerdo?

—Está bien— respondí lo más serio que pude, la verdad es que el movimiento de sus rosados labios me tiene desconcentrado.

— ¿cuantos trabajos tienes? Porque te he visto en tres lugares distintos así que tengo dos teorías— sonrió ante su imagen, parece una niña con dos de sus dedos alzados —una es que trabajas en tres lugares a la vez y dos, es que eres muy malo en los trabajos y te despiden muy rápido— no reírme es imposible al escuchar su segunda teoría.

—Tu primera teoría— respondo simplemente. Es mi verdad. No me avergüenza.

— ¿y porque lo haces?

—Lo necesito— respondo sin mirarla, porque es justo aquí cuando siento que se da cuenta de que soy un pobretón.

— ¡disculpa no quiero incomodarte!

Sonrió porque ella no sabe el rumbo de mis pensamientos —no te preocupes que no me incomoda, de todos modos eres mi jefa. Puedes preguntar lo que quieras.

El silencio que sigue después de eso es algo raro para ser honestos, ella está en otro mundo hasta que vuelve en sí y me mira.




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