Te amaré... En esta vida y en la otra.

Capítulo 20

Bryony

Me fui a mi habitación lo más rápido que pude, temí que alguien me hubiese encontrado espiando a Frederick, por Dios que vergüenza, mi corazón aun late fuertemente y creo que mis mejillas no pueden alcanzar más sonrojo, mi respiración esta inestable y no logro sacar de mi mente verlo así, me siento en la cama, aspiro aire profundamente y lo suelto poco a poco para calmarme, ya deben estar por salir y no quiero que me noten así, brinco en mi lugar al oír que tocan suavemente la puerta.

Que no sea Frederick

Que no sea Frederick

Que no sea Frederick

Deseo con todas mis fuerzas, pero el destino me odia y su voz me lo confirma —Bry ya estamos listos— dijo detrás de la puerta.

Aguante la respiración, como si con eso el fuera a marcharse, pero sé que no —en diez minutos bajo— grite y me fui corriendo al baño a verificar mi aspecto, seguía sonrojada pero no podía hacer más nada, peine un poco mi cabello y me retoque el brillo de labios sin saber el motivo ya que lo tenía intacto, eso me llevo menos de un minuto y aun así seguía sin salir, tenía la certeza de que al ver su cara no podría controlarme y él se daría cuenta de mi pequeña travesura.

Brinque cinco veces en mi lugar y aspire profundamente, puedo con esto, yo saldré, iremos a cenar y haremos como si yo no vi nada, ese es mi impulso para salir de mi habitación, los encuentro a los dos en la sala esperando por mí, salimos de casa en una de las blindadas de papá, mi bebé es muy pequeño para caber los tres, esta vez decidí que iríamos a una de las sucursales de Embajada's pero que estaba situado en otro lugar.

Aquí siempre venia junto con mis padres cuando de una ocasión especial se trataba, al llegar fuimos recibidos por Corina, al igual que el Señor Gonzales ella es la encargada de este local — ¡buenas tardes señorita Mathews! Es un placer tenerle aquí, no la hemos visto desde...— se calla y carraspea incómodamente, se calla porque sé que está a punto de hablar de mis padres, aun me duele pero ya entendí que ellos no volverán.

—Desde el cumpleaños de papá— continuo por ella que asiente apenada —mira te presento a mis amigos Frederick y Chanel— señalo a los mencionados, cambiar de tema siempre es bueno ante momentos incómodos.

Ella nos conduce a un apartado del restaurante que era solo de nosotros, está en la segunda planta, al final y al aire libre, justo delante de nosotros tenemos la magnífica vista de un lago, motivo por el que mama decidió poner su restaurant aquí, las vistas son increíbles, mientras los chicos observan el paisaje le comento a Corina que envíe al Chef a ofrecernos la carta él personalmente.

Luego de sentarnos veo la impaciencia en ambas personas cercanas a mí, yo solo sonrió aun no es tiempo, entonces lo veo entrando con su porte elegante que lo caracteriza, Luciano Guzzi nuestro adorado Chef, se acerca a nuestra mesa y veo como la expresión de Chanel cambia, esta animada además de embobada viendo a Luciano fijamente.

—Ven, quiero presentarte a alguien— dije sacándola de su estado, mientras me levantaba y lo saludaba con beso en la mejilla y un cálido abrazo.

—Que gusto verte— habla con su exquisito acento parisino.

— ¿Cómo estás?— pregunte sonriendo, entonces señale a mi acompañante masculino que estaba muy serio para mi gusto —él es Frederick, un amigo— sus manos se unieron en un extraño y tenso saludo, por lo que señale a Chanel para acabar con el momento —y ella es Chanel hermana de Christian, es amante a la cocina y adivina quién será su Profesor.

Él se acercó a ella y le ofreció su mano, que ella acepto pero aún seguía sin emitir ningún sonido —Es un placer— soltó su mano y volvió su vista a mí —¿No me digas que Phillipe?— pregunto y asentí, entonces vio nuevamente a Chanel —Ese hombre es una leyenda en la cocina, además de colegas fuimos compañeros y ahora somos amigos, estarás en buenas manos y espero que puedas soportarlo, en realidad tiene un humor terrible— arrugo su cara para dar más fuerza a su comentario.

Chanel quien parece haber vuelto a su cuerpo empezó a brincar, a reír como loca en su lugar — ¡Oh, por Dios!— gritaba una y otra vez —El placer es mío Señor Guzzi, no tiene ni idea, ni si quiera se imagina de cuanto amo su trabajo, me encanta su manera de cocinar, de unir texturas, colores, de crear...— fue silenciada por la mano de Frederick en su boca.

—lo que ella quiere decir es que lo admira mucho— hablo sonriendo, Chanel lo asesino, lo incineró y lo enterró sólo con una mirada, yo ante su gesto no pude evitar reír, por lo que también me gane una mala mirada y Luciano bueno el disfrutaba de las atenciones que Chanel le brindaba, nos ofreció la carta pero lo deje en sus manos, el hombre es un dios en la cocina por lo que deje a su criterio nuestro menú esta noche.

 

Al momento de marcharse y sentarnos nuevamente, le pase una cajita a Chanel, ya empezaría con su sorpresa solo que esta era fragmentada, de la cajita ella saco dos juegos de llaves, me hago la loca y ante la mirada de confusión de los dos hermanos no hago más que sonreír —ya lo sabrán— fue lo que dije.

Unos minutos después, el mismo Luciano entro a servir nuestros platillos, entre una divertida conversación cenamos todo lo que nos trajeron, cuando retiran los platos sé que viene el postre, aprovecho ese lapso de tiempo y le entregó a Chanel un sobre que ella toma entre dudosa y ansiosa, de él sacó unas hojas donde acreditan sus datos a una cuenta bancaria en el exterior, con sus tarjetas incluidas.




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