Bryony
Deprimentes.
Así han transcurrido estos días para mí.
Es increíble ver como después de saber lo que tengo todos los síntomas están a flor de piel. Lo que antes eran dolores de cabeza ahora son constantes jaquecas que acaban con mis ganas de seguir en el mundo. Me siento sumamente fatigada y sin ánimos de nada todo el tiempo.
De estar sola estoy segura no lo hubiera soportado.
Pero Frederick siempre, siempre ha estado ahí para mí cuando siento que alcanzó mi límite.
Se ha instruido lo suficiente como para suplir mis responsabilidades en todos los negocios de mi familia. Ante todos él es ahora Frederick Harrelson “El Jefe”
Mi estado de salud se mantiene en secreto de todos. Incluyendo a Chanel y a Alexa. Sé que Alex no lo merece, pero no quiero ver a más personas preocupadas por mí.
Hoy es la primera sesión de quimioterapia. Estoy ansiosa. Estoy poniendo todas y cada una de mis esperanzas en ese tratamiento. Quiero recuperarme. Quiero salir a pasear sin tener que usar mil quilos de maquillaje porque sin el parezco un muerto de lo pálida y ojerosa que estoy.
Frederick es muy obstinado y se empeña en acompañarme. Sin embargo le hice entender que aunque quiero que este conmigo lo necesito en la empresa. Ya dos guardias de seguridad nos traicionaron y no podemos confiar en nadie. Fue muy duro para mi saber que la muerte de mis padres fue un acto premeditado de mi propia familia.
Tantun y Goslin sea cual quiera que fuera el castigo que Frank por deseos propios quiso imponerles bien merecido que tienen. La vida de ninguna persona tiene precio y ellos no tenían derecho de acabar con la vida de mis padres por unos míseros dólares. Espero y se pudran en el infierno. En cuanto a mi familia... solo deseo que la vida le devuelva con creces todo el daño que han causado.
Nani será la que al final pueda acompañarme al hospital. Cuando llegamos ya el doctor Flynn nos está esperando. Pensé que la quimioterapia era un tratamiento más complicado pero no lo es. Por el contrario me aburro mucho esperando que se termine de diluir el líquido dentro de mi cuerpo.
Mi celular avisa de una llamada entrante.
Observó a todos lados y no hay ningún cartel que prohíba el uso de celulares en esta área. Además de que estoy sola así que tampoco sé a quién preguntarle.
No puedo no contestar después de todo es Frederick — ¿cómo te va Jefe?
—me encanta esto. De verdad... ¿y tú? ¿Cómo estas nena? ¿Cómo te sientes?
Suspiro porque eso se ha vuelto mi rutina —estoy bien. No te preocupes tanto.
—Prometí que estaría contigo— me recuerda como reganándome por pedir un poco de calma a mi alrededor.
—y yo lo agradezco mucho. De verdad. Pero no quiero ser un constante motivo de preocupación para todos así que por favor trata de relajarte que cuando me sienta mal nuevamente serás el primero en saberlo.
—está bien princesa cuídate mucho entonces— después de eso colgó.
Justo cuando el medico entraba nuevamente. Ni cuenta me di que ya el fármaco se había terminado. Intente levantarme de la silla pero al estar de pie un fuerte mareo me nubló la visión y tuve que sentarme nuevamente.
—Esto es parte del proceso y es solo el comienzo...— fue lo que dijo y vaya que tenía razón.
Porque tres meses después ya no lo soporto más.
No puedo más.
Apenas y voy en la tercera sesión de quimio y siento como si hubiese pasado una eternidad.
Mi cabello se ha caído casi a la mitad.
No tengo fuerzas para sostenerme por mi misma, he vomitado tanta sangre que creo que ya no me queda más.
Esto me supera.
Odio verme en el espejo.
Odio que los demás me vean así.
Porque me siento fea.
Me siento poca cosa.
Me siento horrenda.
Y estoy tan cansada de intentar comer y no poder porque es probar bocado en inmediatamente ir a vomitar.
He alejado a todos de mí. No soporto ver la lastima reflejada en el rostros de las personas porque es suficiente la lástima que yo misma me tengo.
Siento asco de mi misma al verme reflejada en el espejo. De la antigua Bryony no queda nada. Solo soy un desperdicio de ser humano porque hasta para vomitar necesito ayuda. Y detesto esta dependencia en la que vivo.
Esta no soy yo ni la vida que merezco.
Entonces en un arranque de rabia uso todas las fuerzas que quedan en mi cuerpo e impacto mi puño contra el vidrio del espejo.
Se parte en miles de pedazos debajo de mí. Justo de la misma forma en que yo me siento. Rota de mil maneras posibles y eso me duele más que cualquier herida que los vidrios puedan hacer en mi piel. Solo después de eso mi cuerpo colapsa y caigo al suelo llorando. Tratando de respirar tranquilamente porque ni si quiera llorar bien puedo hacer.
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Editado: 05.10.2020