Te amaré... En esta vida y en la otra.

Capítulo 33

Bryony

Me he arrepentido de muchas cosas a lo largo de mi vida. De muchísimas cosas, pero justo ahora en sus brazos me doy cuenta lo estúpida que he sido al pensar que alejándonos estaríamos más tranquilos. Que idiota fui tratando de obligarlo a irse. Porque eso es lo que yo quería, que él se fuera ¿qué sentido tiene estar al lado de una persona a segundos de morir?

Mi corazón comenzó a latir nuevamente gracias a sus palabras.

No es como si antes no latía, de ser así yo no estaría aquí. Pero ahora siento que cada latido tiene sentido, cada latido le pertenece a él aun cuando siento y sé que él merece algo mejor, algo estable, algo duradero. Algo que yo no puedo darle.

Sin embargo, no lo suelto, quiero estar en sus brazos siempre. Porque aquí me siento feliz como no me siento en ningún otro lugar.

A pesar de estar juntos y tener la oportunidad de conversar todo lo que nos hemos perdido, preferimos el silencio, solo se escucha nuestra respiración. Nuestros latidos. Claro que siempre hay algo que rompe la calma y esta vez es el celular de Frederick, lo sé porque el mío hace semanas esta descargado y guardado en algún lugar de mi habitación. Quien sea que llame no deja de insistir y me causa mucha gracia escucharlo resoplar fastidiado.

—Debes contestar— susurre en su pecho, pero tampoco hice nada para apartarme.

Debió haber sido incomodo sacar su celular del bolsillo de su pantalón conmigo prácticamente encima, pero lo hizo —Es Chanel... quiere saber de ti, no le he dicho nada porque pensé que tal vez tu querrías hacerlo.

Sinceramente, no quiero hacerlo, no aún, al menos. Pero sé que debo vivir, no puedo seguir excluyendo a las personas de mi vida, no cuando sigo respirando y puedo disfrutar de ellos.

Extiendo mi mano para luego sentir el celular en ella. Contesto la llamada para luego llevarlo a mi oído.

—Si la cagaste y ella no quiere hablarnos te mataré Frederick en serio— es lo que oigo.

—No pensé que en ti habitará tanta violencia— corto su rollo.

— ¡Por Dios! — Dice ella suspirando —pensé que Frederick había hecho algo y lo habías mandado a la mierda...

A la mierda lo mande prácticamente pero no porque me haya hecho algo, si no por estúpida.

—pensé que le tenías un poquito de fe a tu hermano.

—se la tengo ¡lo juro!... pero el pobre cuando se pone idiota no hay quien le gane— me rio con ella — ¿cómo estás? ¿Qué tal el trabajo?

—Estoy bien— miento, ella no tiene por qué saber todo lo que he pasado. Al menos no en este momento — ¿tu como estas?

Entonces ella realmente comenzó a hablar, prácticamente me contó en casi treinta minutos un resumen de toda su vida desde que llego — ¿algún parisino en tu vida? — pregunto solo por molestar a ambos hermanos.

—sabes que mi chico es un lindo y guapo americano.

Mi estómago comienza a revolverse, se lo que eso significa —te tengo que dejar, recordé algo muy importante que debo hacer, adiós— no sé si colgué, no se ni si quiera si Frederick alcanzo a coger su celular, me levante lo más rápido que pude y llegue al baño antes de que el vómito saliera de mí.

Es tan agotador vomitar sin vomitar, porque a veces solo son las ganas, el malestar, el esfuerzo y de mi simplemente no sale nada. Justo como ahora.

Pero como siempre, al final de cada episodio mi cuerpo queda débil, más si es posible, es por eso que ante el mareo que me hace sostenerme fuerte del lavamanos decido que apoyarme en Frederick tal vez sea lo más sensato. Sin dudarlo ni un segundo el entra al baño en lo que lo llamo.

—No quise entrar para no incomodarte princesa— me gusta mucho que me llame así.

—estoy muy mareada.

No tomo mucho tiempo para sentir como con mucho cuidado lavaba mi cara y luego me seco, para posterior a eso regresarme a mi cama.

No pienso alejarlo de mí nuevamente, así que sin permiso lo abrazo y recuesto mi cabeza en su pecho. Su mano acaricia mi escaso cabello y siento como poco a poco el sueño viene a mí —quiero decirte algo— lo escucho decir —sé que tal vez yo no comprenda con exactitud lo que tu sufres. Pero quiero explicarte lo que siento yo... y la verdad es que siento que estoy muriendo contigo. Tal vez no me creas, pero debes saber que para mí eres la mujer más excepcional que he conocido y me niego a perderte. Puede que suene egoísta de mi parte, pero falta tan poco para cumplir con todas las quimioterapias que solo quiero pedirte que luches un poco más, solo un poco más.

Si no me mata el maldito tumor, lo hará el con sus hermosas palabras —solo un poco más— concuerdo con él.

Solo un poco... puedo hacerlo.

 

[...]

 

Estoy nerviosa.

Estoy físicamente destrozada.

Estoy mentalmente agotada.

Puedo decir con exactitud que ya no doy para más.

Pero entonces veo el esfuerzo de Nani, Frederick y Frank, veo sus rostros cansados, sus miradas pérdidas cuando creen que no los veo y siento que aun puedo aguantar un poco más, ha pasado un mes y algo desde que Frederick entro en mi habitación y desde entonces no me ha dejado sola ni un segundo.




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