Te amaré... En esta vida y en la otra.

Capítulo 37

Frederick

¡Que él jodido infierno se congele y los demonios salgan a bailar!

No es como si eso me importaría en este momento. No cuándo Bryony me besa con tanta ganas que me tiene hasta sorprendido.

¡No me quejo! Es más... lo disfruto mucho.

Lo disfruto tanto que en el proceso recorro su cuerpo con mis manos. No puedo dejar de hacerlo y no quiero tampoco. Ella es... simplemente perfecta. Sentir su piel tibia tan cerca de la mía genera sensaciones extraordinarias de las que no me puedo desprender.

Ella justo ahora me está llevando a un nivel no retorno que me está volviendo loco.

Despertando cada uno de mis sentidos. Ansiando que llegue a más de lo permitido. Deseando tener el momento que tanto he deseado tener.

No sé si ella quiera esto tanto como yo o solo se está dejando llevar. Sólo sé que si ella no detiene el camino que estoy siguiendo, no lo hare yo.

En algún momento de nuestro beso nuestras camisas desaparecieron. Su pecho desnudo junto a mi pecho es de lo mejor que me ha podido pasar.

¿Y cómo ella quedo debajo de mi cuerpo?

¡No lo sé! 

Estoy tan perdido en sus labios y en la corriente eléctrica que recorre mi piel cada vez que ella me toca. ¡Esto es el puto cielo!

Pero lo pierdo. Pierdo todo cundo siento las pequeñas manos de Bry, intentando desabrochar el botón de mi pantalón. ¡Ella en serio, está dispuesta a esto!

Dejo que haga con mi ropa lo que ella quiera. Justo ahora ella manda. Ella tiene el poder. Ella tiene la potestad para decidir qué tan lejos llegamos y ella va muy lejos cuando siento su mano posarse en mi muy sólida entrepierna.

—mierda...— exclamo.

Casi me siento como un chico en su adolescencia experimentado el sexo por primera vez.

Podría alegar que el tiempo sin tener sexo me está pasando factura. Sin embargo, no he perdido práctica y se cómo quitarme el pantalón estando arriba de una chica y se cómo desnudar a una chica debajo de mí.

No hay espacio para el pudor entre nosotros. No hay espacio para la vergüenza. Y jodidamente no hay espacio para el arrepentimiento. Me deleitó besando su cuerpo, todo. Quiero llevarla al borde, quiero que su necesidad de mi incremente más mientras la beso y acarició. Quiero que sepa que me gusta y la amo de todas las formas posibles. No es lastima, no es caridad. Es deseo. Ardiente y profundo deseo hacia ella y su cuerpo.

Bryony es hermosa. Pero Bryony, desnuda y gimiendo debajo de mí es malditamente la imagen más erótica que veré jamás.

Deseo tanto perderme en ella. Que duele.

Duele mucho, pero es un dolor adictivo. Un dolor que anhelo ella me ayude a curar.

—Necesito hacerte mía— declaró en su oído, solo ruego que ella no me diga que no.

Sus ojos amarillos brillantes me miran directamente antes de esbozar las mejor frase del mundo —yo ya soy tuya.

Dejo de respirar una fracción de segundos en lo que asimiló sus palabras. Ella confía en mi lo suficientemente. Ella está segura de este paso entre nosotros. Ella acepta de buenas formas que me pertenece de la misma forma en que yo le pertenezco. Y eso es jodidamente genial.

No pierdo más tiempo ¿para qué?

Vuelvo a besarla, esta vez consciente de que estoy a segundos de poseer su cuerpo como tanto he deseado hacerlo. No hay apuros. Solo sensaciones extraordinarias que causan una llamarada ardiente de fuego entre nosotros que no quiere apagarse.

Podría morir así. Y justo cuando entro en su cuerpo noto algo. Ella está realmente muy apretada. Muy como muy, de mucho. Entonces observo su rostro, una apenas perceptible mueca de dolor y sus lindos ojos con un brillo diferente.

¡Ella era virgen!

¡Ella decidió entregarme su virginidad!

Ese pensamiento me hace feliz. Y no por el hecho de que sea virgen. Eso no es relevante. Lo que me hincha las pelotas de orgullo es saber que lo que le estoy haciendo yo, no lo había hecho otro.

Y me esmero.

Me esmero en hacerlo lo más placentero para ella. Quiero que disfrute, quiero que sepa y este segura que en cualquier aspecto yo cuidaré de ella.

¿Quiero más rudeza?

¡Demonios, Si!

Quiero desbocar en ella todas las ganas acumuladas en meses. Pero no es el momento. Es su primera vez, nuestra primera vez y no quiero tampoco forzarla demasiado a solo horas de su operación.

No quiero pensar en que tal vez esta sea nuestra única y última noche juntos. Es por eso que solo me concentro en besarla, acariciarla en amarla.

Sentirla tener un orgasmo alrededor de mí, apretándome y subsionandome es como mucho la mejor sensación del mundo.

Por eso no puedo no dejarme ir en el proceso junto a ella. Su respiración es bastante irregular, por eso me acuesto a su lado atrayéndola hacia mí.

Me preocupa haber abusado de su condición. Pero su sonrisa me dice que está bien.




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