Te amaré... En esta vida y en la otra.

Capítulo 39

Frederick

Una hora.

Sesenta minutos.

Tres mil seiscientos segundos.

Más de treinta vueltas en esta pequeña sala de espera y aún no sabemos una mierda de Bry.

Entiendo que no es una operación sencilla y que requiere mucho tiempo. Pero...

¿Es difícil salir un segundo y decirnos algo?

¿Calmar nuestros nervios?

A mi parecer los médicos pecan de insensibles, ellos deberían ponerse aunque sea por un segundo en el lugar de nosotros los familiares y no simplemente asumir que somos robotizados y sin sentimientos.

¡Estoy seguro que es la ansiedad hablando por mí! Pero no puedo evitarlo

El silencio me está matando.

Aunque segundos después hubiese preferido que todo siguiera en silencio, porque el ajetreo que hay en el quirófano es bastantes alarmante. Médicos y enfermeras entran y salen rápidamente con equipos médicos que desconozco. No siempre tuve acceso a todas las áreas del hospital donde trabajé.

Es el doctor Flynn quien se acerca a nosotros. Saluda a Matt con un rápido abrazo, abrazo que siento dura una eternidad. Yo quiero saber qué pasa.

— ¿doctor que está pasando? — pregunto mirando sus ojos. No quiero mentiras, ni verdades maquilladas.

—La operación se complicó— dice viéndome directamente. El aliento se tranca en mi garganta ante su confesión. Siento que deje de respirar —necesito donantes de sangre.

Sólo se repite en mi mente su frase la operación se complicó.

— ¿Pero qué sucedió? — cuestiona Frank.

—Bryony sufrió un derrame cerebral, logramos limpiar toda la zona afectada, pero en el proceso perdió mucha sangre y la sangre con la que contamos no es compatible, seria arriesgarla mucho suminístrale una sangre no adecuada para su organismo. Y tampoco contamos con su tipo de sangre.

— ¿qué tipo de sangre es? — preguntó.

Podría darle toda mi sangre, podría darle hasta mi corazón si ella lo necesitará.

—“O” negativo— responde haciendo que me desespere al darme cuenta que mi sangre no sirve para una mierda en estos momentos.

—Yo puedo ser el donante— dice Frank detrás de mí.

—entonces vamos no hay tiempo que perder— apremio el doctor.

Frank fue tras él, conozco el proceso y espero que puedan darse prisa porque Bry los necesita.

 

[...]

 

Cuando Frank regresa, se sienta cabizbajo en la misma silla en donde ha estado desde que Bryony fue ingresada. Yo no he podido sentarme, no puedo estar sin hacer nada y sin moverme mientras la vida de la mujer que Amo pende de un hilo.

No digo que a mí me afecta más que a los demás. Solo digo que está es mi manera de calmar la ansiedad que me consume.

—Por favor dígame que Bry se pondrán bien— pide Chanel a Frank casi al borde del llanto.

Él solo la mira unos segundos antes de asentir y susurrar un estará bien, al que todos nos aferramos con uñas y dientes.

Quisiera consolar a mi hermana. Pero no puedo... mis palabras no salen, solo puedo caminar y creo que me estoy obligando a mí mismo a respirar. Siento como si alguien estuviera subsionando mi vida lentamente.

— ¡gracias a dios que tiene el mismo tipo de sangre que ella Señor Frank! Porque ninguno de nosotros lo tenía— celebra Alexa.

Frank observando por la ventana asiente distraído —gracias a dios que ella heredó mi tipo de sangre.

Anteriormente todos estábamos callados. Pero después de lo que escuchamos creo que ni si quieras nos movemos. No sé si Frank es consciente de lo que dijo pero fue bastante claro lo que su frase significa.

— ¿qué quieres decir con eso Frank? — preguntó María. Él la mira desconcertado. De verdad el hombre está en otro mundo — ¿porque Bryony heredo tu sangre según tú?

El escanea a su al rededor.

La palidez en su rostro es notoria y se remueve incomodo en la silla imagino que... debido a nuestra fija atención en él.

—Yo... — susurra viendo un punto fijo en el suelo —Bryony es mi hija— confiesa después de un largo suspenso.

Creo que todos alucinamos con esa confesión que admito no me lo esperaba.

— ¿qué? — susurra María totalmente impresionada, creo que es la única que ha podido reaccionar del shock que nos causó la noticia.

—que yo soy su padre biológico.

—Eres un maldito miserable— sisea María levantándose y alejándose de él, pues estaban sentados uno al lado del otro — ¿cómo has podido ocultarle algo así tanto tiempo?

—Nani cálmate— intenta mediar Alexa para que la situación no se descontrole.

— ¿calmarme? — pregunta incrédula — ¿tienes idea de cuantas noches Bry lloraba por no saber porque sus padres biológicos no la quisieron? o ¿cuantos días del padre y de la madre ella hacía cartas y las lanzaba al viento rogando que alguna vez las leyeran sus padres? o ¿cuantas veces los señores Mathews debían sacarla a pasear para que ella no se matara a preguntas sobre sus verdaderos padres? No, no lo sabes ¿y sabes que tampoco sabes? ¿Quién era el que la llevaba a pasear? ¿Quién le ayudaba a lanzar las cartas? ¡Él! Lo hacía Frank y nunca le importo— grito llorando y a estas altura la fortaleza de Frank está quebrada porque el también lloraba.




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