Te amaré... En esta vida y en la otra.

Capítulo 41

Frederick

El que Xandra se haya ido así, consciente de que ahora soy una amenaza para sus planes me tiene inquieto.

Se lo que es capaz de hacer.

Como también sé que la mujer es lo suficiente inteligente para no dejar cabos sueltos. Porque ni el mismo Frank, con ayuda de un Comisario de la policía han podido incriminarla.

Pero justo ahora no puedo lidiar con eso.

Susan está llorando, muy mal por cierto, reclamando el que me haya casado con Bryony cuando con ella nunca quise hacerlo.

Gillian y Jessa, están peleando entre sí mismas. Planeando a viva voz y delante de Susan cómo hacer para quitarla del camino.

No miento cuando digo que las mujeres de esa familia son todas unas dementes.

Con ayuda de los guardias de seguridad logran sacarlas tanto de la oficina, como de las instalaciones de la empresa. Quedando bien claro para todo el personal que la entrada para esas mujeres esta vetada, negada, declinada...

El periódico sigue en mi escritorio, parece alumbrarme con luces de neón como diciendo: ¡mírame! Hay alguien vendiendo información confidencial.

En el encabezado se lee “Lo jugoso del The New York Time”

¡Ok! Un anuncio grande.

Un anuncio que han visto mucho.

Ahora no sólo la ciudad me verá como un jodido estafador.

El New York Time es leído en muchas jodidas partes.

Mi teléfono suena, una llamada entrante de Alexa.

— ¿lo leíste? — es lo primero que pronuncia.

—solo me quede en la parte de estafador interesado pero puedo lidiar con ello.

—vamos hombre... sabemos que eso no es cierto. Ella te ama, tú la amas, ella despertará y veras como todos tendrán que meterse su gran lengua dentro sus asquerosos culos.

—me encanta tu manera de animarme. Pero se supone nadie debía saberlo aún. ¿Cómo es que un mes después se filtra la noticia?

Ella suspira —investigue con la editora de la columna. Ella es mi amiga y me dijo algo que no me gusto a mí y obviamente no te gustara a ti... veras.  Él prefecto que oficio el matrimonio entre ustedes, se lo contó a su pequeña hija adolescente y ella en un ataque de rebeldía vendió la información.

Así que, ahora soy comentado como el más interesado de los hombres gracias a una estúpida mocosa.

Sólo sé qué, presentaremos cargo. El prefecto firmo un contrato de confidencialidad. Por muy hija suya que fuese el no cumplió y debe pagar su error.

[...]

 

Sigo contando los días. Ya casi van noventa y sigo sin ella en mis brazos.

La misma cantidad de días llevo durmiendo en un hospital. En el día me es imposible. Pero ella nunca está sola. En cambio, en la noche todos van a descansar yo prefiero hacerlo a su lado.

Me asusta que pueda ocurrir algo una noche y ninguno de nosotros este aquí.

Imaginar que después de ver a Frank como mi jefe llegaría a verlo como un padre nunca paso por mi mente.

Pero esta situación nos ha unido, María, Frank, Chanel, Liam, Alexa, Matt y yo hemos estado inseparables. Cada uno sosteniéndonos de la mejor manera posible.

Sobre todo conmigo, desde que se filtró la noticia de mi matrimonio periodistas han estado acosándome, exigiendo un comunicado de mi parte que me niego a dar. No sin mi Bry.

Soy tendencia. Hasta encuestas sobre mi encuentran en internet.

La mayoría piensa que soy un aprovechado, que yo lleve a Bryony a la situación en la que se encuentra.

Solo una infinita parte de la población cree que estoy enamorado.

Sé, como dicen Alexa y Chanel que no debería importarme ni afectarme. Pero lo hace no puedo evitarlo.

Aparte de soportar la inquietante atención pública.

He tenido que soportar a un trío de sin cerebros, una loca amenazándome y a un esposo celoso.

Si. Gillian, Jessa, Susan, Xandra y Nerón.  

Siento que no puedo con tanto peso en mi espalda.

Todo sería más fácil de afrontar si Bryony estuviera conmigo. Con ella todo es fácil.

Cuando tocan la puerta de la oficina. Me tenso. Las últimas veces que esa puerta a sonado solo me ha traído problemas.

—pase.

—Señor Grey, aquí está el señor Mc'Klein dice querer hablar con usted— anuncia Andrea.

¿Liam? ¿Porque venir aquí? Si nos vemos todos los días en casa o en el hospital.

—dígale que pase, por favor.

—hey Harrelson ¿qué tal? — saluda ofreciéndome la mano de forma enérgica.

Desconcertado le devuelvo el saludo ¿qué le pasa?

— ¿porque tan formal?




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