Bryony
Fuera del malestar físico que tengo, me siento realmente muy mal al ver su cara pálida y mirada confundida.
No es mi intención hacerlo sufrir. Yo jamás podría olvidar quien es y que representa para mí.
— ¿de verdad no me recuerdas? — pregunta totalmente descolocado.
— ¡yo jamás podrida olvidarte esposo! — le respondo nerviosa de que se moleste por haberle jugado esa cruel broma —lo siento yo...
Quería disculparme. En serio que sí.
Pero me fue imposible hacerlo cuando el solo se lanzó a besarme.
En la boca, mejillas, frente... todo mi rostro fue bendecido por sus labios. Yo solo me deje hacer porque me gusta.
No diré que lo extrañe todo este tiempo porque para mí fue como si el tiempo se hubiese detenido en aquel quirófano. De ahí hasta ahora no recuerdo nada. Claro que, no hay nada que recordar. Pero no siento el tiempo que ha pasado.
—no tienes ni idea de cuánto te extrañe— confiesa recargando su frente de la mía mientras mantiene sus ojos cerrados. Él se sentó en la camilla y me mantiene agarrada como si yo fuera a escapar.
Por eso acaricio sus mejillas. Quiero que se relaje. Porque a pesar de sentirme extraña en mi cuerpo, siento que estoy bien. Que ya todo lo malo pasó y podre disfrutar de mi vida
—lo siento por haber tardado tanto.
Él sonríe... sonríe de verdad.
Sonríe de esa forma que lo hace ver tan perfecto y sé que justo ahora debo seguir siendo un desastre —no importa princesa, lo importante es que estas aquí, ¿cómo te sientes?
Procedo a contarle como me siento desde que desperté. Lo que he sentido y lo que no.
—no debes preocuparte. Los médicos dicen que es normal... todo eso es parte de tu recuperación así que debes estar tranquila.
— ¿Por favor dime que mi empresa sigue viva? — ruego bromeando, de verdad confió en él y en sus capacidades.
—soy un maldito genio... nena. Tus empresas son mejores ahora— responde sonriendo.
Se quedó un momento más. Pero luego llego una odiosa enfermera a inyectarme un sedante porque mi cerebro debía descansar.
Como si no lo ha hecho lo suficiente.
[...]
Los días pasan y entre terapias y terapias he logrado moverme con total normalidad. Puedo decir que ya no dependo de una ayuda para movilizarme de un lugar a otro y tampoco es necesario que me traten como a una muñeca de porcelana que en cualquier momento se puede quebrar.
Cuando sali del hospital fue todo un caos... pero la tormenta la estoy viviendo dentro de mi propia casa.
Es terrible sentirse encarcelado en el único lugar que siempre te da protección. Así me siento, como un animal herido y enjaulado.
Quisiera sentirme mal por sentirme de esta manera. Pero no puedo simplemente obviar lo incomoda que me hace sentir el hecho de tener supervisión hasta para respirar.
Ni si quiera en algo tan básico como un simple desayuno puedo disfrutar. Por eso juego con lo que tengo en mi plato. No como, no es por falta de hambre... no como es por falta de tranquilidad.
—Bry solo queremos cuidarte... ya pasaste mucho— sigue insistiendo Frank.
Su sobre protección aumenta con los días y no se cuanto más pueda soportar. Entiendo y agradezco mucho todo lo que han hecho por mí pero solo quiero gritar basta. No puedo seguir aguantando más.
— ¡Bryony! — me llama Frederick.
Ese es otro al que me encantaría mandar a visitar a su mamá.
No lo hago solo porque sé que el tema de su madre es algo engorroso para él y tampoco quiero ser una completa desconsiderada.
Por ahora solo me levanto de la mesa dejando mi desayuno intacto —se me quito el hambre— Digo sin mirar a nadie en especial.
Díganme malcriada y caprichosa si quieren... solo sé que estoy muy cansada.
—Bryony siéntate a comer— gruñe mi adorado esposo.
— ¿pero quién te crees que eres? — Le grito harta de ser una triste marioneta, que hace lo que todos quieren por querer demostrar agradecimiento —por si lo olvidas mi papá está muerto, así que no intenten ninguno de ustedes dos tomar su lugar.
Salgo del comedor y tropiezo con Nani, sin embargo no me refugio en ella. Sigo de largo al único lugar donde deseo estar ahora.
Todo está intacto.
Limpio.
Ordenado, me acuesto en la cama de frente a la mesita de noche donde yace una foto de ellos dos en el inicio de su relación.
Están tan guapos. Tomo la foto y acarició sus rostros. Los extraño tanto.
Quisiera que ellos estuvieran conmigo. Ellos sabían cuando quería hablar o no. Me comprendían. Y nunca me obligaron a hacer algo que yo no quería. Me daban mi espacio sin dejarme de lado. Me entendían sin mediar palabras. Ellos eran únicos. Tan dulces y pacientes conmigo...
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Editado: 05.10.2020