Bryony
Mi cabeza duele de tanto llorar. Me siento rota. Me siento traicionada...
Mi garganta esta seca y me arde, no sé cuánto tiempo ha pasado pero siento como si todo dejará de correr. El curso de la vida se detuvo y está yendo de retroceso.
Lastimándome, al colocar en mi mente todos aquellos momentos en los que en voz alta me pregunte porque mis padres no me querían.
¿Porqué de entre tantos niños, yo era la abandonada? Si, un pensamiento muy soez porque ningún niño merece ser abandonado, pero yo quería saber que había hecho para que ellos no me quisieran. Curiosamente Frank siempre estuvo ahí.
Pero prefirió callar. Prefirió verme sufrir. Al igual que mamá y papá. Ellos también me mintieron. Ellos también me engañaron. Y saber eso hace que duela más.
Hubiese preferido no enterarme nunca.
¿Porque tuvo que pasar esto?
Justo cuando siento que mi vida poco a poco mejoraba. Que el mal momento había terminado ¿qué falta ahora?
También llegará mi madre biológica. O como Frank, siempre estuvo delante de mis narices y nunca lo supe.
Aunque quisiera no logro dejar de llorar.
¿Alguna vez se han sentido tan heridos que piensan que no podrán aguantar el dolor?
Esto es peor que el tumor. Al menos sé que el tumor era una maldita enfermedad. No era algo tangible que vivía y respiraba. No me veía sufrir. No me mintió jamás. El tumor fue creciendo en mi cabeza con la única intención de destruirme.
Fue una mutua lucha en la que yo vencí. Pero... ¿cómo puedo soportar esto?
—Bryony respira... vamos princesa respira profundo y cálmate ¡en serio esto te hace daño!
Ese es Frederick.
Aparentemente la única persona que no me ha mentido.
Y como siempre él está sosteniéndome. Desde que lo conozco es lo que siempre ha hecho.
Intento hacer lo que él me dice. No quiero angustiarlo tanto. Cuando baje del cuarto de mis padres era para hablar con él. Con ellos y disculparme.
Quería decirle que lo sentía. Que entendía lo que ellos estaban haciendo y que me esforzaría un poco más. No imagine que me enteraría de algo así. Ni en mil años se me paso por la mente.
—Yo. Yo trato... pero— intento hablar. Pero un sollozo me interrumpe — ¿porque duele tanto? Porque... ¿porque mentirme así? Tengo tantas dudas en mi cabeza que. .. ¿Tú lo sabias?
Pregunto de repente observando su rostro. El suspira mientras seca con mucha ternura las lágrimas de mi rostro.
— ¡sí! — contesta. No sé cómo sentirme al respecto —justo el día de tu operación él nos contó a todos. Soy consciente de que tenías derecho a saberlo. Pero no era mi secreto por contar... De verdad. Quiero que entiendas que si ninguno te dijo nada es porque debía ser Frank quien hablara contigo y expusiera sus razones. No Alexa, ni Nani ni Chanel. Debía ser él. ¿Si me entiendes?
— ¿me mentiste? — es lo único que puedo articular.
Y entonces él hace ese lindo gesto de besar mi frente. Estando frente a frente es imposible no ver su suave sonrisa.
—no te mentí princesa. Solo no dije algo que no debía decir. Yo... te amo mucho Bryony. Y si pudiera evitar éste dolor que sientes ahora lo haría créeme. Pero de cualquier forma iba a doler. Así que solo puedo estar aquí. Acompañarte y decirte que todo estará bien
Él siempre sabe que decir y que hacer para hacerme sentir segura. Aún, cuando he sido una completa mal agradecida con él. Sigue ahí para mí.
Recuesto mi cabeza en su pecho y lo abrazo muy fuerte. Aspiro su varonil aroma y me relajo en sus brazos.
El llanto fuerte paro. Pero aún quedan lágrimas en mí que quieren salir.
—agradezco tanto tenerte. Soy muy afortunada de que estés junto a mí, después de ser la mayor de las odiosas contigo.
— ¡si! No es fácil ser yo justo ahora.
Rio mientras golpeo su pecho. ¿Es posible amar alguien más de lo que ya infinitamente se ama?
Porque Frederick no puede ser más perfecto de lo que ya es. Sin embargo, cada día se supera y yo cada día siento que caigo un poco más por él.
El me separa de su cuerpo. Y me evalúa de frente.
Con sus manos peina mi poco cabello, está creciendo poco a poco y gracias a las vitaminas que estoy consumiendo está tomando brillo y color. Ya no parece cabello de muñeca vieja.
Está concentrado en lo que hace. Y luego de terminar se dirige a mi rostro. Con sus manos quita todo rastro de lágrimas y luego usando sus dedos me obliga a sonreír. No por mucho tiempo porque después lo hago yo misma.
Hasta que él susurra perfecta mientras me ve. Yo estoy lejos de ser perfecta. Justo ahora parezco un juguete que ha pasado por muchos niños. Algunas partes están rotas. Otras simplemente no están.
Sin embargo el no parece verme defectos. Y me encanta. Me encanta que aún quiera besarme. Que sus besos recorran mi rostro. Que se detenga en cada lunar de mis mejillas. Que disfrute de un beso y lleno de sentimientos en mis labios.
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Editado: 05.10.2020